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Aprovechar el verano para pensar en nuestros objetivos, vitales y financieros

Hacernos las preguntas adecuadas y conocernos será la hoja de ruta para las vacaciones

Ilona Shorokhova (Getty Images)

Normalmente, tendemos a utilizar las tan ansiadas y esperadas vacaciones de verano para desconectar. Salimos de la rutina, cambiamos de hábitos y tenemos mucho más tiempo libre. Un cóctel que nos suele llevar a aprovechar los días de descanso para ponernos al día con la lectura que tenemos pendiente.

Llevarnos un libro, una tablet o un ebook en la maleta de las vacaciones suele ser un gesto muy habitual en verano, al que este año le podemos añadir un cuaderno en blanco que nos permita escribir sobre todo lo que nos gustaría que nos pasara. No se trata de hacer la carta a los Reyes Magos para septiembre, sino de aprovechar el tiempo y las hojas en blanco para reflexionar sobre nuestros objetivos vitales.

A veces, la rutina nos impide pararnos a pensar sobre qué es lo que realmente nos gustaría hacer en el futuro, sobre qué es lo que realmente nos importa y nos preocupa. Es decir, sobre nuestro propio proyecto biográfico.

Se trata de hacernos una serie de preguntas que nos ayuden a ver si realmente estamos haciendo lo que verdaderamente nos gusta y nos hace felices y si las acciones que estamos haciendo en el presente nos pueden llevar a los objetivos que tenemos a más largo plazo. Este ejercicio también resulta muy útil porque nos obliga a pensar en el futuro y a plantearnos cuestiones que, aunque nos puedan incomodar en un primer momento, nos van a dar más tranquilidad y certidumbre al enfrentarnos a ellas. Porque la clave está en pasar de la preocupación a la ocupación.

¿Qué es realmente importante para mí? ¿Estoy a gusto con las decisiones que he tomado en los últimos años? ¿A qué me gustaría dedicar realmente mi tiempo? ¿Qué me gustaría ser? ¿Estoy tranquilo con la situación personal, financiera, familiar y profesional que tengo en la actualidad o me gustaría hacer algún cambio? ¿Cuento con los recursos económicos suficientes para llevarlo a cabo? ¿Si mañana me pasa algo he dejado a mi familia cubierta? ¿Si no puedo seguir trabajando porque algo me lo impide, tengo un plan para mí y para las personas que quiero?

Aunque las preguntas, obviamente, dependerán de la situación particular y de las necesidades y objetivos de cada uno de nosotros, las anteriores pueden ser una hoja de ruta que nos sirvan para empezar a pintar nuestra vida. Verbalizar esas respuestas es lo que nos va a ayudar a definir y a reflexionar sobre nuestro propio proyecto biográfico para, después, poder pasar a la acción.

Y es que, lógicamente, muchas de las cosas que respondamos solo sucederán si contamos con los recursos económicos suficientes. Porque todo plan personal necesita de un plan financiero para llevarse a cabo, pero siempre en ese orden: primero la parte personal y luego la financiera.

Dependiendo de si nuestros objetivos y preocupaciones son a más corto o largo plazo, del coste que tengan, de los recursos financieros que tengamos, de nuestra capacidad de ahorrar, de nuestras necesidades de liquidez, de nuestro nivel de gastos y de endeudamiento, podremos hacer un ejercicio de planificación financiera que nos ayude a ver los diferentes escenarios y estrategias que tenemos para invertir nuestro dinero y conseguir la rentabilidad que necesitamos para cumplirlos.

Esa es la parte sobre la que podemos hablar más fácilmente y poner en números, pero a la hora de poner nuestro dinero a trabajar hay un factor que es vital y que no se nos puede pasar por alto: el nivel de riesgo que podemos asumir.

Marta Campello, socia y gestora de fondos en Abante, habló recientemente en Finect Talks de lo importante que es que un inversor sepa cuál es su aversión al riesgo y cómo de nervioso se va a poner por el camino si, por ejemplo, invierte en una cartera de bolsa a largo plazo. ¿Va a ser consciente de que es normal que haya caídas en el mercado y que las sufra temporalmente en su inversión? ¿Estará tranquilo?

Asumir esta parte es fundamental para estar realmente bien invertidos. Si no somos capaces de asumir riesgo porque estamos intranquilos vamos a correr el riesgo de tomar decisiones irracionales movidos por las emociones y por el nerviosismo. Por eso, es importante definir nuestro perfil de riesgo y que sea una variable más que nos permita invertir como realmente necesitamos para cumplir nuestros objetivos, teniendo en cuenta todas las preguntas que nos vamos a hacer este verano.

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