Escepticismo en el mercado ante la Casa Blanca

Los valores de defensivos y poco dependientes de su cadena de suministro, o los vinculados a la economía doméstica de EE UU pueden dar rendimientos a prueba de sobresaltos

Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, y Claudia Sheinbaum, presidenta de México, en una cumbre del G20 en Río de Janeiro (Brasil), en 2024.Ricardo Moraes (REUTERS)

Esperar y ver. La estratega de la gestora Amundi (la mayor de la zona euro) Mónica Defend explica así su consejo para inversores en el contexto actual. La inestabilidad inherente a la forma de entender la acción de gobierno de Donald Trump tiene un traslado directo en los mercados financieros. No pueden tomarse los inversores las palabras del magnate (ni sus actos) del todo al pie de la letra. Ni pueden tampoco darlos por descontados. En realidad, nadie sabe qué parte de sus propuestas será llevada a cabo, o en qué proporción. Los aranceles han dado la primera pista esta semana. No será la única; el propio mercado petrolero, particularmente estable en los últimos años, también bailó el pasado lunes al son de posibles aranceles sobre Canadá, contramedidas chinas y rumores de sanciones sobre Irán.

Paradójicamente, esta misma indefinición, la ausencia no ya de hoja de ruta, sino de cualquier termómetro mínimamente fiable, es un argumento que desincentiva desinvertir en Bolsa. Trump gobierna con un bidón de gasolina en una mano y una caja de cerillas en la otra, pero la postura mayoritaria entre los expertos es que no tomará medidas que hagan un daño grave e inmediato a la economía. En cierto modo, la marcha atrás de los aranceles da la razón a este escepticismo en sentido estricto: el mercado no se cree nada. Aunque hoy la guerra comercial está más cerca que hace 10 días, no es menos cierto que, aunque esta llegue, posiblemente no sea definitiva.

Bajo esta confianza, las Bolsas han atacado de nuevo los máximos. Pero el factor imprevisible de Trump opera dentro de un mercado con altas valoraciones, sobre todo en tecnología. Y las idas y venidas de la Casa Blanca, por más que el mercado en su conjunto las haya absorbido hasta de buen grado, generan movimientos sectoriales de gran calado: quedarse pillado en una industria perjudicada por la última bravata del magnate es un riesgo que ningún inversor quiere. Y, al contrario, los movimientos alcistas fiados a Trump bien pueden sobredimensionarse, abriendo la puerta a las correcciones. Todo eso, bajo el supuesto de que no cambie el fondo de mercado.

Preparar la cartera para este entorno no es sencillo, pero tampoco imposible. Los valores de sectores defensivos y poco dependientes de su cadena de suministro, o aquellos vinculados a la economía doméstica de EE UU pueden dar rendimientos a prueba de sobresaltos, igual que algunos activos de renta fija. Las alternativas son, o bien conformarse con la deuda pública, o bien intentar surfear el caos de la Casa Blanca.


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