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A fondo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Grifols se tienta la ropa con la CNMV tras las balas de fogueo de Gotham

La compañía apenas se ha visto afectada por el último ataque del fondo bajista, pero encara una prolija petición de aclaraciones del supervisor

El presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, durante una conferencia en Madrid.
El presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, durante una conferencia en Madrid.Carlos Luján (Europa Press)

Como Batman sobre la ciudad de los rascacielos, Gotham proyectó este martes de nuevo su sombra sobre Grifols. Su influjo, no obstante, parece haber perdido alcance. Las primeras caídas en Bolsa, apreciables, fueron atenuándose hasta quedar en nada. Ponía de nuevo en la diana el vehículo de Daniel Yu a la firma de hemoderivados, su última víctima, planteando cuestiones que había ya desgranado en el demoledor informe hecho público el 9 de enero. Este martes, Gotham incidía en los dudosos vínculos de Grifols con Scranton, sociedad ligada a la familia fundadora y accionista de la firma catalana, apuntando a dos partidas de 500 millones que, presuntamente, enmascararían esos lazos. También seguía demandando explicaciones sobre el hecho de que tanto Grifols como Scranton consolidasen en sus cuentas BCP y Haema, empresas de plasma que el primero compró en 2021 y vendió parcialmente al segundo en ese mismo año. Tal vez por la falta de novedades, el disparo del poco altruista fondo bajista quedó esta vez en balas de fogueo.

La realidad es que, a estas alturas, el mercado se ha hecho ya una idea bastante clara de la estructura y los males de Grifols. Por simplificar, la familia operaba con dos sociedades, en una suerte de espejo algo deformado. Como en El retrato de Dorian Gray, mientras el joven y atractivo aristócrata permanecía atractivo y lozano pese al transcurrir de los años -en este caso Grifols-, su imagen en el cuadro -Scranton- iba sufriendo sin remedio los embates del paso del tiempo. Por ejemplo, en tanto se vinculó a esta sociedad hermana un importante nivel de deuda, la subida de los tipos terminó tensionando su balance hasta el punto de amenazar los denominados covenants, esto es, los compromisos adquiridos por la empresa con sus acreedores, en este caso los bancos. Grifols, la cotizada, mantenía entretanto una cierta apostura, es verdad que cada vez con mayor dificultad.

Cuando los buitres empezaron a volar en círculo sobre Scranton, dos hechos marcaron la diferencia. El primero tiene nombre y apellidos: Tomas Dagá Gelabert. Según aseguran fuentes al tanto de todo el proceso, fue Dagá, hombre próximo a la familia, consejero de Grifols y fundador del bufete Osborne Clarke en España, quien se batió el cobre con los private equity, incluso a cara de perro, para impedir que la empresa perdiera el aroma familiar. El segundo, y se recalca hoy desde el entorno de los Grifols a quien quiere escucharlo, el apoyo de los bancos. De hecho, se da la circunstancia de que el grupo de entidades que financia a Grifols, prácticamente se replica en Scranton. No podían no conocer en profundidad la estructura alumbrada por el clan y sus asesores y, en ambos casos, no han dado la espalda a la familia, pese a reconocer entre bambalinas que han jugado “al límite”.

En ese entramado de relaciones con la banca, hay incluso vínculos de largo aliento. Por ejemplo, el presidente de Santander España, Luis Isasi, fue durante años consejero de Grifols y conoce bien el negocio detrás de los números y de los evidentes problemas de gestión y gobernanza en la compañía. Fuentes próximas a la casa explican cómo la salida de la saga del núcleo gestor, un proceso que culminó a principios de febrero, se fraguaba ya cuando se produjo el bombazo de Gotham. También la venta de activos para complacer las exigencias de la banca. La firma afronta el vencimiento en 2025 de dos bonos por 2.000 millones, sin que parezca que la refinanciación vaya a encontrar demasiados escollos.

¿Todo es, pues, de color de rosa tras la tempestad? En realidad, no. La siguiente mano la juega Rodrigo Buenaventura y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que ha remitido a Grifols uno de los requerimientos de aclaraciones más pormenorizado y extenso de los que se recuerdan en la casa. El temor en la compañía es que, incluso un pellizco de monja por parte del supervisor, aunque apenas señale una diferente interpretación contable a la hora de consolidar, reavive los temores del mercado, esta vez con sustento oficial. Dado el último desempeño de la CNMV con los minoritarios, de NH a Mediaset, pasando por Prosegur, inquieta que las huestes de Buenaventura quieran cubrirse y curarse en salud. Indescifrable.

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