La fiebre antitabaco de las grandes tabacaleras podría quemarse pronto
Sus altas expectativas pueden chocar con reguladores y gobiernos, preocupados por los sustitutos de los cigarrillos
Los fumadores jóvenes que inhalan demasiado rápido pueden sentir náuseas y mareos. Esto supone un riesgo para los inversores que apuestan por los productos antitabaco para impulsar las ventas de las grandes tabacaleras, como Philip Morris International (PMI) y British American Tobacco (BAT). Con países como Australia y Reino Unido tomando medidas drásticas contra los vapeadores, snus y similares, existe el peligro de que se esfumen las buenas valoraciones del sector.
Los cigarrillos tradicionales están que arden. El estigma social contra un producto que mata a 8 millones de personas al ...
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Los fumadores jóvenes que inhalan demasiado rápido pueden sentir náuseas y mareos. Esto supone un riesgo para los inversores que apuestan por los productos antitabaco para impulsar las ventas de las grandes tabacaleras, como Philip Morris International (PMI) y British American Tobacco (BAT). Con países como Australia y Reino Unido tomando medidas drásticas contra los vapeadores, snus y similares, existe el peligro de que se esfumen las buenas valoraciones del sector.
Los cigarrillos tradicionales están que arden. El estigma social contra un producto que mata a 8 millones de personas al año, las prohibiciones públicas y los altos impuestos hacen que cada vez fume menos gente. La proporción de fumadores en EE UU había caído a un mínimo histórico del 11,5% en 2021, desde el 21% de 2005. Las empresas han conseguido compensarlo subiendo los precios a quienes están lo bastante desesperados como para mantener el hábito, pero la tendencia a largo plazo es clara. La OMS calcula que 60 países están en vías de alcanzar una reducción del 30% en el consumo de tabaco entre 2010 y 2025.
Por ello, las grandes tabacaleras han dado un giro radical. La industria confía ahora en los productos sin humo, como las barritas de tabaco Iqos de PMI, un dispositivo similar a un bolígrafo que libera un vapor con el mismo sabor que los cigarrillos normales, pero con menos sustancias químicas nocivas. También existe el snus –pequeñas bolsitas de tabaco que se llevan en la encía– y bolsas de nicotina similares. También está el vapeo, muy popular entre los adolescentes, y que se presenta en una gran variedad de sabores y coloridos dispositivos.
Estos productos atraen a las grandes tabacaleras porque se consideran más sanos que los cigarrillos normales, lo que significa que pueden venderse a un número mucho mayor de consumidores. El mercado de los cigarrillos sin humo alcanzó los 90.000 millones de dólares en 2022, y los analistas estiman que su rápido crecimiento continuará. Según Visible Alpha, los ingresos de PMI y BAT procedentes de los productos sin humo crecerán un 16% y un 14% al año, respectivamente, entre 2023 y 2030. El CEO de BAT, Tadeu Marroco, quiere que las bolsas, bolígrafos y similares representen el 50% de las ventas en 2035.
Estas elevadas expectativas se reflejan en las valoraciones de las empresas. Hay que empezar por calcular el valor de los negocios tradicionales. Un ejemplo es Imperial Brands, que cotiza en Reino Unido, rezagada en productos sin humo y que en 2022 obtuvo más del 90% de sus ingresos de marcas clásicas como Winston o Golden Virginia. Incluyendo deuda, cotiza a 2,5 veces las ventas de 2024, según Visible Alpha. Usando ese mismo múltiplo, el negocio combustible de PMI valdría 55.000 millones, algo menos de un tercio de su valor empresarial a 12 de diciembre, de 188.000 millones. Esto implica que su negocio de productos sin humo vale 134.000 millones, más de 9 veces las ventas de 2024. Con la misma lógica, los ingresos de BAT en 2024 procedentes del vapeo y similares se valoran en un múltiplo de casi 7 veces. Esta cifra es superior a la de las tecnológicas, de rápido crecimiento: las empresas del Nasdaq 100 valen de media unas 5 veces las ventas, según LSEG.
Pero estas halagüeñas previsiones y valoraciones chocan con la creciente preocupación de reguladores y Gobiernos. Muchos políticos temen que los cigarrillos electrónicos y productos similares estén creando una nueva generación de adictos a la nicotina. También producen una serie de sustancias químicas peligrosas, como acetaldehído, acroleína y formaldehído, que según la Asociación Americana del Pulmón pueden causar enfermedades pulmonares y cardíacas. Hasta ahora, ningún producto está exento de ataques. Singapur prohibió el vapeo en 2018 y multa a los infractores con hasta 2.000 dólares. En 2022, la UE prohibió los productos de tabaco calentado aromatizados. En Reino Unido, los políticos están debatiendo hacer que el vapeo solo esté disponible con receta médica, una medida que Australia introdujo recientemente. Mientras, el snus está prohibido en toda la UE.
Las prohibiciones directas no son la única amenaza. Aumentar los impuestos es un arma especialmente atractiva para los Gobiernos, ya que les permite sustituir los ingresos de la caída de la recaudación por los cigarrillos tradicionales y disuadir a los nuevos adictos. Malasia ha introducido un impuesto sobre el tabaco de mascar y Reino Unido estudia añadir un recargo a los productos de vapeo, además del IVA. Los cigarrillos tradicionales han demostrado que unos impuestos más altos pueden debilitar la demanda: según la Asociación Americana del Pulmón, cada aumento del 10% en el precio reduce el consumo en torno a un 4% en adultos y un 7% en jóvenes.
Si más países se suben al carro de la regulación y los impuestos, firmas como PMI y BAT sufrirán un doble golpe. Verán cómo su principal producto, los cigarrillos, cae con mayor rapidez, y cómo el ritmo de crecimiento del vapeo y otros nuevos no responde a las expectativas. Las esperanzas de las grandes tabacaleras en un futuro más próspero y menos regulado podrían quemarse pronto.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías
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