Pedro Sánchez, víctima de sus políticas, no de la economía

El votante olvida la buena marcha económica, apabullado por el agresivo discurso ideológico del Gobierno, que ha asumido las tesis de Podemos

El líder del PSOE Pedro Sánchez (c), su mujer Begoña Gómez (d), y Carmen Calvo (i).JuanJo Martín (EFE)

El miércoles se produjeron dos noticias en ámbitos muy diferentes y con tono contrapuesto que pueden ser un buen resumen de la legislatura. Por un lado, la OCDE revisaba al alza las previsiones de crecimiento del PIB en España para este año y el que viene, situándolas en niveles que avalan las proyecciones del Gobierno. Por otro, el Tribunal Supremo confirmaba las duras críticas a la ley del solo sí es sí, al rechazar el recurso de la Fiscalía contra las rebajas de penas aplicadas en diferentes instancias judiciales.

Estas dos noticias, elevadas a categoría, vendrían a señalar que el Gobierno ha acertado básicamente en la gestión económica, de ahí su reconocimiento en buena parte de los organismos internacionales (OCDE, FMI o UE). Y, sin embargo, se ha equivocado en sus actuaciones más políticas, en leyes como la mencionada, la de personas trans o la de vivienda. Normas sacadas adelante con el concurso del independentismo radical de izquierdas (ERC y Bildu), tras el indulto a los políticos presos por el proceso soberanista en Cataluña y la rebaja en las penas de los delitos de sedición y malversación.

El acierto está sustentado en los datos y en el aval internacional, que precisamente es donde mejor está percibido Pedro Sánchez y su Gobierno, cuya política económica ha estado en manos de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, quien ha construido buena parte de su carrera profesional en instituciones europeas. Calviño ya ha anunciado que se descuelga de los planes futuros de Sánchez; no los debe ver muy claros, y esperará a capitalizar en Bruselas su gestión en España.

Los errores de Sánchez, en cambio, parecen más difíciles de objetivar, ya que se trata de actuaciones políticas con mucha carga ideológica. Pero aquí también hay datos que ayudan a calificar. La ley del solo sí es sí abrió en canal la coalición de Gobierno, hasta el punto de que el PSOE la enmendó con el apoyo del PP y la oposición de Podemos, y la ley trans provocó la división entre los socialistas, como se reflejó en la sonada abstención de Carmen Calvo.

La diputada socialista andaluza, que está lejos del feminismo de Podemos que representan las ministras Ione Belarra e Irene Montero, empezó esta legislatura como candidata número 2 de Pedro Sánchez por Madrid y luego vicepresidenta 1ª del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Tanta cercanía para terminar de tertuliana en la SER haciendo frente a Pablo Iglesias y como número 1 de las listas por Granada para el 23-J.

El recorrido de Carmen Calvo muestra cómo Pedro Sánchez optó por asumir buena parte del programa de Podemos para agotar la legislatura y quitarse de en medio a quienes no estaban dispuestos a seguir su camino. Al tiempo, fue premiando a los miembros del gabinete más flexibles, los que asumían sus postulados sin rechistar demasiado, como es el caso de las vicepresidentas Nadia Calviño y Teresa Ribera, la sustituta de Calvo en las listas electorales por Madrid.

El coste de esta estrategia se vio en el comportamiento de los ciudadanos en las autonómicas y municipales. Ha sido el juicio al Gobierno central, aunque no se le votaba, como bien ha reconocido el propio Sánchez al anticipar las elecciones generales. El sonoro golpe a PSOE y Podemos es la evidencia de que el votante ha obviado la buena evolución de la economía, con casi 21 millones de personas trabajando y cotizando a la Seguridad Social; lo nunca visto. La clave del voto ha estado en la fatiga ideológica provocada por un Gobierno que se alejó del centro para entenderse con la izquierda más extrema e independentista.

Pedro Sánchez tuvo la oportunidad de llevar la coalición de Gobierno hacia el centro, metiendo a Ciudadanos en la ecuación, como pasó a primeros de mayo de 2020 en la votación de una de las prórrogas del estado de alarma. El Gobierno sacó adelante su propuesta con el apoyo de 178 parlamentarios: PSOE (120), Podemos (35), Ciudadanos (10), PNV (6), Más País (2), Coalición Canaria (2), Compromís (1), PRC (1) y Teruel Existe (1). Aquella alianza fue mero espejismo, Sánchez enseguida asumió la mayoría que le proponía Pablo Iglesias con ERC y la innecesaria Bildu, lo que le alejó definitivamente del centro, para regocijo del PP y Vox.

José Luis Rodríguez Zapatero perdió las elecciones generales de 2011 y dio paso a la mayoría absoluta de Mariano Rajoy (186 diputados del PP), como consecuencia de la mayor crisis económica de España desde la Guerra Civil, en un contexto de crisis financiera mundial. Zapatero tendrá un sitio en la historia porque con su Gobierno finalizó la actividad ETA y por los avances en materia de igualdad, derechos sociales y libertad; con él se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Nada de esto le sirvió para aliviar el golpe electoral; la economía terminó con Zapatero.

Doce años después, la paradoja es que a Sánchez no le va a servir la gestión de las cuentas y hay serias dudas sobre la huella que dejarán sus políticas sociales y de igualdad. Ha cometido tantos errores no forzados, que dirían en el tenis, que costará separar el grano de la paja. En el reto territorial, es cierto que las medidas de Pedro Sánchez han desinflamado el debate soberanista en Cataluña, pero su política de pactos ha revitalizado al independentismo vasco en detrimento de los moderados de PNV. Tarde o temprano saldrá la factura.

Aunque Sumar reagrupe todo lo que hay a la izquierda del PSOE, menos al independentismo, las probabilidades de reeditar un gobierno de izquierdas son ínfimas. El PP ha cogido claramente la ola y hay encuestas independientes que le sitúan en 154 escaños y subiendo. Si sigue la progresión, porque Alberto Núñez Feijóo consigue convencer al votante de Vox de que él es la mejor opción para el cambio de ciclo, el PP podrá gobernar en solitario con los apoyos de los partidos periféricos habituales. Todo apunta a que Pedro Sánchez va a colocar al PSOE con el menor poder político de la democracia. Menuda herencia.

Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense

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