Taylor Swift es la antiheroína de la economía tailandesa
El país asiático se queja de que Singapur acoja en exclusiva los conciertos de la cantante en el sureste asiático
“No me echen la culpa a mí”, dice Singapur después de que su primer ministro, Lee Hsien Loong, confirmara el martes en la cumbre de la Asean (Asociación de Naciones de Asia Suroriental) en Melbourne (Australia) que la ciudad estado había cerrado un acuerdo exclusivo para acoger los conciertos de Taylor Swift en el sureste asiático. Eso ha disgustado a sus vecinos, entre ellos Tailandia, que se enfrenta a la recuperación pospandémica más lenta de la región. Sin embargo, la estrella del pop tampoco podría acabar con los problemas de esta economía de 500.000 millones de dólares.
Singapur tiene fama de acoger grandes acontecimientos, desde carreras de Fórmula 1 hasta grandes espectáculos. Por eso no sorprendió que la Ciudad del León fuera la única parada en el sureste asiático de la exitosa gira Eras de Swift. Pero el primer ministro tailandés, Srettha Thavisin, desató la polémica el mes pasado al afirmar que Singapur había apoyado económicamente los conciertos de la cantante de 34 años a cambio de exclusividad. Y un legislador filipino afirmó que “no es lo que hacen los buenos vecinos”.
La gira ha atraído a decenas de miles de turistas a los seis conciertos –todos con las entradas agotadas–, que se celebran hasta el sábado, y ha disparado la demanda de hoteles, vuelos y otros servicios. El gasto de los viajeros (muchos procedentes de países vecinos) relacionado con Tay Tay –apodo de Swift– podría ascender a 500 millones de dólares singapurenses (373 millones de dólares de EE UU), estimó Maybank el mes pasado.
Para Srettha, esto debe de parecer una oportunidad perdida, mientras el antiguo magnate despliega viajes sin visado desde China, India y otros países, para impulsar el crecimiento de una economía dependiente del turismo. Pero el beneficio real de la Swiftonomía es muy discutible: se barajaron cifras similares para el tramo australiano de la gira, pero el impacto directo neto real puede haber sido tan bajo como 11 millones de dólares australianos (7 millones de dólares de EE UU), calcula KPMG.
En cualquier caso, la economía tailandesa necesita algo más que unos cuantos conciertos. Se contrajo inesperadamente en el último trimestre del año pasado, lastrada por la atonía de las exportaciones debida al débil crecimiento de China.
Según Capital Economics, la inversión y el gasto público apenas superan en un 3% y un 0,5%, respectivamente, los niveles anteriores a la crisis. La producción manufacturera también descendió en enero por decimosexto mes consecutivo, y ya se han recortado los objetivos de crecimiento para este año.
Srettha, un novato político que asumió el poder en agosto, ha instado al independiente banco central a bajar los tipos. También pretende repartir un total de 14.000 millones de dólares entre 50 millones de tailandeses para que los gasten en un plazo de seis meses, con lo que corre el riesgo de aumentar la inflación y la deuda nacional.
Puede que Singapur haya convertido a Swift en una antiheroína para Tailandia. Pero solo en los sueños más salvajes sus conciertos habrían tenido un gran impacto económico.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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