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Editorial
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Primeras lecciones de la crisis de SVB

Lo ocurrido con la entidad es un ejemplo del papel que juega el factor tiempo para limitar un efecto dominó capaz de incendiar un sistema financiero

CINCO DÍAS

La crisis desatada en EEUU por el colapso de Silicon Valley Bank (SVB) constituye un buen ejemplo del incalculable valor del factor tiempo a la hora de frenar un vertiginoso efecto dominó capaz de incendiar todo un sistema financiero. Pese a que todavía es pronto para dar por hecho que la crisis esté bajo control, el discurso del presidente Joseph Biden, quien garantizó el respaldo de todos los depósitos, y los rápidos cortafuegos habilitados por el Tesoro de EE UU y por la Fed, que protegieron los depósitos y abrieron líneas de liquidez para entidades en posibles dificultades, generó ayer una previsible ola de ventas en los mercados, pero también redujo de forma sustancial la sangría de dinero saliente de parte del sistema financiero.

Los efectos de la crisis y del plan de choque para atajarla se harán sentir de muy diversas formas. Por un lado, el descalabro beneficiará a la gran banca estadounidense, más regulada, más solvente y percibida, ahora más que nunca, como más segura, la cual se ha erigido en las últimas horas como destino privilegiado de los fondos que están saliendo de la banca regional. Por otro, es previsible que se produzca un encarecimiento del crédito y una reducción del volumen de los préstamos, algo que algunos analistas aventuran que podría llegar también a Europa, pese a las diferencias de regulación entre ambos sistemas.

Entre las primeras lecciones que pueden extraerse de la crisis destacan al menos tres. La primera es la necesidad de no bajar la guardia ni relajar los controles de supervisión sobre la solvencia de los sistemas financieros en su totalidad, unas normas que en EEUU son mucho más exigentes en el caso de la gran banca que en el de la pequeña. La segunda es la extrema sensibilidad de los actuales mercados financieros, altamente interconectados y completamente digitalizados, lo que permite retirar un volumen de fondos que, en el caso de SVB, fue equivalente a 500.000 dólares por segundo durante un periodo de 24 horas. Y la tercera, la importancia de no subestimar el valor de la transparencia, la agilidad y la rapidez en la toma de decisiones para devolver la confianza al mercado, o al menos frenar el pánico, y evitar un contagio sistémico descontrolado, destructivo e inmediato.

Los próximos días comenzarán a desvelarse detalles sobre el estado financiero de SVB y las razones concretas de su colapso, una información que debería servir para reexaminar y optimizar los criterios de supervisión sobre unos sistemas financieros cada vez más complejos y flexibles, pero no necesariamente más transparentes.

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