Los pequeños inversores se mantienen fieles a las letras ante la falta de alternativa en los depósitos
El 80% del dinero invertido en letras repite a pesar de la moderación de los tipos de interés. Los hogares tienen 20.000 millones en estos productos a corto plazo
Con una inflación en la zona euro instalada en torno al 2%, el BCE no tiene prisa por mover ficha. Seis meses después de su último recorte, la estabilidad de los precios y la resiliencia económica han bastado para mantener el precio del dinero clavado en el 2%, y la previsión es que siga ahí. Esta pausa ha serv...
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Con una inflación en la zona euro instalada en torno al 2%, el BCE no tiene prisa por mover ficha. Seis meses después de su último recorte, la estabilidad de los precios y la resiliencia económica han bastado para mantener el precio del dinero clavado en el 2%, y la previsión es que siga ahí. Esta pausa ha servido para mantener a raya las rentabilidades de las letras, el refugio predilecto de los pequeños inversores. Pero tras una caída casi ininterrumpida durante buena parte del año, los tipos a corto plazo empiezan a girar al alza. Los rendimientos de la deuda a un año cerraron 2024 en el 2,228%. Tras tocar mínimos de 28 meses el pasado junio (1,893%) en las posteriores emisiones han ido subiendo con cuentagotas y la semana pasada alcanzaron el 2%.
La subasta de ayer reafirmó esta tendencia. Igual que ocurrió la una semana antes con las letras a seis y 12 meses, las referencias a tres y nueve meses repuntaron y cierran el año en el entorno del 2%. En su última subasta del año -la prevista el 11 de diciembre no se convoca- el Tesoro colocó 2.252,6 millones. El rendimiento de la referencia a nueve meses escaló al 2,016%, su cota más alta desde marzo, mientras que el de los tres meses subió al 1,999%, máximos desde abril.
Los ahorradores hace tiempo que dejaron de colapsar la web del Tesoro y hacer cola ante el Banco de España, como ocurría en 2023. Aunque los récords en la tenencia de letras por los hogares son cosa del pasado, la demanda se ha mantenido pujante con tipos a la baja. Las peticiones no competitivas, que corresponden en su inmensa mayoría a los minoristas, han alcanzado 28.600 millones en 2025, muy cerca de los datos del año pasado. Tras años de rentabilidades negativas, la subida de tipos ofreció la oportunidad de sumar un extra a los ahorros. “En 2023-2024 las letras pagaban mucho más que productos sustitutivos como cuentas remuneradas y depósitos. Era normal que el volumen en manos de los minoristas creciera de forma sostenida”, explica Salvador Jiménez, socio de análisis económico y de mercado de Afi.
A medida que los rendimientos han ido reduciendo, el Tesoro ha sido testigo de cómo se enfriaba la entrada de dinero nuevo, con una demanda sostenida por las reinversiones de las letras que han ido venciendo. “Cuentan con una fuerte base de inversores minoristas, muy alineada con el perfil conservador del ahorrador español que prioriza la conservación del capital sobre la rentabilidad real”, indica Sofía Antón, directora de Auriga Bonos. Las letras ya no cubren el aumento del coste de la vida (la inflación superó el 3% en noviembre), pero todavía dan más que la mayoría de los depósitos. Por eso más del 80% de las inversiones en letras repite: según el Banco de España, en agosto de 2024 —cuando se pagaba más del 3,2% a tres y seis meses— los hogares llegaron a acumular un máximo de 27.500 millones en letras. Un año después, esa cifra cae a menos de 20.000 millones.
Pedro Barbero, un ahorrador que en los momentos de mayor euforia se lanzó a la compra de letras a 12 y seis meses, es uno de estos inversores que, ante la falta de productos sin riesgo y con rentabilidades atractivas, hicieron el esfuerzo de abrirse una cuenta en el Banco de España. “Una vez que haces el esfuerzo de darte de alta en el Banco de España y que empiezas a invertir, las reinversiones son muy fáciles. Solo necesitas un certificado digital y estar atento al calendario. Aunque el beneficio sea pequeño, el esfuerzo que tengo que poner es mínimo”, afirma.
La caída de las rentabilidades no ha sido solo cosa de la deuda pública. Los bancos, que se mostraron recelosos a subir la remuneración al pasivo, han sido rápidos al recortarlas ahora que las tasas se alejan de máximos de dos décadas. Las alternativas para el ahorrador conservador pasan por productos más complejos o por opciones que, una vez descontadas comisiones e impuestos, dejan la rentabilidad en cero. Solo incrementando el riesgo crediticio —a través de fondos que incluyen pagarés— o alargando plazos es posible arañar unos puntos básicos adicionales. Antón reconoce que en los últimos meses algunos clientes han iniciado un trasvase desde la deuda a corto hacia plazos mayores, como los bonos a tres y cinco años.
Hacer pronósticos para los próximos meses es arriesgado. Hasta hace unos días, el mercado daba por hecho que, salvo sorpresa, el BCE mantendría las tasas sin cambios en los próximos 12 meses. Pero los recientes comentarios de Isabel Schnabel, miembro del Consejo Ejecutivo, asegurando que los tipos han tocado suelo, han reactivado las apuestas por subidas en 2026. Conviene recordar, en todo caso, que Schnabel forma parte del ala dura del BCE, tradicionalmente partidaria de tipos más altos. Jiménez se muestra algo más cauto y espera que las rentabilidades de las letras se mantengan en los niveles actuales. “En la medida en que consideramos que la facilidad de depósito permanecerá durante todo 2026 en el 2%, no esperamos ningún movimiento rentable en las letras”, sostiene.