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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Lo único bueno del caso Ferrovial son sus lecciones

Si desde el Ejecutivo se han cargado las tintas en exceso, no es menos cierto que la empresa tampoco se ha esmerado. Y el perjuicio por la ausencia de un clima de entendimiento lo pagamos todos

CINCO DÍAS
Entrada al auditorio de la ONCE donde se celebró la junta general de accionistas de Ferrovial 2023
Entrada al auditorio de la ONCE donde se celebró la junta general de accionistas de Ferrovial 2023Pablo Monge Fernandez

El culebrón Ferrovial ha tenido un final de temporada a la altura de los preliminares. La junta de accionistas discurrió por los anodinos senderos de estos encuentros, si bien por momentos España parecía estar viviendo, una mañana de jueves, un clásico de futbolístico sin polémica arbitral y con un cierto desequilibrio entre las aficiones. Son cosas de una polarización política tan grotesca como alejada de la realidad del país. La realidad es que Ferrovial ha tomado una decisión, los accionistas la han apoyado por abrumadora mayoría y, si se cumplen las condiciones (en particular la limitación de los descuelgues), la operación se ejecutará. Hacienda revisará que cumpla la normativa. Es su obligación.

La marcha de Ferrovial es una mala noticia, más para la imagen de la economía española que para la propia economía. Por eso también ha sido obligación del Gobierno pelear contra esta decisión; en ninguna cabeza cabe que el ayuntamiento de Logroño (por poner un ejemplo aleatorio) no luchara para evitar la deslocalización de una sede corporativa pese a que la fábrica se mantuviera. Otra cosa son las formas o el tono. Y, si desde el Ejecutivo se han cargado las tintas en exceso, no es menos cierto que la empresa tampoco se ha esmerado. No comunicar al Gobierno la decisión hasta el último segundo no sugiere un profundo compromiso con España.

Está fuera de duda que tiene todo el derecho a mover su sede. Y si desmiente motivos fiscales no hay que dudar de su palabra (además, además, está en mano del Gobierno verificarlo). A salvo de eventuales cuestiones que no trasciendan, el argumento más sólido es la cotización en EE UU. Motivos como la triple A holandesa son, desde un punto de vista financiero, pueriles, y apelar a la seguridad jurídica es, siendo benevolente, una torpeza.

No sería realista plantear que Madrid compita con Nueva York como centro financiero, y es cierto que el sector en el que opera Ferrovial es muy apetecible para los grandes fondos. Ahora, Madrid sí debe competir con Ámsterdam, y a la vista está la ventaja holandesa. CNMV y Economía deben trabajar para equilibrar el terreno de juego cuanto antes, pensando ya en la siguiente Ferrovial, pues no es la única multinacional española. Quizá si empresa y Gobierno se hubieran sentado de buena fe esto no habría ocurrido. O sí, pero el proceso habría sido más normal. Seguramente no haya un motivo o culpable único, y algo tendrá que ver la situación política. Pero el perjuicio por la ausencia de un clima de entendimiento lo pagamos todos.

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