El año de las paradojas y su parecido con 2013
Las Bolsas esperan que las alzas de tipos acaben pronto. Dan por superado el riesgo de recesión, igual que hicieron hace 10 años
El primer semestre de 2023 ha sido muy bueno para las Bolsas occidentales y de Japón y muy malo para las materias primas y para la Bolsa china.
Casi todo recuerda lo que sucedió hace justo 10 años, en 2013, cuando las Bolsas de EE UU y de Japón subían y las europeas, aunque con fuertes altibajos en el primer semestre, consiguieron cerrar el año con una ganancia del 18%. Las Bolsas chinas bajaron, en cambio, como ahora. Las materias primas bajaban de precio....
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El primer semestre de 2023 ha sido muy bueno para las Bolsas occidentales y de Japón y muy malo para las materias primas y para la Bolsa china.
Casi todo recuerda lo que sucedió hace justo 10 años, en 2013, cuando las Bolsas de EE UU y de Japón subían y las europeas, aunque con fuertes altibajos en el primer semestre, consiguieron cerrar el año con una ganancia del 18%. Las Bolsas chinas bajaron, en cambio, como ahora. Las materias primas bajaban de precio.
¿Dónde estará la clave de semejante comportamiento, en gran parte paralelo entre 2013 y 2023, al menos en los meses que van transcurridos del año?
La caída de precio de las materias primas en el primer semestre de 2023 (según el índice S&P GSCI Spot), con ser relativamente abultada (-7,5%), no revela las bajadas tan fuertes que han tenido alguno de sus componentes, como el de la energía y el de las materias primas agrícolas (ambos con -15%), y estos, a su vez, también ocultan la enorme dispersión entre sus elementos: desde el -38% del Gas Natural al +2,7% de la gasolina sin plomo, y desde el -28% del precio del maíz al +29% del precio del cacao. Solo sube el sector ganadero (+14%).
Resulta llamativo ver que el precio de las materias primas está bajando y, en cambio, las Bolsas occidentales y las de Japón estén subiendo. Y más, si el sector de los metales industriales cae, como es el caso, un 10%.
¿Es lógico que suban las Bolsas cuando los metales industriales y la energía están cayendo de precio? ¿No son estas fuertes caídas señal de la debilidad acusada de la demanda en la economía global, lo que debería estar imponiendo una caída de las Bolsas?
Cuando se observa que el precio del gasoil baja en lo que va de año un 23% la perplejidad aumenta. ¿Por qué fijarse en el gasoil? Porque se supone que es un buen indicador del grado de actividad económica, no solo porque las industrias consumen mucho, sino también porque es el combustible utilizado por los camiones, cuyo grado de movilidad es, a su vez, un buen indicador de la evolución del PIB (en EE UU el transporte por carretera está en una depresión y a punto de llevar a la quiebra a empresas como la gigantesca Yellow).
Sin embargo, a pesar de que esos indicadores de actividad son malos, se supone que la economía de EE UU podría haber crecido un 1,9% en el segundo trimestre, lo que podría cuadrar bien con la subida de los índices de Bolsa allí. Pero ¿no es esa explicación totalmente oportunista e inconsistente con que en Europa las Bolsas estén subiendo, a pesar de que la eurozona lleva ya dos trimestres en recesión técnica?
A la vista del panorama descrito parece natural concluir que la mayor parte de las explicaciones que se dan sobre la evolución de las economías y de las Bolsas tienen un punto en común con la ambición de querer retener el agua en un cedazo o en una cesta.
Quizás el año 2013, como se ha indicado más arriba, pueda venir en nuestra ayuda. En aquel año parte de la economía global salía de una recesión que era ya la segunda de las provocadas por la crisis financiera. En la eurozona, esa segunda recesión había sido muy dura, punteada por la crisis del euro y por la subida equivocada en dos ocasiones de los tipos de interés por el BCE. En Japón las cosas se habían complicado aún más por el maremoto que afectó a la central nuclear de Fukushima, mientras que EE UU se había librado de la recesión por los pelos, llegando a crecer prácticamente cero en algunos momentos de 2012. Para colmo de males, en enero de aquel año el comercio global volvió a caer en tasa anual (igual que hace un par de meses) y tras la buena noticia de PIB en EE UU en el primer trimestre de 2013, en mayo de ese año, el presidente de la Reserva Federal anunció que iban a empezar a retirar los estímulos monetarios (a raíz de lo cual los mercados se cogieron una rabieta que duró muy poco, ya que la retirada se retrasó aún dos años; a esa rabieta se la recuerda en inglés con la expresión taper tantrum). Pero las Bolsas occidentales y de Japón siguieron subiendo.
El año 2013 fue, por tanto, un año en que los rigores de la segunda recesión fruto de la crisis financiera empezaron a dar paso a un proceso expansivo que habría de durar hasta 2020. Los mercados apostaron acertadamente por una mejoría de la situación y las economías (también la española) confirmaron esa expectativa. Lo que no fue óbice para que el precio de las materias primas siguiera inmerso en el ciclo secular bajista iniciado en 2011. Paradoja, pues: crecimiento económico y subida de las Bolsas, a pesar de la caída de precio de las materias primas.
Una expectativa similar es la que parece estar hoy ante nuestros ojos: las Bolsas, como llevan haciendo desde hace 12 meses, esperan que la subida de tipos de interés se termine pronto. Dan por hecho que la amenaza de recesión ha quedado atrás, igual que hicieron en 2013, y por eso, se están comportando de la misma manera.
Juan Ignacio Crespo es estadístico del Estado y analista financiero
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