Berlín: más pisos, menos casas y más austeridad, ¿el fin del sueño alemán?

Los alemanes prefieren viviendas unifamiliares a bloques, pero el Gobierno tripartito quiere cambiar por razones ecológicas esa realidad

Vivienda diseñada por Mies van der Rohe en Berlín.René Müller

¿Nos tiene que decir el Gobierno cómo vivir? Que tengo que reducir la velocidad en carretera…, que tengo que viajar menos en avión…, o que viva en un piso y no en una casa unifamiliar… En Alemania no hay límite de velocidad en las autopistas, viajar por vacaciones al extranjero es una prioridad vital y vivir en casas en las afueras de las ciudades o en el campo es el sueño de las familias alemanas. Pero el cambio climático y el imperativo generado por la ...

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¿Nos tiene que decir el Gobierno cómo vivir? Que tengo que reducir la velocidad en carretera…, que tengo que viajar menos en avión…, o que viva en un piso y no en una casa unifamiliar… En Alemania no hay límite de velocidad en las autopistas, viajar por vacaciones al extranjero es una prioridad vital y vivir en casas en las afueras de las ciudades o en el campo es el sueño de las familias alemanas. Pero el cambio climático y el imperativo generado por la transformación verde exigen restricciones personales. Los alemanes prefieren vivir en casas unifamiliares. Consideran que los bloques de pisos son feos. De los 20 millones de edificios de viviendas, 16 millones son casas. El Gobierno tripartito, con verdes, socialdemócratas y liberales, quiere ahora reducir la cantidad de territorio ocupado por casas debido a razones medioambientales y climáticas. Con consecuencias para el sueño vital de la mayoría de la población. Ciudades como Hamburgo y Münster han empezado ya a regular la construcción de casas unifamiliares, en un país que sufre el efecto dónut: mientras los centros de las ciudades se vacían de residentes, se registra un boom en las afueras de las metrópolis por la fuerte demanda de casas en nuevas urbanizaciones con parques y zonas verdes.

“Los alemanes prefieren vivir en casas”, según el último estudio del Instituto de Economía alemana, IW, de Colonia. Aman la tranquilidad, el trabajo en el jardín y disponer de un garaje. El 66% de los alemanes vive en una casa frente al 33% que lo hace en una casa (en España esa relación es inversa, 34,1% en casas, 65,7% en pisos, según Eurostat, 2021). El dilema es que una casa ocupa mucho espacio, consume más energía, requiere más infraestructura e implica más tráfico. No es una opción ecológica. Aunque faltan viviendas, el tipo de construcción tiene un papel clave en la protección climática porque ocupa superficie que se necesita para el equilibrio ecológico. Manfred Miosga, profesor de Urbanismo de la Universidad de Bayreuth, opina que “los grandes retos ecológicos como la diversidad de especies, el agua potable, la protección medioambiental y el cambio climático reclaman espacio y superficies no asfaltadas.” Sucede todo lo contrario, cada vez se cementa más el espacio. Según la Oficina Federal de Medio Ambiente, la superficie ocupada por viviendas, carreteras y vías ferroviarias aumentó un 30% entre 1992 y 2021. La mitad de esa superficie está asfaltada o cementada y es impermeable al agua. Por otro lado, advierte Miosga, el consumidor atiende cada vez más a criterios sanitarios y ecológicos.

Cuando ya hace dos años Los Verdes apuntaron el dilema de las unifamiliares, el diario sensacionalista Bild reaccionó irritado argumentando que los ecologistas querían prohibirlo todo, el tabaco, la carne, el avión, los vehículos utilitarios deportivos y las casas. El debate político y económico de este verano se centra precisamente en la crítica a Los Verdes en el Gobierno por asumir un rol de instancia moral que no convence a los alemanes y que hunde a los ecologistas en las encuestas, posicionándose ahora tras la ultraderecha.

La ciudad de Münster acaba de presentar un proyecto de construcción urbanística adaptada al cambio climático, en el que regula, como Hamburgo, la construcción de casas. El plan es tajante: “No se contempla la construcción nueva de casas unifamiliares.” Los ánimos han estallado, sobre todo en el grupo democristiano, CDU; pero el alcalde conservador Markus Lewe lo ha explicado así: “No las prohibimos, pero vamos a apostar por viviendas más sostenibles y económicas, y por limitar el consumo de superficie.” Se preferirán bloques de varias viviendas, con superficies verdes y espacios de ocio. El objetivo es “una densidad razonable”. Y las casas unifamiliares serán la excepción.

¿Tan malo es vivir en una casa en lugar de un piso? También la Oficia Federal de Estadística argumenta que las casas unifamiliares consumen mucho espacio. Además, no solo dominan las casas unifamiliares, sino que se construyen a lo grande. Las viviendas de hoy cuentan con un 14% más de espacio que hace 20 años. Eso significa también que cuando los hijos se van de casa los padres se quedan en superficies excesivamente grandes para sus necesidades. Una incongruencia en un país en el que la mayoría de la población vive de alquiler. Solo el 42% de los hogares vive en una vivienda propia, el 58% paga alquiler.

El Gobierno se plantea ahora reducir la nueva construcción a 30 hectáreas por día para casas, carreteras y centros industriales. Hoy se están construyendo diariamente 55 nuevas hectáreas. También por el citado efecto dónut: el centro urbano se vacía porque los ciudadanos que se lo pueden permitir se trasladan a las afueras a casas unifamiliares en nuevas urbanizaciones.

En Alemania, la casa, el coche y las vacaciones forman parte de la esfera privada y mueven emociones. La política lo sabe y nadie se atreve a argumentar claramente en su contra porque se tiene las de perder. Tampoco el tripartito del canciller Scholz se atreverá con una regulación estricta de la construcción de casas familiares. En el contrato de coalición los tres partidos firmaron en 2021 que se comprometían a reducir la construcción mediante incentivos.

Miosga propone que se apruebe un plan concreto. El economista de IW, Michael Voigtländer, apuesta más por medidas federales para alcanzar el objetivo de las 30 hectáreas. La ministra de Construcción, la socialdemócrata Klara Geywitz, ve una oportunidad en la transformación de oficinas y locales en viviendas. Y la ministra de medio ambiente, Steffi Lemke, de Los Verdes, opina que habrá que delegar más responsabilidad a las ciudades y los municipios. Berlín no prohibirá la construcción de casas unifamiliares, pero está poniendo los pilares para concienciar y abrirse a nuevas posibilidades para reducir el espacio y los gastos para vivienda y apostar por una vida más austera.

A principios de julio en la feria New Housing de Karlsruhe se presentaron las minicasas, las llamadas tiny houses, de entre 20 y 50 metros cuadrados de superficie. El Estado de Baden-Württemberg acepta ya este modelo de vivienda en el marco de su “construcción inmobiliaria experimental” para que los municipios contemplen las tiny houses en sus planes de oferta de terrenos para la construcción de viviendas.

Lidia Conde es periodista y analista de economía alemana

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