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La Fed baja tipos y abre una nueva etapa: claves para la recta final del año

¿Qué puede esperar ahora el inversor?

La Reserva Federal de Estados Unidos ha bajado esta semana los tipos de interés en 25 puntos básicos, situando el rango oficial en el 4% y el 4,25%. Se trata del primer movimiento a la baja en este ciclo de normalización monetaria, y aunque el mercado lo tenía ampliamente descontado, la atención no estuvo tanto en el recorte como en el discurso de Jerome Powell.

El presidente del banco central optó por un tono prudente, evitando lanzar señales demasiado agresivas sobre el ritmo futuro de bajadas. “Lo más interesante, como siempre, estaba en la literatura, en la semántica”, señalaba Marta Campello, socia y gestora en Abante. “Powell fue bastante prudente y sensato al explicar la estrategia que va a seguir la Fed. Habló de risk management, que se centra, básicamente, en ver cuál es la estrategia adecuada para la nueva situación macro”, añadía Campello.

Ese concepto de gestión del riesgo resume bien la filosofía que guía ahora a la Fed: evitar tanto el error de quedarse demasiado tiempo con unos tipos altos, como el de aflojar demasiado pronto y reavivar las presiones inflacionistas, todo con el escenario mediático de Donald Trump como telón de fondo y con la vista puesta en el impacto de los aranceles.

Señales mixtas desde el mercado laboral

Uno de los factores clave para el banco central es el comportamiento del empleo. Agosto dejó datos que apuntaban a cierta pérdida de dinamismo, con varios indicadores enfriándose. “Todos los indicadores de empleo se habían enfriado”, recordaba Campello, aunque matizaba que “no había que cogerlos con literalidad porque podría haber un cierto ajuste estacional”.

Las solicitudes semanales de subsidio por desempleo que hemos conocido esta semana han caído en 33.000 peticiones, una de las mayores bajadas de los últimos años, hasta situarse en 231.000. Aunque este tipo de movimientos pueden estar influenciados por factores técnicos, lo más prudente es verlos como un ajuste en los datos más que como una señal clara de mejora.

La Reserva Federal actúa bajo un doble mandato que guía todas sus decisiones: por un lado, mantener la estabilidad de precios; por otro, promover un mercado laboral sólido. Este equilibrio no siempre es fácil de gestionar, especialmente cuando hay ciertas presiones que van más allá del ámbito económico. En la actualidad, ese dilema está muy presente porque la inflación persiste por encima del nivel objetivo del 2%, lo que obliga al banco central a moverse con extrema cautela. Y el dato de inflación de agosto lo confirma: la medida preferida por la Fed -el PCE subyacente- subió al 2,9% interanual, frente al 2,7% de hace un año.

En palabras de Powell: “La inflación se ha moderado en el último año, pero sigue por encima de nuestro objetivo a largo plazo del 2%. Las expectativas de inflación a largo plazo parecen mantenerse bien ancladas, como reflejan diversas encuestas a hogares, empresas y expertos, así como las medidas procedentes de los mercados financieros.”

En esta reunión, solo un miembro del comité -el candidato propuesto por Donald Trump- votó a favor de un recorte mayor, de 50 puntos básicos. El resto del comité se mantuvo alineado con una estrategia más gradualista. Por ahora, el consenso del mercado anticipa otras dos bajadas de tipos antes de que termine el año, aunque el banco central ha evitado comprometerse con un calendario concreto.

¿Cómo ha reaccionado el mercado? ¿Y qué debe tener en cuenta el inversor en un año marcado por la debilidad del dólar? La renta variable respondió con fuerza: el S&P 500 y el Nasdaq marcaron nuevos máximos históricos, impulsados por la moderación del discurso y por el buen comportamiento de sectores como el de semiconductores. También las small caps, más sensibles al entorno de tipos, se beneficiaron del movimiento. En los mercados de renta fija, el bono estadounidense a 10 años se mantuvo estable en torno al 4,20%, mientras que el dólar mostró pocos cambios.

La combinación de inflación resistente, empleo sólido, pero con matices y un banco central que pisa el freno con cuidado puede plantear retos y oportunidades para los inversores. En este contexto, es más importante que nunca tomar decisiones de forma profesionalizada, con visión de largo plazo y una estrategia construida desde el análisis y la diversificación.

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