La alarma del mercado avisa de los límites del trumpismo
Asumiendo que tras la máscara del republicano haya un fondo de racionalidad, está por ver si podrá controlar los efectos secundarios de los incendios que aviva
El mercado siempre ha sido pragmático, ya desde el Ámsterdam del siglo XVII que retrató José de la Vega. Se mueve por fundamentos o por especulación, y siempre por dinero. La segunda llegada de Donald Trump no va a cambiar premisas que tienen más de 300 años. Así, Wall Street se moverá bajo los estímulos habituales, pero sobreexcitados por un presidente imprevisible e incontenible, con unos parámetros de comportamiento hechos de otra materia: poseído por el espíritu de un juego de mesa, no descarta usar la fuerza para ocupar terreno de un país (Dinamarca) con el que EE UU mantiene un acuerdo de defensa mutua. Ciudadanos, partidos y cancillerías tienen que desaprender lo que saben.
El mundo del dinero no tiene tiempo de aprendizaje, y quizá por eso se adapta con mayor celeridad. Los analistas asumen que la búsqueda de titulares, la adopción de posiciones extremas como táctica de negociación (la estrategia de estar loco tampoco es nueva; la sugirió Maquiavelo) y la imprevisibilidad son parte del pack Trump, y que este va a generar seísmos de volatilidad, más o menos intensos, a golpe de publicación en Twitter (texto, imágenes o emojis), tal y como ocurrió en su primer mandato o como ha sucedido con Elon Musk y las criptomonedas. Pero los expertos diferencian esta pantalla de volatilidad de la decisión final y, por tanto, de lo que importa al mercado: las condiciones financieras y los flujos de caja. El mercado ha visto rebajas de impuestos y desregulación, es decir, más beneficios potenciales.
Ahora, Wall Street ha perdido casi todo lo ganado desde el 6 de noviembre. Una señal de alarma vinculada a dos efectos de su plan económico (sobre todo el arancelario) que preocupan a los expertos desde el primer día: inflación y subida de los tipos de la deuda. El lunes, el bono a 10 años rondaba el 5%, cuando una publicación en la prensa (a su vez luego desmentida) sobre una eventual relajación de aranceles alivió las presiones. Y ni siquiera ha tomado posesión. Los expertos (como indican las cotizaciones) calculan que no rebasará las líneas rojas que fija el mercado, pues pocos presidentes han salido airosos de un combate con los gigantes inversores en bonos, muy activos en 2024. Además, el apoyo de los multimillonarios y la subida de la Bolsa son dos de los grandes argumentos políticos del magnate. Pero está por ver en qué medida Trump es rehén de su propio personaje. Y, asumiendo que tras la máscara haya un fondo de racionalidad, si será capaz de controlar los efectos secundarios de los incendios que aviva.