Un noviembre decisivo para el sur global

China va ganando influencia a través de los BRICS, y las elecciones de EE UU marcarán las dinámicas geopolíticas

Vladimir Putin y otros participantes en la reunión de los países BRICS+, en Kazán (Rusia), el 24 de octubre.MAXIM SHIPENKOV (via REUTERS)

Entre las décadas que hacen historia, la presente será, sin duda, una de ellas, especialmente para el sur global. De hecho, la evolución de la rivalidad entre Estados Unidos y China tras las elecciones del martes a la Casa Blanca marcará las dinámicas geopolíticas globales, sobre las que el sur global va a tener cada vez una mayor influencia.

Para los 135 países que integran el denominado sur global, el 84% de la población mundial, las cuestiones de rivalidad geopolítica, más que un desafío, plantean una oportunidad. La oportunidad de la década. Mientras que las cuestiones de seguridad y defensa están más regionalizadas, y tienen su mayor exponente en el Indo-Pacífico, ante la creciente asertividad de China, las coaliciones creadas para fomentar el comercio y las inversiones con visión global están fluyendo a mayor ritmo que en otras épocas.

El tablero geopolítico está en transición, y el mayor protagonismo de China como actor global está propiciando que la componente económica sea una poderosa extensión de sus ambiciones geopolíticas, mientras que el incremento de flujos comerciales con Pekín supone para el resto de los países la oportunidad de potenciar su desarrollo económico e integración regional. En los últimos diez años, la Nueva Ruta de la Seda ha supuesto todo un despliegue de diplomacia del gasto en infraestructuras entre los 148 países adheridos a la iniciativa china. Ha sido un billón de dólares: el protagonismo lo tienen en este momento los proyectos en energías verdes y digitales liderados por empresas privadas chinas.

Ahora es una parte del sur global, los BRICS, los que toman el testigo de la diplomacia china. La adhesión al esquema de comercio que representan los BRICS supone para los países del sur global un contrapeso a los flujos económicos y comerciales tradicionales, lejos del impacto de posibles vulnerabilidades geopolíticas.

En los BRICS confluyen los mayores exportadores e importadores de commodities del mundo, y la reciente adhesión de países que tienen en común su protagonismo en las cadenas de suministro global, su aportación a las cadenas de valor tecnológico y su situación geoestratégica ha supuesto un despliegue de su esfera de influencia. No ha habido nuevas ampliaciones tras la reciente cumbre BRICS, pero Tailandia y Malasia ya han finalizado los trámites de adhesión. Son dos países del sur global esenciales en la geopolítica de la manufactura de coches eléctricos y de chips, respectivamente.

Malasia acogerá una de las múltiples fábricas que BYD, el mayor fabricante chino de coches eléctricos, desplegará en localizaciones estratégicas del sur global como Tailandia, Brasil, Turquía e Indonesia, tras el anuncio de su primera fábrica fuera de China, ubicada en Hungría.

Son países que no tienen intención de tomar partido entre las dos grandes potencias, pero que, a nivel de sentimiento público, muestran en muchos casos una favorable percepción de China, que alcanza el 75% en el caso de Malasia, según una reciente encuesta del think tank Iseas-Yusof Ishak Institute. Una percepción que podría fortalecerse con el impulso que la adhesión a los BRICS daría a los vínculos económicos, a pesar del incremento de las exportaciones de productos electrónicos hacia Estados Unidos por el efecto del de-risking respecto a China y la asociación de Malasia con la iniciativa de colaboración IPEF (Marco Económico del Indo-Pacífico para la Prosperidad), impulsada por Washington.

China va ganando influencia en el sur global a través de los BRICS, y hasta 40 países han solicitado su adhesión en la última ampliación, mientras que el proceso de de-risking de la Unión Europea no está generando el ritmo de asociaciones comerciales y de inversión que garanticen los pilares de la estrategia de seguridad económica diseñada.

Bien al contrario, la escalada en la guerra de sanciones que comienza a perfilarse entre la Unión Europea y China está propiciando un mayor despliegue de diplomacia china sobre un sur global dispuesto a aprovechar las oportunidades que ofrece la esfera de influencia del país asiático. Mientras tanto, las grandes potencias parecen perder el foco del potencial económico y geopolítico que representará el sur global en la próxima década.

Los acuerdos de libre comercio todavía por alcanzar con India, Indonesia y Filipinas, entre otros, son una palanca estratégica en los ámbitos económicos y de defensa y seguridad que la Unión Europea debe acometer como prioritarios para seguir desempeñando un rol de actor global cercano al sur global. Abordar un acuerdo de libre comercio como grupo con Asean (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, que integra a 10 países, muchos de ellos vinculados con la manufactura de chips y la energía verde, y con la provisión de minerales tecnológicos), permitiría a Europa ampliar su vinculación con un grupo destacado del sur global cuyo papel va a ser esencial en el desafío que plantea la era digital en la próxima década.

Este noviembre marcará una nueva etapa en el sur global en función de cómo evolucione la rivalidad entre Estados Unidos y China. Un mes que la Unión Europea debe abordar con la ambición de estrechar vínculos con un sur global que aspira a ser algo más que un impacto geopolítico colateral de la rivalidad entre Washington y Pekín.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías


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