El impacto de la inteligencia artificial en nuestro día a día
Los algoritmos de TikTok o Instagram han modificado las rutinas de millones de personas
Abraham Lincoln señaló que ciertas invenciones en la historia del mundo tienen un valor especial al facilitar todas las demás.
En 2017 se publicó el primer paper que hablaba de una arquitectura novedosa: The Transformer, y en 2019 empezamos a ver los primeros avances relevantes a través de un nuevo tipo de modelo llamado Generative Pre-trained Transformers (GPT) que proyectaban un salto evolutivo en el mundo de la inteligencia artificial. Actualmente, no solo se han alcanzado esas expectativas, sino que se han excedido. La inteligencia artificial generativa progresa a una velocidad asombrosa, y aspectos como la multimodalidad o los chain of thoughts lo transformarán todo. Estos progresos nos hacen visualizar máquinas que pueden manejar información como un humano y ajustarse a circunstancias novedosas con una autonomía nunca vista.
Esto último es lo que es verdaderamente asombroso: cómo ha evolucionado nuestra visión acerca del futuro de la IA. Hasta no hace mucho, veíamos la inteligencia artificial general (AGI), es decir, una IA con habilidades para ejecutar cualquier labor intelectual humana y con capacidad de generalizar la resolución y aprendizaje sobre todo tipo de problemas, como un objetivo distante. Pero ahora, hay un consenso generalizado de que ese objetivo está más próximo de lo que suponíamos. La perspectiva de una AGI funcional a corto plazo es algo intrigante, y a la vez nos insta a encaminar este avance de forma ética y sostenible.
Es crucial subrayar que la presencia de la inteligencia artificial no es algo nuevo; sin embargo, logros recientes, en particular los avances con GPT-3 y GPT-4 de OpenAI, se han manifestado antes de lo previsto, y han impulsado su adopción de forma asombrosa. Estos progresos han alimentado una comunidad de código abierto, orientada a la creación de modelos más eficaces y al alcance de todos. Además, han motivado a toda la industria a utilizar estas tecnologías y han aumentado la inversión por el temor a quedarse atrás (FOMO), como se puede observar en ejemplos como Google Bard, los avances de Meta o la irrupción de Elon Musk con xAI.
El éxito rotundo de aplicaciones como ChatGPT, que eclipsó a titanes como TikTok o Instagram en su debut, evidencia el creciente apetito de la sociedad por abrazar innovaciones tecnológicas. Si bien somos testigos de estos progresos, todavía no comprendemos en su totalidad la magnitud de su repercusión. La incorporación de la IA no solo se asocia a su evolución técnica, sino también a nuestra voluntad de fusionarla con nuestro día a día.
Si reflexionamos sobre próximos avances, es evidente que la inteligencia artificial posee un potencial gigantesco para revolucionar industrias con grandes volúmenes de datos y operaciones intrincadas. Si tomamos como ejemplo el desarrollo de software, este podría atravesar una metamorfosis análoga a la que se experimentó durante la revolución industrial, cuando la innovación tecnológica respondió a una demanda en aumento y creó otro tipo de trabajos. De este modo, la IA podría encargarse de funciones que hoy día requieren del ser humano, como codificar, siempre que contemos con expertos adecuadamente formados para orientar y supervisar tales sistemas
Resulta complejo anticipar con precisión el alcance que tendrá la IA y sobre todo en qué plazos, pero es innegable que marcará un antes y un después. Hoy en día, estos modelos ya son capaces de encadenar acciones, tomar decisiones y generar pensamientos de forma autónoma. Esto podría trascender la mera automatización y podría reconfigurar de raíz nuestra manera de trabajar y de vivir.
Sin lugar a dudas, la inteligencia artificial está remodelando y continuará transformando diversas facetas de nuestro día a día, muchas veces de manera tan discreta que ni siquiera la notamos. Esta evolución abarca desde cómo obtenemos información, la interacción con dispositivos y software, nuestras compras, el proceso de aprendizaje y nuestro ocio.
Tomemos como ejemplos a asistentes digitales como Siri o Alexa; pronto, se espera que incorporen capacidades análogas a ChatGPT, alterando el panorama tecnológico y automatizando múltiples tareas, dejándonos dedicar tiempo a aspectos más significativos. Las aplicaciones como TikTok o Instagram ya nos muestran un vistazo de este impacto: sus algoritmos impulsados por IA han modificado las rutinas de millones, llevándolos a pasar, en promedio, entre 50 y 100 minutos diarios navegando en sus plataformas.
Estas modificaciones en nuestra conducta diaria evidencian la magnitud del alcance de la IA en nuestras vidas. Es interesante observar cómo, como sociedad, nos adaptamos con agilidad a esta metamorfosis, y en muchas ocasiones, no dimensionamos su profundidad hasta que hacemos una pausa y reflexionamos sobre lo ya recorrido.
Nos encontramos ante el umbral de una nueva era: la era de la inteligencia artificial. Es por ello por lo que ante nosotros se despliegan un sinfín de oportunidades y desafíos. La IA promete soluciones a grandes retos como combatir el cambio climático, erradicar enfermedades o garantizar la seguridad alimentaria. Pero, con igual fuerza, nos insta a la precaución ante peligros como la desinformación y su potencial mal uso. El rumbo de esta revolución no estará dictado únicamente por la innovación técnica, sino por nuestra voluntad de moldearla conforme a nuestros ideales y valores. De esta manera, el verdadero desafío radica en cómo dirigimos la IA hacia un futuro beneficioso y esperanzador para todos.
Fran Ruiz González es Head of Innovation de Stratesys
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