Radiografía de la IA en Bolsa: claves para invertir entre el miedo a la burbuja y la euforia tecnológica
La inteligencia artificial lidera las subidas en Bolsa, pero los altos múltiplos y la concentración del mercado generan alertas de sobrevaloraciones
La inteligencia artificial se ha convertido en la gran protagonista de los mercados en 2025 y promete estar en el centro de atención del mundo inversor en 2026. En apenas dos años, el auge de los modelos generativos, la carrera por construir centros de datos cada vez más potentes y el dominio de unos pocos gigantes tecnológicos han catapultado la capitalización del sector hasta niveles inéditos. Y los inversores, deslumbrados por la magnitud de las subidas,...
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La inteligencia artificial se ha convertido en la gran protagonista de los mercados en 2025 y promete estar en el centro de atención del mundo inversor en 2026. En apenas dos años, el auge de los modelos generativos, la carrera por construir centros de datos cada vez más potentes y el dominio de unos pocos gigantes tecnológicos han catapultado la capitalización del sector hasta niveles inéditos. Y los inversores, deslumbrados por la magnitud de las subidas, alimentan un debate que divide a analistas y gestores: ¿estamos ante una burbuja a punto de estallar por expectativas desmesuradas o es momento de subirse en marcha al tren de la IA?
Nvidia, que era hace no mucho un fabricante especializado en tarjetas gráficas para videojuegos, se ha convertido en la pieza central de la nueva era digital y ya es la empresa más valiosa del mundo con una capitalización de más de 4,4 billones de dólares. En los dos últimos años sube un 270% en Bolsa. Microsoft y Alphabet han reorganizado por completo sus estrategias para integrar la IA en todos sus productos y servicios. Y la sensación en el mercado es que todo lo que toca la IA es capaz de subir vertiginosamente. Hasta compañías de la vieja economía, como ACS, dedicada a la construcción, quieren su trozo del pastel; la española aspira a convertirse en la mayor constructora de centros de datos. Pero esa euforia también ha venido acompañada de sustos en Bolsa cada vez más frecuentes que han alimentado las voces que alertan de burbuja y de precios desproporcionados.
No se trata de simples alertas visionarias. El Banco Central Europeo (BCE) ha avisado del riesgo de “un ajuste brusco de precios”, debido a unas “valoraciones exageradas” y de un mercado bursátil muy concentrado en pocas compañías de un tamaño gigantesco. El Banco de España también ha alertado sobre el riesgo de una corrección “abrupta” en los mercados por la sobrevaloración tecnológica. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugirió que las acciones de la Bolsa estadounidense cotizan un 10% por encima de lo razonable.
“Me recuerda a la burbuja de los años 2000. Internet ha sido un éxito, lo que ocurre es que hubo una burbuja por una sobrevaloración de las compañías y muchas de ellas desaparecieron. La IA ya está cambiando las cosas y se quedará, pero está claro que hay una burbuja”, explica Xavier Puig, profesor del Máster en Finanzas y Banca de la Universidad Pompeu Fabra.
En la superficie, los paralelismos con la burbuja tecnológica de las puntocom parecen evidentes. El rally del mercado ha sido extraordinariamente concentrado. Apenas una docena de empresas explican la mayor parte de las ganancias del S&P 500 y del Nasdaq desde 2023. Alguien que invirtiera 10.000 euros en un fondo indexado al principal índice estadounidense, como el iShares Core S&P 500, habrá ganado unos 3.600 euros en los últimos dos años. Quien lo hiciera en el Nasdaq, por ejemplo, a través del fondo Bankinter EE UU Nasdaq 100, llevará ganados unos 4.500 euros.
Lo que preocupa a los analistas, por un lado, es que las valoraciones de algunas compañías ligadas a la IA, especialmente startups que desarrollan modelos generativos o aplicaciones sin ingresos significativos, son difíciles de justificar por fundamentales, porque todavía no dan beneficios o porque no han logrado monetizar las suscripciones. OpenAI, la compañía que ha creado ChatGPT, planea salir a Bolsa con una valoración de un billón de dólares, lo que supondría el mayor debut bursátil de la historia. Hace apenas un año su valor se calculaba en unos 157.000 millones de dólares. Se trata de una empresa que todavía no ha ganado dinero. Según la prensa especializada, OpenAI perdió 7.800 millones de dólares en el primer semestre del año, ingresando apenas 4.300 millones.
“El peligro es la confianza excesiva en el futuro. Hay empresas valoradas como si fueran a cambiar el mundo, cuando todavía no generan beneficios consistentes. Es una sobrevaloración más sofisticada, pero igual de peligrosa”, valora Rafael Pampillón, consejero del Colegio de Economistas de Madrid.
