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Coleccionistas, ¿por qué pagar por el valor futuro?

La importancia de establecer relaciones a largo plazo

Liu Zhijiang, empresario chino y coleccionista de arte en su oficina, Buenos Aires, Argentina, 28 Marzo 2023.
Liu Zhijiang, empresario chino y coleccionista de arte en su oficina, Buenos Aires, Argentina, 28 Marzo 2023.Valentina Fusco

A lo largo de nuestra vida compramos, usamos, tiramos o vendemos cosas. Y muy pocas veces, salvo que el valor sentimental sea alto, nos paramos a pensar si, en el futuro, ese objeto tendrá más valor por el simple hecho de ser una antigüedad. Entonces, ¿tenemos que almacenar todo lo que tenemos?

El 21 de abril de 1989 salió a la venta la Nintendo Game Boy. Una consola que, en aquel momento, era el futuro. Costaba 113,59 euros, aproximadamente. Con los cambios tecnológicos que han ido surgiendo a lo largo de los años, se quedó desactualizada poco tiempo después por procesadores, memorias RAM y efectos visuales más potentes.

Las personas, y más con los objetos tecnológicos, siempre buscamos la novedad, lo más potente, la última generación. Y poco a poco esas consolas en blanco y negro -con un peso considerable para el tamaño que tenían- se quedaron obsoletas. Lo mismo ha pasado con monedas, iPods, iPhones, cintas VHS, vinilos, coches de época, etc.

Hoy, muchos de esos objetos que hemos nombrado se están vendiendo por el doble de su precio original en subastas y tiendas de segunda mano. Y por mucho más si estos conservan el embalaje original y todas las piezas. La nostalgia ha hecho que muchas cosas que, aparentemente no eran coleccionables, lo sean. Le ha dado valor sentimental, que es el único incalculable.

En 2022 se vendió una Game Boy con juegos por 902 euros. Las primeras ediciones de los libros de Harry Potter que contienen una determinada línea de impresión se venden por cifras de hasta 55.000 euros. Una cinta VHS de La Bella y la Bestia alcanzó los 8.000 euros en 2016. El vinilo del Led Zeppelin con las letras color azul oscila los 1.500 euros. Un Ferrari color rojo de 1955 (410 sport spider por Scaglietti) se situó en 22 millones de euros en una exposición en Monterey.

¿Tiene todo valor pasado un tiempo?

Hasta hace unos años, el coleccionismo se centraba en el arte. Ya sea en cuadros, sellos especiales, fotografías, etc. Pequeños objetos que guardaban tesoros. A lo largo del tiempo se ha diversificado en edad y en tipología, pasando de ser un acto emocional a un acto económico. ¿Dónde quedó la esencia de las colecciones o de los objetos edición limitada?

Hace poco, para conmemorar el décimo octavo cumpleaños de la Princesa de Asturias la Casa Real española lanzó unas monedas con su rostro por 40 euros y unos sellos por 3 euros. En el caso de las monedas, tal y como explican en Cinco Días, están compuestas por plata de 925 milésimas y cobre, pesan 18 gramos, tienen 33 milímetros de diámetro y serán distribuidas a través del Banco de España y las entidades públicas designadas, según explican desde la institución. ¿Aumentarán su valor con el paso del tiempo?

El valor del largo plazo

El concepto del coleccionismo guarda similitud con las inversiones en productos financieros a largo plazo. Cuando inviertes en un fondo de inversión, por ejemplo, compras en un momento determinado y esperas, teniendo en cuenta su recorrido, que su valor aumente. Esperas ganar rentabilidad dentro de un tiempo, es decir, que lo que has invertido sea mayor.

Si inviertes en un coche antiguo, una colección única de fotografías u obras de arte, por ejemplo, puede ser que lo materialices o no, pero la esencia de invertir el para futuro y de pensar en que esa adquisición se está revalorizando y ganando valor siempre está ahí.

El concepto de largo plazo es lo comparable en ambos casos. ¿Por qué es tan importante? Por ejemplo, cuando miramos nuestra situación financiera y patrimonial, muchas veces nos enrocamos en el corto plazo, ¿qué pasará mañana? Pero ¿y si miramos más allá? ¿Y si pensamos en nuestros objetivos a futuro? En para qué queremos exactamente hace esa inversión; qué queremos conseguir.

Habrá personas que prefieran dejar un legado como una colección a sus hijos y nietos. Habrá otros que quieran en 20 años pagarles a sus hijos un máster en Estados Unidos y estén invirtiendo en algún producto financiero para conseguir ese dinero. No hay una decisión mejor que otra, son distintas, tienen diferentes propósitos y siempre dependerá de la situación personal y las necesidades de cada uno.

La diferencia reside en el valor sentimental y el precio. ¿Por cuánto estarías dispuesto a vender algo que para ti es importante? ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por hacer o tener eso que siempre has querido? ¿Pesará más lo económico o lo sentimental?

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