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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sin alivio hipotecario pese a las bajadas de tipos

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Un hombre mira el escaparate de una inmobiliaria en Mahón, Menorca.David Arquimbau Sinte (EFE)
CINCO DÍAS

El trayecto lleno de baches (bumpy, en inglés) que anticipa Christine Lagarde para la senda de las bajadas de tipos en Europa no se prevé que llegue a los hipotecados españoles en el corto plazo. Las dudas sobre el ritmo de descenso del precio del dinero no van a alterar la política de préstamos de la banca ni están teniendo un impacto particular en el euríbor. La tasa a la que van vinculados, el euríbor, anticipó los recortes de tipos a partir de septiembre y volvió a subir, coincidiendo con el arranque de año, porque esas expectativas se mostraron excesivas. Ha bajado algunos puntos básicos este mes, pero el recorrido a la baja está, según los analistas, limitado. Y no falta quien espera subidas. Eso sí, quien tenga que actualizar su hipoteca sí verá un alivio, pero gracias a la comparativa anual. A estas alturas de 2023 el indicador se movía por encima del 4%.

Tampoco piensan las entidades abrir el grifo, en particular en las hipotecas. Los términos de la oferta comercial se mantendrán estables, con el foco puesto en los préstamos a tipo mixto (cuota fija en los primeros años; variable después) y con la disciplina crediticia como máxima innegociable. No es que al mercado inmobiliario español le falte gasolina, pero si algún particular esperaba que las condiciones hipotecarias aliviaran las dificultades de acceso a la vivienda, mejor que piense un plan alternativo. El sector parece reacio a repetir errores pasados recalentando el ladrillo.

El sector sí está plegando velas, por el contrario, en la parte del pasivo, es decir, en la retribución de los depósitos. Las ofertas son a intereses más bajos que a principios de año, sobre todo en los plazos más largos. El sector, con todo, ha sido particularmente remolón a la hora de retribuir los depósitos (es uno de los países de la UE donde menos se paga por el pasivo), y solo las entidades extranjeras o nativas digitales han apostado por esta vía para captar clientes.

El escaso ímpetu comercial de la banca tiene una simple lógica empresarial: los márgenes están en máximos y las entidades intentarán exprimir la coyuntura para mantener un crecimiento del beneficio a toda máquina. En épocas pasadas la búsqueda de una mayor cuota de mercado ha sido la del incentivo del sector para ofrecer mejores condiciones financieras a los clientes. Con la competencia reducida a la mínima expresión a golpe de fusiones, el negocio bancario se aproxima a un juego de suma cero: lo que gana el banco es lo que no gana el cliente.

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