Apuros para los hogares jóvenes
La precariedad laboral y los precios de la vivienda ocupan un lugar capital en las dificultades que afrontan
El Banco de España ha puesto en cifras la situación de los hogares jóvenes, aquellos cuyo cabeza de familia es menor de 35 años. La encuesta financiera de las familias que publicó ayer deja claro las dificultades que están teniendo para acceder a la vivienda y lograr así ir acumulando un patrimonio. Las secuelas del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008 se siguen sintiendo y definen la trayectoria que ha trazado la riqueza en las distintas generaciones. Los mayores pudieron comprar barato y beneficiarse de la revalorización del ladrillo. La mitad de ellos incluso posee activos inmobiliarios adicionales a la primera vivienda. Su situación patrimonial es bastante mejor que las de las siguientes cohortes. Por el contrario, los hogares jóvenes presentan poca capacidad para ahorrar y ven impedido el acceso a la vivienda por unos precios elevados. Más de la mitad de los nacidos en torno a 1988 ni siquiera se han emancipado de la casa de sus padres.
Es un error afrontar este problema como una lucha generacional, cebar un discurso que dibuja a las generaciones anteriores como lastres para las siguientes. Los motivos por los que los jóvenes lo están pasando mal para emanciparse y poder tener un proyecto de vida razonable son varios, aunque la precariedad laboral y los precios de la vivienda ocupan un lugar capital. Por una parte, el sistema financiero está más saneado y no concede el crédito hipotecario con la misma alegría para evitar errores pasados.
Pero son necesarias actuaciones públicas que consigan que los precios de la vivienda, y por tanto el alquiler, sean más asequibles. Las Administraciones, sobre todo los ayuntamientos, han dejado de hacer planes que movilicen suelo barato y lo pongan a disposición de los constructores. Debería retomarse la iniciativa pública en este terreno y mayor foco en el alquiler y facilitar que los particulares vean atractivo poner más vivienda en el mercado. Esta brecha en la riqueza entre generaciones debería además tenerse en cuenta en el resto de políticas públicas. La formación, la educación y la productividad son la base para corregir el problema de la escasa generación de renta y, por tanto, de ahorro. Como recuerda el Banco de España, una familia en la que la persona de referencia ha cursado estudios universitarios gana hasta más del doble que aquella en la que el cabeza de familia no tiene el bachillerato. Es necesario un esfuerzo para ajustar la oferta educativa a las necesidades del mercado laboral y la tan traída y llevada productividad. Los apuros de los jóvenes de hoy son los de las familias maduras de mañana, no podemos resignarnos a una sociedad más pobre.
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