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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Despejar los interrogantes sobre el futuro de Almussafes

Desde que Ford escogió la planta como centro de ensamblaje de sus coches eléctricos, la fábrica ha afrontado un cúmulo de circunstancias adversas

CINCO DÍAS
Ford Almussafes
Operarios en la fábrica de Ford en Almussafes.efe

Cuando hace casi dos años Ford escogió Almussafes como “factoría preferida” para ensamblar los coches eléctricos “de próxima generación”, la fábrica valenciana vio el horizonte abierto tras la larga crisis provocada por la pandemia, la guerra de Ucrania, el encarecimiento de las materias primas y la progresiva reducción de su carga de trabajo. Desde esa fecha, la planta ha afrontado un cúmulo de circunstancias adversas. Por un lado, a partir del próximo 17 de abril perderá el ensamblaje de la furgoneta Transit Connect y se quedará solo con el del SUV Kuga, lo que agrava su pérdida de peso en el plan general de trabajo de Ford. Desde 2018, Almussafes ha pasado de producir casi 370.000 coches de cinco modelos distintos a poco más de 200.000, lo que supone un retroceso del 42%. A ello se suma la reciente decisión de Ford de paralizar sus planes de electrificación en Europa, como consecuencia del enfriamiento de las expectativas en torno al coche eléctrico. Un pinchazo alimentado por las dudas de los fabricantes, el retraso de la normativa de la UE y la cada vez menos indisimulada falta de demanda por estos modelos. A día de hoy, en Almussafes se especula con que la adjudicación de coches eléctricos no llegará hasta 2027, lo que abre una etapa de vacío incierto para la fábrica y sus trabajadores, así como de dudas serias sobre su futuro.

En este contexto, los trabajadores de Almussafes tienen previsto mantener mañana un encuentro con la dirección mundial de la compañía, con el fin de poner sobre la mesa su compleja situación y de escuchar la propuesta que ofrece Ford para solventarla. Se trata de una reunión de importancia trascendental para la planta valenciana y que pone de manifiesto, una vez más, lo que constituye una de las principales barreras que enfrenta la industria española de la automoción: el hecho de que los grandes centros de decisión de las marcas del automóvil no están en España, lo que limita considerablemente el margen de maniobra de las fábricas para planificar su futuro y recrudece la batalla por atraer los grandes contratos.

La negociación entre los trabajadores de Almussafes y la dirección de Ford, cuya sede está en Detroit, no es fundamental únicamente para el futuro de la factoría valenciana, sino que afecta también al conjunto de la industria española de automoción. Un sector que ha demostrado a lo largo de los años su elevada especialización, su capacidad de sacrificio y su indiscutible profesionalidad, y cuyo peso en la economía española justifica que disponga de respaldo institucional suficiente para ayudar a despejar los interrogantes de su futuro.

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