Europa no está preparada para la tormenta Trump

La respuesta del bloque se verá obstaculizada por la profundización de las divisiones internas

Donald Trump y Jean-Claude Juncker, entonces presidentes de EE UU y la Comisión Europea, durante una conferencia de prensa en Washington en 2019.AP

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca pilla a Europa en un momento de fragilidad política y económica. Puede que los líderes de la UE confíen en que el próximo presidente de Estados Unidos no ponga en práctica todo lo que ha amenazado. Pero, si lo hace, la capacidad de Europa para hacer frente al choque se verá obstaculizada por la profundización de las divisiones internas.

Las dos consecuencias más claras de la victoria de Trump para la UE son una posible guerra arancelaria y el fin del apoyo militar de EE UU a Ucrania, parte de una vacilación más general en sus compromisos globales de defensa.

Según un estudio reciente de la London School of Economics and Political Science, el arancel general del 10% sobre todos los productos importados propuesto por el candidato Trump tendría un impacto negativo del 0,1% en el PIB de la UE. Pero el golpe para Alemania, cuyo principal mercado de exportación es EE UU, sería el doble de la cifra para el conjunto de la UE, teniendo en cuenta que Trump ha sugerido gravámenes mucho mayores sobre las importaciones de automóviles. Dadas las diferencias entre los distintos países, Bruselas podría tener dificultades para formar un frente unido.

El nuevo presidente también reanudará su campaña para que los europeos paguen más por su propia protección militar. La mayoría de los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cumplieron el año pasado su antiguo compromiso de gastar al menos el 2% del PIB en defensa. Pero es posible que Trump les recuerde que, según las estimaciones de la OTAN, este año solo gastarán en conjunto unos 400.000 millones de dólares, frente a los 755.000 millones de EE UU.

Ucrania será la fuente más inmediata de preocupación estratégica para Europa, que podría quedarse sola ante una guerra con Rusia en el flanco oriental del continente. Trump podría intentar cumplir su promesa de negociar la paz en la región tras hablar con Vladimir Putin. Pero las perspectivas de éxito inmediato son escasas. La UE dispone de medios financieros para ayudar a Kiev, que calcula que necesita hasta 40.000 millones de euros al año, es decir, solo el 0,2% del PIB de la UE, para seguir luchando. Pero el bloque tendrá dificultades para sustituir la crucial ayuda militar que Washington ha enviado al país asolado por la guerra

La cuestión rusa intensificará las divisiones intracomunitarias. Hungría y Eslovaquia simpatizan con Putin. Los ascendentes partidos de extrema derecha de Francia y Alemania abogan por una línea más suave con Moscú. Y con sus países centrales debilitados, por la impopularidad de los Gobiernos de Berlín y París, a Europa le resultará más difícil que la última vez hacer frente al desafío de Trump.

Se afianza la inestabilidad

La victoria de Trump inaugura una nueva y peligrosa era para EE UU y el resto del mundo. El expresidente prometió el martes una “edad de oro para América” después de que su tercera campaña electoral produjera su victoria más convincente. Pero cualquier beneficio a corto plazo para las empresas y los inversores debe contraponerse a sus instintos autoritarios y a su voluntad de cuestionar aún más el orden internacional liderado por EE UU. Ello pone aún más en peligro un equilibrio mundial ya de por sí frágil.

En los próximos cuatro años, las empresas pueden esperar una cascada de exenciones fiscales, recortes normativos y decisiones judiciales favorables. Las posibilidades de que el Congreso, que ahora incluye una mayoría republicana en el Senado, eleve el tipo del impuesto de sociedades por encima del 21% durante el próximo año son ahora prácticamente nulas; Harris quería elevarlo al 28%.

También es probable que recorte el gasto para pagar otras reducciones fiscales, aunque el control de la Cámara de Representantes seguía en juego. Un Gobierno dividido dificultaría a Trump la revisión de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, después de que los republicanos no lo consiguieran durante su primer mandato. Wall Street aplaudirá a los nuevos candidatos para los principales reguladores bancarios y de los mercados, que seguramente serán más amistosos que los de Joe Biden. Y es probable que el sector de las criptos consiga la tan ansiada legitimidad regulatoria, un factor multiplicador de su crecimiento potencial. El dólar, los futuros de las acciones de EE UU y el bitcoin subían en previsión de la victoria de Trump.

Pero, si ampliamos el alcance, una segunda presidencia de Trump tiene consecuencias que van mucho más allá de un subidón de azúcar a corto plazo en los mercados. El expresentador de telerrealidad –el primer presidente de EE UU condenado por un delito– ha prometido perseguir a sus oponentes políticos, incluidos los medios de comunicación y los intereses empresariales que puedan oponerse a sus decisiones. Ha prometido intensificar las deportaciones y las redadas en empresas que emplean mano de obra inmigrante.

En todo el mundo, los aliados de EE UU tendrán que lidiar con un presidente que se ha arrimado a enemigos como Rusia, se ha mostrado escéptico con las alianzas europeas y ha debilitado la lucha contra el cambio climático. Promete potenciar el creciente enfrentamiento con China, y los aranceles del 60% son solo el principio de posibles desacuerdos entre los países.

La nueva Administración también impondrá costes a la mayor economía del mundo. La obsesión de Trump por imponer aranceles generalizados del 20% a todas las importaciones, aunque se modifiquen, se trasladará directamente a precios más altos para los bienes de consumo. Si nombra a un presidente de la Fed paloma o adulador en 2026, la inflación podría volver. De aplicarse, las políticas de Trump añadirían casi 8 billones de dólares en nueva deuda para 2035, según el think tank Center for a Responsible Federal Budget.

Trump dio las gracias a Elon Musk, que apostó fuerte por su reelección. Las promesas de que el cofundador de Tesla recortará unos 2 billones del gasto público anual muestran lo extravagante de esos planes: los desembolsos discrecionales totales en 2023 fueron de 1,7 billones. Si Trump consigue hacer retroceder la legislación demócrata sobre el clima, los objetivos de emisiones quedarán aún más lejos de su alcance, causando un daño ambiental incalculable y poniendo a las empresas del país en desventaja a la hora de desarrollar tecnologías renovables.

Pero aún mayor que las consecuencias financieras será la medida en que Trump socave las instituciones de EE UU. En un artículo publicado en 2023, Layna Mosley, de la Universidad de Princeton, examinó los riesgos económicos de un retroceso democrático, también en EE UU. Los inversores quieren una estabilidad a largo plazo en la que puedan contar con la rendición de cuentas legal y un trato justo que no dependa del partido que esté en el poder. Mucho sobre la próxima Administración de Trump es difícil de predecir. Pero su regreso a la Casa Blanca socava aún más esa estabilidad, en su país y en el resto del mundo.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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