Por qué Elon Musk es un dolor de cabeza para los CEO de las telecos

Starlink, del fundador de SpaceX, tiene unos cinco millones de usuarios de su internet por satélite

Lanzamiento de un cohete de SpaceX que contiene varios satélites de Starlink.Joe Raedle (GETTY IMAGES)

A los CEO del sector de las telecomunicaciones, de lento crecimiento y endeudado, no les faltan problemas. Elon Musk les está dando otro. Starlink, la empresa de internet por satélite del CEO de SpaceX, está captando millones de clientes de banda ancha en todo el mundo. La gran pregunta es si el propietario de X y aliado del presidente de EE UU, Donald Trump, es demasiado polémico políticamente en el extranjero, provocando una reacción regulatoria contra su empresa. Con casi 7.000 satélites en órbita, según el astrónomo de Harvard Jonathan McDowell, Starlink duplicó con creces su número de abonados a internet en todo el mundo hasta alcanzar los 4,6 millones en 2024. La división de SpaceX, de Musk, también afirmó haber triplicado el volumen de su tráfico de internet, que se transmite desde el espacio en lugar de viajar a través de cables subterráneos o redes móviles. Amazon, de Jeff Bezos, está intentando competir con su Proyecto Kuiper.

Para algunos de los principales operadores, como el gigante estadounidense del cable Comcast o la francesa Orange, hay razones para permanecer tranquilos. Es difícil que un objeto en órbita alrededor de la Tierra proporcione una conexión más rápida o fiable que un cable de fibra óptica en tierra. Podría decirse que los clientes de lugares ricos en fibra no tienen motivos para pasarse al servicio de Starlink, que puede costar 120 dólares al mes más varios cientos de dólares en compra inicial de equipos.

Por eso, muchos observadores del sector sostienen que Starlink sólo tiene sentido en zonas rurales mal servidas. En estos lugares, las empresas de banda ancha, como la británica BT podrían incluso utilizar el servicio de Musk para completar sus redes, lo que les evitaría tener que excavar en zonas remotas. Starlink también podría acabar siendo un aliado para los operadores de telefonía móvil: T-Mobile US está lanzando un servicio de satélite a móvil que utiliza la constelación de la división SpaceX.

Sin embargo, el argumento optimista tiene lagunas. En primer lugar, ignora el hecho de que algunos de los mayores mercados del mundo aún carecen de una banda ancha residencial adecuada. En la India, por ejemplo, sólo hay 41 millones de abonados a internet por línea fija, frente a 904 millones de usuarios inalámbricos. En otras palabras, la mayoría de la gente depende de los datos móviles para conectarse, lo que significa que hay un hueco en el mercado para Starlink.

Esto explica por qué el gigante indio de las telecomunicaciones Jio, que forma parte de Reliance Industries, propiedad de Mukesh Ambani, está preocupado. Ambani escribió una carta a los reguladores en noviembre pidiendo una revisión del alcance potencial de Starlink y Kuiper antes de la adjudicación del espectro satelital. El Gobierno sigue adelante con un plan para asignar el espectro, en lugar de subastarlo, lo que reduce las barreras de entrada para operadores como Starlink. Lo que preocupa ahora a las telecos indias es que el temprano liderazgo de Musk en el espacio le permita acaparar abonados a la banda ancha en el país.

Ese temor parece fundado, dada la rapidez con que Starlink ha despegado en otros mercados. En Nigeria se convirtió en el tercer proveedor de internet en menos de un año. Su base de clientes en Kenia se duplicó con creces en pocos meses, en 2024. En noviembre, tuvo que interrumpir las nuevas contrataciones por la alta demanda.

Pero no sólo las telecos de mercados emergentes deberían estar preocupadas. Musk, que tiende a lanzarse a por todas en sus aventuras empresariales, apunta claramente a EE UU. Quilty Space calcula que el 57% de los abonados residenciales de Starlink están en la región, que cuenta también con el ingreso medio por unidad (ARPU) más alto del mundo, unos 115 dólares.

Desde la perspectiva de Starlink, Estados Unidos posee una atractiva combinación: está por detrás de líderes de la banda ancha como Corea del Sur y Francia, con sólo un 57% de hogares capaces de conectarse a la fibra. Al mismo tiempo, los consumidores son lo bastante ricos como para pagar una prima. Incluso en Gran Bretaña, donde la fibra óptica avanza con retraso y ya cubre tres cuartas partes de los hogares, hay razones para que Starlink haga su agosto. Un satélite solo es rentable si se utiliza en el país sobre el que planea en un momento dado. El incentivo de Musk es, por tanto, evitar que haya puntos oscuros en el mapa.

Desde Enders Analysis creen que Starlink podría abordar en torno al 3,5% del mercado británico en 2027: un millón de abonados. No es una cifra desastrosa para los operadores, pero tampoco es útil en un sector con grandes necesidades de inversión y que tiene dificultades para obtener rendimientos superiores a su coste de capital. También es posible que futuras mejoras en los satélites reduzcan la diferencia con la fibra. El hecho de que Musk tenga un historial de grandes pérdidas en busca del dominio del mercado también debería preocupar a los operadores.

El carácter global de Starlink significa que podría acabar convirtiéndose en uno de los mayores proveedores de internet del mundo aunque sólo se hiciera con una pequeña porción de cada mercado. Según el Banco Mundial, en 2023 habrá unos 1.500 millones de abonados a la banda ancha fija en todo el mundo. Manteniendo esa cifra estable, y suponiendo que Musk reclame un 3,5%, implica 50 millones de abonados. Con un ARPU medio mundial estimado por Quilty de 90 dólares al mes, Starlink acabaría generando unos ingresos anuales de unos 57.000 millones. La división nacional de banda ancha de Comcast ingresó 26.000 millones el año pasado, a los que hay que añadir 10.000 millones del servicio a empresas. Los analistas estiman que el negocio de telefonía fija de Deutsche Telekom facturó 23.000 millones en 2024.

Por ahora, el obstáculo inmediato para el crecimiento de Starlink parece ser Musk, cuyas polémicas posturas políticas corren el riesgo de alejar a Gobiernos y clientes potenciales. Antes de que Trump pusiera en pausa su propuesta de aranceles canadienses, el gobierno de Ontario amenazó con romper un contrato de Starlink por valor de 68 millones. Los partidos de la oposición criticaron a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, por considerar un acuerdo de cinco años con SpaceX, que según Reuters podría valer 1.500 millones de euros.

Ese ejemplo puede reconfortar a CEO. Pero también es posible que los reguladores y Gobiernos, como el de la India, sigan valorando la competencia adicional en banda ancha lo suficiente como para dejar entrar a Musk. Incluso si no lo hacen, el proyecto Kuiper de Bezos podría desempeñar algún día un papel similar al de Starlink, pero con menos controversia política. El problema fundamental para los proveedores mundiales de banda ancha es que los magnates de la tecnología han puesto sus miras en ofrecer banda ancha por satélite, y no hay indicios de que vayan a frenar.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba Leblanc, es responsabilidad de CincoDías.

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