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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Salida en falso para los nuevos planes de empleo

El Ejecutivo no ha dado con la tecla, pero el camino a seguir es el adecuado

CINCO DÍAS
jubilados
Personas mayores en Sevilla.PACO PUENTES

El desarrollo del segundo pilar del sistema de pensiones ha sido uno de los objetivos de la legislatura, como vía para compensar las grietas que la demografía hace en el sistema de pensiones público. Este segundo pilar son los planes de empleo: las aportaciones periódicas que las empresas realizan a favor del trabajador para que este pueda compensar la pensión de jubilación pública. El tercer pilar serían los planes de pensiones individuales.

Dentro de esta estrategia, el Ejecutivo optó por dos vías: los planes de pensiones de empleo de promoción pública, y los planes de empleo simplificados. Los primeros se crearon con el objetivo de canalizar fácilmente aportaciones de pequeñas empresas. Los simplificados están diseñados pensando en las aportaciones de autónomos.

Las buenas intenciones, no obstante, han chocado con una realidad testaruda. Los planes de promoción pública no han captado ni un euro. Cierto es que la coyuntura no ayuda en absoluto: los años de elevada inflación han focalizado la negociación colectiva en la recuperación o mantenimiento de poder adquisitivo, relegando cuestiones como la aportación a la jubilación. El principal argumento a favor de estos planes son unas comisiones muy inferiores a las de los planes del sistema individual. Pero los grandes planes de empleo ya tienen precios atractivos, al igual que los planes simplificados para autónomos, que ya han captado un centenar de millones de euros. Es significativo que el principal convenio sectorial que ha incluido plan de pensiones de empleo, el de la construcción, vaya a optar por un plan simplificado, y no por los de promoción pública.

En todo caso, las pensiones son un problema de largo plazo. Y las experiencias en el extranjero, principalmente en Reino Unido, indican que estas iniciativas precisan de más mimbres para tener éxito, empezando por la suscripción por defecto: que los trabajadores tengan que renunciar expresamente al plan de pensiones para no entrar.

La decisión del Ejecutivo de limitar las ventajas fiscales a las aportaciones a planes individuales (y el monto de tales aportaciones) fue duramente criticada por el sector. Pero basta un vistazo a los datos para comprobar que los planes individuales, enfocados en rentas altas, de elevadas comisiones y magros rendimientos, no son ni de lejos la solución a las pensiones. El Ejecutivo no ha dado con la tecla, pero el camino a seguir es el adecuado.

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