Cómo planificar e invertir para la jubilación
De los planes de pensiones a los fondos de inversión y los activos alternativos

Hace unos días, Inverco publicaba que el ahorro medio de los españoles en planes de pensiones había marcado en 2024 un récord de 12.600 euros por partícipe, lo que suponía un incremento del 9% respecto a la cifra del año anterior. Este incremento se produce en un contexto en el que el ahorro total acumulado en planes individuales superaba los 92.000 millones de euros, una subida impulsada “por la revalorización de los mercados financieros, lo que permitió compensar las prestaciones netas negativas derivadas de la reducción en los límites de aportación”.
El organismo también señalaba que el número de partícipes había caído un 0,4% a final del año pasado, hasta situarse en 7,31 millones, lo que significa que el 15% de la población española cuenta con un plan de pensiones. ¿Es suficiente?
En los últimos años, las rebajas al límite máximo de 1.500 euros que se puede aportar al plan de pensiones individual han hecho que estos productos pierdan atractivo como única herramienta para preparar la jubilación. Sin embargo, a pesar de esa cantidad, siguen siendo una buena herramienta -por su tratamiento fiscal y por su carácter ilíquido- que el ahorrador puede incorporar dentro de una estrategia de inversión que abarque también otras alternativas.
Las aportaciones a planes de pensiones permiten reducir la base imponible del IRPF, lo que se traduce en un menor pago de impuestos en el año de la aportación.
En cuanto a la iliquidez, lo que durante años fue considerado una desventaja hoy se ve como un mecanismo de protección frente al gasto impulsivo y a las decisiones más de corto plazo. ¿El motivo? Si el dinero que se está destinando a invertir en el plan de pensiones no se necesita, el hecho de no poder disponer de él hasta que se produzca alguna de las contingencias previstas -más los supuestos excepcionales de iliquidez- hace que el ahorrador se comprometa a largo y refuerce su compromiso con su futuro.
El plan de pensiones, necesario, pero no suficiente
Para planificar la jubilación y determinar qué tipo de plan y de productos conviene, lo prioritario es hacer un ejercicio de planificación financiera personal: definir metas, estimar ingresos y gastos, y analizar el patrimonio disponible. Solo así se puede construir una estrategia a medida que combine distintas soluciones, en función del perfil y las necesidades de cada persona.
En este sentido, y a la hora de proyectar nuestra vida a largo plazo y ver qué vamos a querer hacer en cada etapa, es fundamental que nuestro asesor financiero tenga en cuenta el escenario de vidas más largas en el que nos encontramos. Porque si no retrasamos la edad legal de jubilación, la realidad es que vamos a pasar un tercio de nuestra vida como jubilados, por lo que nuestros gastos durante esa etapa en la que ya no trabajamos se van a incrementar considerablemente.
“Vamos a vivir más años, pero financieramente no estamos mejor preparados. Por eso es fundamental pensar en nuestra jubilación no como un punto final, sino como una nueva etapa vital, más larga, activa y exigente en lo económico”, recordaba en un webinar reciente sobre longevidad Henar Reguera, socia del área comercial de Abante.
Este nuevo paradigma requiere complementar el plan de pensiones con otras herramientas. Los fondos de inversión son una opción habitual, no solo por su fiscalidad (posibilidad de traspasar sin tributar), sino por su flexibilidad y liquidez. También permiten construir una estrategia de inversión adaptada a distintos horizontes temporales, combinando carteras más conservadoras para cubrir necesidades inmediatas con otras más dinámicas para el largo plazo.
En el webinar también se ponía el acento en que cuando nos jubilamos no hace falta ser conservador con nuestra inversión necesariamente -siempre dependerá del plazo, del perfil de riesgo y de los objetivos- y tampoco hay por qué rescatar el plan de pensiones inmediatamente o reembolsar otras inversiones. En este punto, y especialmente cuando se tiene plazo por delante, es conveniente incluir también activos más allá del mundo cotizado.
Si vamos a vivir más y estar activos más tiempo, también tendremos más plazo para rentabilizar nuestro patrimonio. La clave es pensar en el tiempo real que tenemos por delante y en que las inversiones alternativas, siempre que cumplamos ciertas condiciones, pueden ser una buena opción para sacarle más partido a nuestro dinero. Productos como el private equity o las infraestructuras pueden aportar valor añadido en carteras bien estructuradas, siempre dentro de un porcentaje razonable y alineado con nuestros objetivos.

