Las estrategias nacionales de IA: limitaciones y retos en la peligrosa coyuntura geopolítica
Occidente debe incorporar la inteligencia artificial a sus defensas antimisiles
La acción de Nvidia ha ascendido más de 200% el último año. Compite en liderazgo de la Bolsa de EE UU en capitalización bursátil –3,6 billones Apple, por 3,4 billones Nvidia. El retraso en el suministro de los semiconductores de alta gama Blackwell apenas la afecta. Dichas unidades de procesamiento gráfico (GPU) son imprescindibles para los videojuegos, el aprendizaje de máquinas y aplicaciones avanzadas de la inteligencia artificial (IA). Nvidia no tiene rivales en el sector. Diseña el 90% de las GPU, mientras que Intel y AMD se reparten el 10% restante. Las GPU de Nvidia rinden mejor. Es además el cliente prioritario de TSMC, el mayor ensamblador mundial de semiconductores de alta gama, de 3 a 4 nanómetros.
La promesa de Xi Jinping de invadir Taiwán y la pretensión de China de superar a Occidente en todos los sectores de alta tecnología lógicamente han propiciado estrategias nacionales. El Congreso estadounidense aprobó en 2022 el CHIPs and Science Act, con 52.700 millones para la I+D y creación de plantas de ensamblaje de chips de alta gama. Micron invertirá 40.000 millones en un centro que fabricará chips de memoria y empleará a 40.000 personas. Qualcomm y GlobalFoundries colaboran para ampliar la capacidad de producción en 50% en cinco años. Pero faltan bastante tiempo para que estos proyectos sean operativos y no hay suficientes ingenieros y personal cualificado.
La UE mediante su presupuesto y el de sus estados miembros está invirtiendo 43.000 millones de euros para fortalecer a ASML, la alemana Infineon y la francoitaliana STMicroelectronics. Pretende reducir su dependencia de las multinacionales estadounidenses y asiáticas y especializarse en chips para la industria y la automoción. Japón está muy retrasado en IA. Su Gobierno ha otorgado 2.500 millones al consorcio privado Rapidus, que aspira a ensamblar chips de dos nanómetros en 2027. Quiere aprovechar el poderío de Tokyo Electron en maquinaria y cuenta con la participación de Toyota, Sony y Softbank. Pero dichos esfuerzos pasan por alto que el diseño y ensamblaje de semiconductores se basa en cadenas de producción globales con cientos de productos procedentes de distintos países. Y no se puede fidelizar a las multinacionales.
Pekín anunció en 2015 su estrategia Made in China 2025 para superar a Occidente en diez ámbitos de alta tecnología, como los vehículos eléctricos, telecomunicaciones, robótica, tecnologías verdes y también IA. Ha otorgado 1,4 billones de dólares en subvenciones a sus empresas desde 2015. En algunos sectores se ha acercado o incluso adelantado a EE UU, la UE y Japón. Pero no es capaz de diseñar y producir semiconductores de menos de siete nanómetros. Las estadounidenses Nvidia, Apple, Qualcomm, Intel, AMD y Samsung son las únicas que diseñan chips de tres a cuatro nanómetros, y TSMC, Samsung, Global Foundries e Intel las únicas que las ensamblan. China no posee las máquinas de fotolitografía ultravioleta extremo (UVE) de ASML necesarias para fabricar los circuitos integrados de los chips de alta gama.
China puede recuperar terreno porque nuestras multinacionales no cumplen las prohibiciones de exportar tecnología. A Nvidia se le permite vender chips de cuatro nanómetros de menor rendimiento a China. Las pocas empresas que han sido multadas por cantidades pequeñas fueron Honeywell en 2021 (13 millones) y Seagate Technology (300 millones) por suministrar siete millones de discos duros a Huawei. Pekín además intenta apropiarse de la tecnología más avanzada con ciberataques y hacks. ASML fue víctima de un hackeo chino en 2015. En 2022 acusó a la empresa china DongFang JingYuan Electron de robarle su propiedad. CUDA, la plataforma de software para IA de Nvidia, no tiene suficiente protección. Tampoco los servicios en la nube (AWS, Azure, Google Cloud) dónde se entrenan y operan a gran escala las GPU de Nvidia en tareas como IA generativa y aplicaciones informáticas de alto rendimiento. En 2023 la entidad china Storm-0558 robó miles de cuentas de clientes de Microsoft para espiar a ministerios de EE UU y de países europeos.
Israel ha recibido 1.500 millones de dólares de EE UU para desplegar sus sistemas antiaéreos Cúpula de Hierro y Honda de David. Incorporan IA, lo que explica su gran eficacia en abatir todo tipo de misiles lanzados por Irán. Ucrania carece de dichas defensas. El lanzamiento de un misil supersónico ruso RS-26 contra Kiev resalta la debilidad de Occidente. Rusia posee quince misiles intercontinentales hipersónicos. El Sirkon (velocidad de hasta 11.000 km/h) puede ser disparados desde fragatas, submarinos o el bombardero Tu-22. El Kinzhal (14.700 km/h) desde bombarderos MiG-31K y el RS-28/Avangard (hasta 33.000 km/h) desde territorio ruso. Alcanzarían la costa este de EE UU en diez minutos desde Rusia, e incluso menos desde bombarderos o submarinos. EE UU y la OTAN carecen de sistemas antimisiles frente a tal amenaza. El Aegis desplegado en Polonia, Rumanía y 96 navíos de EE UU puede derribar únicamente algunos misiles de corto o medio alcance.
Putin no atacará a Occidente con armas nucleares, pero está alterando el “equilibrio del terror” a su favor. Ha derrotado las sanciones de la alianza occidental y avanza en Ucrania. La OTAN debe proporcionar decenas de tanques, artillería y aviones a Ucrania para expulsar a las tropas rusas. No misiles ATACMS que Kiev dispara contra territorio ruso.
La OTAN, Quad y la PESC deben coordinar de manera urgente sus defensas ante el arsenal nuclear ruso y chino y los ciberataques de ambos Estados. Hay que incorporar IA a las defensas antiaéreas occidentales. Se derrotó a la URSS en parte porque no pudo competir con la “Guerra de las Galaxias” de Ronald Reagan, proyecto tristemente abandonado. La empresa SpaceX de Elon Musk dispone de decenas de cohetes y 4.000 satélites. Se podrían dotar de láser y constituir la primera línea de defensa, situada en el espacio. Todas estas acciones requieren una presidencia de Donald Trump dispuesta a trabajar estrechamente con sus aliados.
Alexandre Muns es profesor en EAE Business School.