La otra de las preocupaciones recae sobre las inversiones millonarias que las empresas están desplegando en tecnología, chips y centros de datos y que genera dudas sobre su rentabilidad. “El entusiasmo de los inversores ha llevado los ratios que miden el precio sobre el beneficio del sector a niveles históricamente altos, lo que genera preocupaciones sobre burbujas de activos. Nunca antes se había desplegado tanto capital tan rápidamente en una tecnología que, pese a su promesa, sigue siendo en gran parte una fuente de beneficio no comprobada”, advertía Marc-Antoine Collard, economista jefe de Rothschild, en un informe reciente.
En Bolsa, una de las métricas más utilizadas para determinar si una compañía está cara o barata es el PER, que mide cuántas veces paga el mercado los beneficios actuales de una empresa. Habitualmente, un PER por encima de 25 se considera elevado y por encima de 40, muy exigente. Nvidia cotiza actualmente con un PER de 45 y el fabricante de semiconductores AMD supera los 100. Tecnológicas más diversificadas como Apple (37), Microsoft (34) o Amazon (32) también se mueven en múltiplos que implican expectativas muy altas sobre su capacidad de generar beneficios futuros.
Cómo subirse al tren de la IA
Pese a las advertencias y las señales de alerta, algunos de los principales gestores de activos siguen confiando en que la tecnología y la inteligencia artificial impulsarán las Bolsas en 2026. Santander, BBVA, DWS, UBS o JP Morgan se mantienen optimistas con el poder de esta tecnología para reavivar el interés inversor, según reflejan en sus informes de perspectivas de inversión global para el próximo año. Aunque en general los estrategas reconocen que puede haber una burbuja en ciertos segmentos, matizan que hay diferencias con la de las puntocom.
En primer lugar, señalan que las empresas que están liderando las subidas en Bolsa son compañías sólidas que generan beneficios. En su último ejercicio completo, Nvidia ganó 72.880 millones de dólares, un 145% más. Alphabet obtuvo beneficios de más de 100.000 millones en 2024, (+36%) y Meta cerró un año récord con más de 62.000 millones de dólares (+59%).
“Aunque muchos inversores y los medios temen que estemos en una burbuja de IA, las valoraciones están materialmente por debajo de las que vimos al final de la era puntocom”, afirma Sebastian Thomas, gestor del Allianz Global Artificial Intelligence Fund. “Además, el ciclo de inversión ligado a la IA lo están financiando algunas de las compañías más grandes y rentables del mundo. Hay focos de especulación, pero si la IA logra una sola fracción del salto de productividad esperado, todavía podríamos estar en los primeros días del ciclo inversor”, añade.
“Aunque hay señales de una expectación excesiva, cifras muy altas de inversión en IA, crecientes restricciones de energía y preguntas sobre las fuentes de financiación, creemos que la IA tiene fundamentos estructurales claros: una capacidad de los modelos que mejora de forma acumulativa y rápida, el aumento de casos de uso en el mundo real y un despliegue de infraestructura de varios años que puede generar ganancias de productividad en diversas industrias”, valora por su parte Tobias Rommel, gestor del fondo DWS Invested Artificial Intelligence.
La pregunta clave para los inversores minoristas es cómo subirse al tren de la IA en Bolsa sin asumir riesgos desproporcionados para no verse dentro de una burbuja que puede pinchar. En general, los gestores abogan por la receta clásica: diversificación, una visión de largo plazo y la inversión basada en fundamentales.
“La IA sigue siendo una tendencia estructural a largo plazo, con un potencial transformador capaz de revolucionar prácticamente todas las industrias, desde la salud y las finanzas hasta la manufactura y la logística. Aunque los primeros líderes han acaparado titulares, la adopción aún está en sus primeras etapas, y el ecosistema alrededor de infraestructura, datos y aplicaciones ofrece años de crecimiento por delante”, explica Rommel, de DWS.
Los estrategas insisten en que, para invertir en este sector sin caer en la euforia, lo esencial es valorar bien cada compañía y controlar el riesgo. Sebastian Thomas detalla que analizan cuánto podrían ganar las empresas en distintos escenarios y si el precio actual tiene sentido frente a esos beneficios futuros. Si una acción está demasiado cara para lo que puede generar, no la compran. También subraya que el fuerte ciclo de inversión en IA está respaldado por gigantes tecnológicos muy rentables, lo que aporta más estabilidad que en otras burbujas pasadas.
Por su parte, Rommel añade que para evitar riesgos, los fondos no apuestan todo a unas pocas compañías estrella, sino que diversifican en toda la cadena de valor, desde fabricantes de chips hasta software y servicios. También por regiones, ya que, en su caso, más del 30% del fondo está fuera de Estados Unidos para reducir la dependencia de un solo mercado. El mensaje de cara al inversor particular es que la clave no es adivinar si hay o no burbuja, sino invertir de forma equilibrada y a largo plazo en empresas cuyos beneficios puedan justificar su precio.