Un coste y una oportunidad reputacional para la banca

Aunque no haya razones financieras para competir por el ahorro, sí existen motivos de responsabilidad corporativa para hacerlo

Banco de España, fotos ambiente durante el estad de alarma por coronavirus.Pablo Monge Fernandez (CINCODIAS)

La solvencia de la banca española resiste sin problema un análisis comparativo con sus rivales europeos como resultado de la combinación de una regulación exigente y una política monetaria que sopla a favor del sector, y ha ensanchado golosamente sus márgenes. La comparativa, sin embargo, flaquea, por no decir que suspende, en cuanto a la política de remuneración del ahorro, que en España está considerablemente por debajo de la media europea. Así, el tipo de interés que ofrecen los depósitos en las entidades españolas es todavía un 35% menor que la media europea, pese a haber dado un salto notable en el mes de marzo. El ejercicio resulta todavía menos favorable si se analiza país por país, porque en algunos, como Francia e Italia, la remuneración de los depósitos duplica casi la de España.

Tanto el Banco de España como el BCE han lanzado mensajes inequívocos al sector sobre la necesidad de abrir el grifo y mejorar esa anémica remuneración, en un contexto de encarecimiento del precio del dinero que ha elevado la factura de las hipotecas y los créditos personales para las familias, pero no ha mejorado la rentabilidad de sus ahorros.

Es cierto que la banca no tiene razones financieras para iniciar una ofensiva comercial de captación del ahorro, puesto que su liquidez es abundante y sus márgenes de negocio se han ensanchado, en algunos casos, incluso por encima del 40%. Ello explica que en el sector se haya asistido con pasividad a una sangría de retirada de liquidez que, en el caso de las seis grandes entidades, suma 35.000 millones de euros en los tres primeros meses del año. Parte de esa caída se explica por razones estacionales, pero el resto es fácilmente atribuible a un cliente que busca en otro producto financiero, ya se trate de fondos de inversión o de letras del Tesoro, el partido que no le saca a su depósito.

Aunque no haya razones financieras para competir por el ahorro, sí existen motivos reputacionales para hacerlo. Junto a las recomendaciones de los reguladores, el contraste entre unos hogares presionados por la inflación y cargados con la creciente factura de las hipotecas y otros créditos y una banca que nada en liquidez y amplía los márgenes de negocio, pero remunera cicateramente el ahorro, no constituye el mejor de los mensajes en términos de reputación corporativa, y sí la pérdida de una oportunidad para mejorarla.

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