La Bolsa sigue atrapada en una montaña rusa
Los picos de volatilidad dejan a los mercados vulnerables a las sorpresas negativas de los datos
Puede que las acciones se hayan recuperado de su gran caída, pero siguen en una montaña rusa. El martes, las bolsas de todo el mundo habían recuperado la mayor parte de las pérdidas sufridas la semana anterior, después de que una concatenación de acontecimientos económicos y bursátiles desencadenara una drástica liquidación. Sin embargo, las expectativas de volatilidad siguen siendo más altas de lo que eran, lo que sugiere que quedan más turbulencias.
Los mercados se han calmado en su mayor parte tras el minicrash que comenzó cuando Japón subió los tipos de interés y los datos es...
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Puede que las acciones se hayan recuperado de su gran caída, pero siguen en una montaña rusa. El martes, las bolsas de todo el mundo habían recuperado la mayor parte de las pérdidas sufridas la semana anterior, después de que una concatenación de acontecimientos económicos y bursátiles desencadenara una drástica liquidación. Sin embargo, las expectativas de volatilidad siguen siendo más altas de lo que eran, lo que sugiere que quedan más turbulencias.
Los mercados se han calmado en su mayor parte tras el minicrash que comenzó cuando Japón subió los tipos de interés y los datos estadounidenses mostraron que el desempleo estaba en su nivel más alto en casi tres años. Desde entonces, el Banco de Japón ha prometido actuar con más cautela, y el mercado laboral estadounidense ha enviado señales más tranquilizadoras. El Nikkei, que cayó un 12,4% el pasado lunes, el S&P 500 y el Nasdaq están más o menos al nivel del 2 de agosto.
Pero algunas cicatrices persisten. El índice Cboe VIX, que mide las expectativas de los inversores sobre la volatilidad de las acciones estadounidenses, alcanzó un nivel de 65,73 durante el 5 de agosto, casi el triple del cierre anterior. Desde entonces, este «medidor del miedo» ha vuelto a caer hasta situarse en torno a 21 puntos. Pero sigue estando un 30% por encima de su nivel del 31 de julio. La volatilidad se dispara cuando los inversores que se han amontonado en unas pocas operaciones cambian bruscamente de rumbo. La reciente crisis ha sido testigo de dos estampidas de este tipo. Una es el carry trade, por el que los inversores tomaron prestados yenes a tipos de interés más bajos e invirtieron el efectivo en activos de mayor rentabilidad. La magnitud, pero el repentino descenso de casi el 10% de un índice que sigue las operaciones de carry trade apunta al mayor retroceso del mercado en cuatro años.
Estos bruscos movimientos también sabotearon otra estrategia: el comercio de dispersión. En este caso, los inversores toman posiciones en opciones, apostando a que los valores individuales serán más volátiles que el índice. El carácter generalizado de las recientes ventas ha dado la vuelta a esta hipótesis, desbaratando la operación y obligando a los fondos a liquidar posiciones.
El VIX ha dado bandazos mayores. Durante la pandemia estuvo por encima de 82; BNP Paribas estima que, de haber existido, habría superado los 100 en el lunes negro de 1987. Pero la historia aconseja prudencia. En las 10 ocasiones en que el VIX superó los 28,5 puntos por primera vez en al menos seis meses, la caída media del S&P 500 fue del 22%, según Ned Davis Research.
Esto sugiere que los picos de volatilidad dejan a los mercados vulnerables a las sorpresas negativas de los datos, la geopolítica o las reversiones de operaciones populares. Los inversores siguen atados a una montaña rusa.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Pierre Lomba Leblanc, es responsabilidad de CincoDías.
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