El petroleo saudí puede taponar el efecto de la guerra

La paciencia de Bin Salmán se está agotando, y podría renunciar a su objetivo oficial de 100 dólares por barril

Campo petrolífero de Zubair, cerca de Basra (Iraq).Essam Al Sudani (Reuters)

La guerra de Oriente Próximo parece estar cruzando línea roja tras línea roja. Israel confirmó el sábado que había matado al máximo líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah. En teoría, esto debería de provocar una escalada por parte de Irán, pero incluso así, lo que haga Arabia Saudí puede limitar las repercusiones económicas más generales.

La guerra de Israel en Gaza ha tenido sin duda consecuencias económicas salvajes: el PIB interanual del enclave palestino cayó un 86% en enero, según el Banco Mundial. Pero los precios del petróleo –la forma obvia de que el conflicto afecte a la eco...

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La guerra de Oriente Próximo parece estar cruzando línea roja tras línea roja. Israel confirmó el sábado que había matado al máximo líder de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah. En teoría, esto debería de provocar una escalada por parte de Irán, pero incluso así, lo que haga Arabia Saudí puede limitar las repercusiones económicas más generales.

La guerra de Israel en Gaza ha tenido sin duda consecuencias económicas salvajes: el PIB interanual del enclave palestino cayó un 86% en enero, según el Banco Mundial. Pero los precios del petróleo –la forma obvia de que el conflicto afecte a la economía mundial– han rondado sobre todo la zona de los 70-80 dólares el barril. Se suponía que las importantes hostilidades de la frontera norte de Israel con Hezbolá serían la razón clave para hacerlos repuntar. El escenario apocalíptico sería que Irán cerrara el estrecho de Ormuz, por el que pasa diariamente un quinto del suministro mundial de petróleo.

Aún no está claro si Israel sufrirá una réplica importante, ya sea de Hezbolá o mediante ataques directos de Irán, como ocurrió en abril. La embestida de Israel puede significar que Hezbolá carezca de capacidad para responder inmediatamente, e Irán puede no querer hacerlo. En todo caso, un actor clave es el príncipe heredero saudí, Mohammed Bin Salmán (MbS). Él es el líder de la OPEP, que junto con aliados como Rusia controla la mitad del suministro mundial y lleva años recortando la producción para apuntalar los precios.

Últimamente, Riad ha estado bombeando voluntariamente muy por debajo de su capacidad máxima de 12 millones de barriles diarios, con una producción media de solo 9 millones. Esto le ha resultado frustrante, pues otros miembros de la OPEP como Irak y Kazajistán han estado bombeando por encima de sus cuotas, y porque los precios están muy por debajo del umbral de rentabilidad del presupuesto saudí.

Si a esto añadimos la atonía de la demanda, debido a la espiral descendente de la economía china y la creciente competencia de países no pertenecientes a la OPEP, como Brasil y Guyana, la paciencia de MbS se agota. Es posible que Arabia Saudí abandone su objetivo no oficial de 100 dólares y aumente la producción. La OPEP podría deshacer algunos de los recortes ya en diciembre.

Puede que MbS se limite a hacer señales a sus colegas de la OPEP para que bombeen lo acordado. Pero los traders saben que, al ser uno de los productores con menores costes, Arabia Saudí bombea periódicamente justo lo que puede (la última vez, en marzo de 2020). Una medida así también contaría con el favor de los políticos de Estados Unidos, que quieren combustible barato. La mera sugerencia de una repetición podría ayudar a mantener el precio bajo control.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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