Las claves: un tema de lo más apasionante, incluso para Hollywood
La guerra comercial, protagonista de ‘La guerra de las galaxias’, podría provocar una secuela
El episodio I de La guerra de las galaxias, La amenaza fantasma, tiene lugar en un contexto de guerra comercial en la República Galáctica. Eso provocó alguno de los numerosos chistes en torno al filme, porque se consideró un tema aburrido allá por 1999. Pero Donald Trump y los acontecimientos de los últimos años han demostrado que tiene poco de tedioso. La globalización y el libre comercio son positivos o negativos dependiendo de la perspectiva. Para los consumidores, suele resultar conveniente, porque se reducen los aranceles, que acaban en el erario, pero que encarecen los productos. A cambio, puede reducirse la calidad, como aducen los productores que lo hacen a un precio más alto. Es lo que resaltan los agricultores y ganaderos españoles, como también los franceses, ante el acuerdo de la UE con Mercosur, pendiente de refrendo en el Consejo Europeo y el Europarlamento. La tercera pata de la ecuación es la industria (automovilística y farmacéutica, sobre todo), que es la que presiona a Bruselas para poder exportar sus productos más fácilmente a América del Sur. Quizás algún productor de Hollywood curioso encuentre aquí un argumento.
Las ayudas al coche eléctrico son razonables, con algún matiz
Países como España tienen mecanismos para seguir funcionando aunque no haya Presupuestos, o incluso aunque no haya Gobierno firme (a veces parece que incluso mejor), pero unas Cuentas públicas son necesarias para definir nuevas partidas, como la cuarta entrega de las ayudas al coche eléctrico, el plan Moves, que debería estrenarse en 2025. Siempre cabe la opción de utilizar los fondos europeos, que parecen no tener fin. Con todo, y aunque es razonable subsidiar esta tecnología crucial, no deja de ser también una subvención a los más pudientes, que son los que tienen más capacidad de adquirir estos modelos.
Francia toma de la misma medicina que la periferia del sur de Europa
Francia está tomando de la misma medicina que los países de la periferia sur de Europa (Portugal, Italia, Grecia y España). Los mercados no entienden de grandeur, sino de la capacidad para pagar la deuda, y están castigando (ahora es Moody’s la que le vuelve a bajar el rating) al país galo por su prodigalidad de los últimos tiempos, en especial durante la pandemia, y por resistirse a endurecer, por ejemplo, su generosísimo sistema de pensiones. Contrasta eso, sin embargo, con la amabilidad con la que se trata a la deuda de EE UU, que por algo es la deuda del imperio y no de las colonias (económicas y militares). En Washington también tienen dificultades para reducir el gasto social, por ejemplo, en sanidad; aunque, vistos los datos de esperanza de vida, cabe preguntarse si lo invierten bien.
La frase del día
“Mi partida no estaba prevista ni se produjo durante las últimas horas de la batalla. En ningún momento de estos acontecimientos me planteé dimitir o buscar refugio, ni ninguna persona o partido me hizo tal propuesta”
Bachar el Asad, expresidente de Siria
¿Las IA nos ayudan a nosotros, o nosotros las ayudamos a ellas?
Con la inteligencia artificial surge la duda de si es ella la que nos está ayudando a nosotros, o si somos nosotros quienes la estamos ayudando a ella: a veces parece que se hace la tonta, cometiendo errores absurdos, para que seamos nosotros quienes le digamos dónde se ha equivocado. No en vano, las IA aprenden continuamente, también de sus interacciones con humanos. El contrato de uso de estas herramientas suele obligar a compartir todos los datos: ocurre con los nuevos equipos Windows equipados con Copilot, la IA de Microsoft. Quién sabe, quizá haya alguien con tiempo libre que esté jugando a trolearlas, haciéndolas creer que ciertos datos verdaderos en realidad son falsos, o viceversa. No es de extrañar que las IA prefieran hacerse las ignorantes.