Coche eléctrico: medidas necesarias que se quedan cortas

Pese a las leves mejoras, el Gobierno insiste en una estrategia que no contempla las ayudas directas

Dos trabajadores en la fábrica de Ford en Almussafes (Valencia).Rober Solsona (Europa Press)

El Gobierno no quiso perder demasiado tiempo –y que crecieran las llamas del incendio– tras la dimisión de Wayne Griffiths como presidente de la patronal del autómovil (Anfac). Las razones expuestas por la cabeza visible de Seat y Cupra para justificar su salida de la asociación suponían un ataque directo al plan del Ejecutivo para promover el coche eléctrico y, de paso, a la pretendida apuesta verde del Gabinete de Pedro Sánchez en línea con la descarbonización. Apenas días después, este martes, el Consejo de Ministros prorrogaba el plan Moves III hasta finales de año, al tiempo que resucitaba el programa de subvenciones para la renovación de flotas de camiones con 50 millones e introducía nuevos incentivos fiscales en el impuesto de sociedades. Aunque la intención es loable, no hay que analizar en demasiada profundidad las medidas para intuir que el planteamiento volverá a quedarse corto, en tanto es continuista y no establece ninguna variante disruptiva que persiga cambiar la dinámica en la que está inmerso el mercado.

En efecto, y pese a las leves mejoras, el Gobierno insiste en una estrategia que no contempla las ayudas directas, una vía que está dando resultados espectaculares en países como Portugal, que en 2023 logró triplicar la cuota de mercado de eléctricos puros e híbridos enchufables. En España, y según datos de Anfac, las entregas de todo tipo de vehículos eléctricos registraron una exigua cuota de mercado entre enero y mayo del 4,48%, en línea con el 4,87% del mismo periodo del ejercicio precedente. Es decir, un mercado estancado. Algunas marcas incluso se han comprometido a adelantar los subsidios, gestionados a través de las comunidades autonómicas, en tanto estos pueden tardar hasta dos años en cobrarse, lo que supone todo un lastre en términos de agilidad y eficiencia. No parece el mejor mecanismo para incentivar la adquisición de los vehículos, al margen de condicionar las marcas a las que se puede acceder.

Hay que ponerse en la piel del consumidor. Los precios de los coches eléctricos no están al alcance de cualquier bolsillo, y mientras los fabricantes consiguen democratizar su adquisición –tras lo que, seguro, vendrá el bum de los puntos de recarga–, se espera del Ejecutivo un papel más activo para confirmar con hechos el mensaje. Su papel es clave en la transición, sobre todo en un país con interés industrial y empleos que preservar. Ford y Almussafes es una llamada de atención. Puede que hasta las ayudas se quedan cortas en volumen a tenor de las peticiones pendientes. Procede una revisión del modelo, y no un parche.

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