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El Foco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España, ante el reto de convertirse en una potencia logística y del transporte

El país tiene una red de comunicaciones y una localización geográfica privilegiadas, pero también un gran déficit de personal

logística transporte
Bob Edme (AP)

Un gran filósofo dejó escrito que el secreto del cambio no reside en luchar contra lo viejo, sino en construir lo nuevo. La frase cobra un especial sentido después de que España haya sufrido en sus propias carnes los embates de crisis inéditas, como la generada por la pandemia mundial, que no solo nos enseñó los dientes con crudeza, sino que señaló el camino de un cambio necesario; un cambio que tiene que ver con el imprescindible fortalecimiento de sectores estratégicos en aras de proporcionarnos solidez cuando más la necesite nuestro país.

Las exportaciones españolas superaron en 2022 los 389.000 millones de euros y aportaron un 41,7% del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país, lo que supuso 6,8 puntos más que en 2021. Mientras tanto, las importaciones superaron los 457.300 millones de euros en 2022, un máximo histórico y un crecimiento interanual del 33,4% respecto a 2021. En cuanto al sector que integra el transporte de mercancías y la cadena de suministros, los datos hablan por sí mismos. Representa el 6,9% del PIB –el 10% si se añaden actividades de carácter logístico–, da empleo a casi un millón de personas y genera una cifra de negocio global que supera los 100 mil millones de euros.

Tras el previsible y entendible impacto de la pandemia sanitaria en el balance general de 2020, el transporte nacional e internacional de mercancías se incrementó un 9,3% en nuestro país, según datos oficiales del último informe del Observatorio del Transporte y la Logística en España. Hacemos referencia a 2.183 millones de toneladas transportadas, un 3,1% más que en 2019. Sobre el empleo en el sector, en 2021 este se incrementó un 3,1%, –equivalente a 1,02 millones de personas–, mostrando su resistencia y perspectivas de crecimiento. Y no acaban ahí las buenas noticias: según distintos estudios, el sector de la logística y del transporte espera aumentar aún más sus equipos en el presente ejercicio.

Hasta ahí, el hoy. Pero urge hablar del mañana porque así seremos capaces de aprovechar oportunidades con las que impulsar la diversificación de la economía nacional, entendida como factor estratégico que nos permita potenciar nuevos sectores de actividad en el país, así como buscar mercados en el exterior, algo que repercutirá de forma muy positiva en la creación de puestos de trabajo y en el incremento de nuestra productividad.

En este punto, de nuevo, España tiene una oportunidad inédita no solo porque destaca en el mundo en virtud de su red de infraestructuras aéreas, terrestres, ferroviarias y marítimas, sino porque gozamos de una situación privilegiada en el sur de Europa, donde confluyen las principales rutas de tráfico de mercancías. Un ejemplo de ello, el balance general de nuestros puertos en 2022. El sistema portuario español está integrado por 46 puertos y cerró el último ejercicio con un importe neto de cifra de negocio de 1.190 millones de euros, récord atribuible, en gran medida, al aumento del tráfico de mercancías, que alcanzó los 563,3 millones de toneladas.Con todo, hay una realidad que debe hacernos reflexionar: el Instituto Nacional de Estadística corrobora que cada vez quedan más puestos de trabajo sin cubrir, unos 140.000 globales solo en el segundo trimestre del 2022; y muchos de ellos pertenecen a perfiles demandados por el sector de la logística o del transporte. No podemos permitirlo. No puede haber profesionales sin trabajo y trabajos que no encuentran profesionales.

Pese a que tenemos la capacidad de crear trabajo de calidad destinado a toda una generación de jóvenes, hoy sigue habiendo convocatorias de empleo que quedan desiertas. Todo, debido a una falta de acceso a formación específica y especializada que no se encuentra en el circuito universitario y que sin embargo estaría en disposición de ofrecer un porvenir próspero tanto en España como fuera de nuestras fronteras.

Los datos son incuestionables y apuntan a la formación profesional dual, que se realiza en régimen de alternancia entre el centro educativo y la empresa. Solo un apunte: la modalidad dual ya sitúa su tasa de inserción laboral en un 70%. No obstante, apenas representa el 4% del total de alumnos de FP, en virtud de los informes aportados por el Observatorio de Formación Profesional de CaixaBank Dualiza.

Por último, aparece uno de los retos nacionales ineludibles que como país debemos afrontar si queremos construir un futuro sólido: fortalecer y apoyar a las empresas españolas que aspiran a competir en igualdad de condiciones con compañías extranjeras. En términos de robustez, la estabilidad de un país se mide también por la de sus empresas, que están deseosas de aportar su granito de arena para contribuir a afianzar pilares fundamentados en el empleo y el desarrollo económico.

La marca país está estrechamente supeditada a la estabilidad de sus compañías nacionales porque, en muchos casos, esta se erige como la mejor carta de presentación en el extranjero. Es imprescindible, por tanto, que las instituciones españolas se acerquen al tejido empresarial, entiendan sus debilidades y amenazas y sean conscientes de las oportunidades que se abren como consecuencias de sus fortalezas adquiridas.

El transporte y la logística son ya una industria estratégica clave para el fomento de una economía fuerte y debería ser un ámbito fundamental en la configuración de políticas públicas nacionales y autonómicas. Dos datos relevantes: el sector representa el 12,54% del PIB de Galicia y el 14,4% del de Cataluña. Por todo ello, la actuación de nuestras instituciones es y será determinante en un camino compartido que debería contar con la experiencia y el conocimiento del ámbito empresarial, que tiene ganas de contribuir. Sobre todo, a la hora de apuntar claves de bóveda relevantes, señalar prioridades y alertar de potenciales problemas. De ese modo será posible promover un cambio necesario a partir de la construcción conjunta de un nuevo escenario.

Alfonso Cordero es CEO de Transcoma Grupo Empresarial

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