Orcel tiene margen para suavizar su incursión en Commerzbank
Para cortejar a sindicatos y políticos, Unicredit podría descartar los despidos forzosos durante varios años
El jefe de Unicredit, Andrea Orcel, no es ajeno al juego duro. Por ejemplo, el exbanquero de Merrill Lynch asesoró A Royal Bank of Scotland en la división hostil de ABN Amro en 2007. Pero incluso para él resulta agresivo hacerse con el 11,5% del alemán Commerzbank, respaldado por el Estado, tan solo unos días después de que una compra inicial del 9% fuera recibida con frialdad por el objetivo y su Gobierno. La incursión requiere suavizarse, y Orcel tiene un amplio margen para hacerlo.
El italiano Unicredit dijo el lunes que había suscrito contratos de derivados que, de ejecutarse, elevarían su participación global en Commerzbank, de 19.000 millones de euros, a aproximadamente el 21%. La exposición, que usa contratos conocidos como swaps (permutas) de rentabilidad total, según una fuente cercana, está cubierta en su mayor parte, lo que significa que Orcel podría, en teoría, salir de la posición sin sufrir grandes pérdidas por deshacerse de un bloque tan grande de acciones.
Todo lo relacionado con este último movimiento sentará mal en Alemania, cuya Agencia Financiera tomó nota el viernes de la preferencia de Commerzbank por mantenerse independiente y dijo que conservaría la participación restante del 12% del Gobierno. Sindicalistas, políticos y la propia entidad se han opuesto a la idea de una compra por parte de Unicredit. Los temores incluyen la pérdida de empleos y la posibilidad de que un banco de propiedad italiana se comprometa menos a financiar a las pymes alemanas. Y el uso de derivados por parte de Orcel permitirá a los críticos argumentar que Unicredit es simplemente un agresor oportunista en vez de un inversor comprometido a largo plazo en Commerzbank.
Hay margen para calmar los ánimos. Una compra total sería extremadamente lucrativa para Unicredit, principalmente porque Commerzbank cotiza a un precio muy bajo. Supongamos que Orcel paga una prima del 30% sobre el precio de cotización de la entidad alemana: el desembolso total sería de unos 19.400 millones. Dado que los analistas estiman que Commerzbank generará 2.800 millones de beneficios en 2027, Orcel podría embolsarse un retorno anual de la inversión del 14,6%, incluso suponiendo que no se produjeran ahorros de costes.
Podría parecer un mal resultado, dado que las fusiones bancarias permiten a los adquirentes eliminar gastos equivalentes a un 30% de la base de costes de la firma objetivo. En el caso de Commerzbank, eso supondría unos 1.700 millones de sinergias, lo cual elevaría el retorno de la inversión a casi el 18%, según nuestros cálculos, que asumen unos costes de reestructuración equivalentes al doble del valor de los ahorros anuales.
Pero la rentabilidad mínima exigida por Unicredit es solo del 15%, según una fuente cercana, por lo que Orcel puede permitirse renunciar a algunos ahorros para cortejar a sindicatos y políticos. Por ejemplo, podría descartar los despidos forzosos durante varios años y aumentar los préstamos a las empresas mittelstand.
No hay garantías de que funcione. Pero el statu quo tampoco funcionaba. Unicredit se había hecho con aproximadamente una décima parte de Commerzbank, pero no estaba consiguiendo un compromiso significativo por parte del consejo de administración del objetivo, según una fuente cercana. Orcel al menos se ha hecho más difícil de ignorar. Ahora es el momento de que él se lo ponga más fácil a los demás.
Obsesión fiscal
La obsesión de Alemania por la rectitud fiscal está perjudicando a sus finanzas públicas. Las recientes ventas de empresas públicas como Commerzbank y una unidad de Deutsche Bahn ejemplifican la costosa ironía de las políticas de Berlín. Al tomar decisiones precipitadas para tapar agujeros presupuestarios a corto plazo, el Gobierno renuncia a mayores ingresos en el futuro.
La vía rápida de las privatizaciones ha sido durante mucho tiempo la elección del ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, líder del partido más pequeño de la coalición de Gobierno. En enero indicó que Berlín estaba dispuesto a vender el 16% que le quedaba en Commerzbank, herencia del rescate público de la entidad en 2009. Podría haber programado la venta para maximizar los ingresos. Pero Lindner salió al mercado el pasado día 10, después de que la acción hubiera caído casi un 20% desde su máximo de mayo. El Ejecutivo también podría haber sondeado a posibles compradores para obtener una prima considerable. En lugar de ello, vendió el primer tramo de su participación en el mercado y UniCredit se hizo con él con una mísera prima del 4,7%
Otras decisiones recientes han puesto de manifiesto que el Ministerio de Finanzas está demasiado ansioso por apuntalar el presupuesto a toda costa. Schenker, el brazo logístico del grupo ferroviario Deutsche Bahn, fue vendido a principios de mes al danés DSV por 14.000 millones, pese a que CVC ofrecía unos 2.000 millones más. La decisión parece haber estado motivada por el hecho de que DSV pagaba en efectivo por adelantado, mientras que la oferta de CVC habría requerido que el Gobierno reinvirtiera una participación del 25% en Schenker, o una oferta inmediata en efectivo de solo 12.000 millones.
La misma miopía parece existir en la prisa de Lindner por reclamar unos 1.000 millones de subvenciones públicas prometidas a Intel para la apertura de una fábrica en Magdeburgo, que el grupo ha pospuesto. El ministro quiere que los fondos vuelvan al presupuesto del Estado, como una especie de bonanza inesperada. Pero el dinero formaba parte originalmente de un fondo de transición ecológica y sería mejor usarlo para dar un impulso a medio plazo tanto al débil crecimiento de Alemania como a los ingresos públicos.
Berlín dice ahora que quiere mantener su 12% restante en Commerzbank “hasta nuevo aviso”. Esta decisión puede al menos evitar a los contribuyentes más malas decisiones, si Alemania se despoja de su irracional angustia por el déficit y opta por un mejor asesoramiento en materia de fusiones.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías