La prima de riesgo francesa toca los 90 puntos básicos ante la amenaza de moción de la extrema derecha
Las firmas de análisis alertan de que en caso de una caída del gobierno de Barnier el diferencial con Alemania podría repuntar hasta los 100 puntos básicos
La tensión política en Francia sube de tono. Aunque la agencia de calificación S&P decidió mantener sin cambios la nota en AA-/A-1 con perspectiva estable, las amenazas de la ultraderecha con hacer caer el ya frágil gobierno de Michel Barnier elevan la presión sobre la deuda gala. Desde que la semana pasada la prima de riesgo francesa alcanzara niveles desconocidos desde la crisis de deuda, los inversores han acelerado la venta de activos franceses, y en las primeras horas de negociación el diferencial entre la deuda francesa y alemana a 10 años ha rozado los 90 puntos básicos. Superado este primer momento, la prima de riesgo se relaja hasta el entorno de los 84 puntos, empatada con la de Grecia y por encima de los 72 puntos básicos de la española. Las turbulencias que azotan a Francia se están dejando sentir también en el euro, que ha llegado a caer un 0,8% y ha vuelto a deslizarse por debajo de los 1,05 dólares, mientras el CAC, índice de referencia de la Bolsa de París, baja el 0,49%. En una jornada en la que el sector bancario europeo limita la caída al 0,3%, los tres principales bancos franceses cotizados registran recortes cercanos al 1%. Société Générale se deja un 1,6%; BNP Paribas, un 0,6% y Crédit Agricole, un 1,1%.
Ante la incapacidad del Gobierno de sacar adelante los presupuestos y con la amenaza de la moción de censura, día a día crecen las apuestas de que el diferencial del país vecino se aproxime a los 100 puntos básicos, niveles de julio de 2010. Benôit Gerard, estratega de tipos en Natixis, baraja como escenario base que el gobierno de Barnier caiga y que la prima de riesgo se amplíe a los 100 puntos básicos. En la misma línea se mueve Mauro Valle, responsable de renta fija de Generali AM. Desde la firma señalan que aunque algunas concesiones podrían evitar la caída del gobierno en el corto plazo, este menor ajuste fiscal también sería penalizado por los inversores en la medida en que los esfuerzos por devolver la sostenibilidad al déficit, como exige Bruselas, se diluirían. Pase lo que pase “es probable que el diferencial se mantenga en los niveles registrados en las últimas sesiones a la espera de los acontecimientos políticos. Existe un riesgo nada despreciable de que el mercado pruebe el nivel de los 100 puntos básicos a partir de enero”, apunta Valle.
Los analistas de Miraud, por su parte, apuntan que con una rentabilidad para el bono a 10 años cercana a la de Italia, en el pasado símbolo de riesgo presupuestarios, la posición de Francia como “mercado seguro está siendo seriamente cuestionada”. Los expertos destacan que en la actualidad la coalición de Giorgia Meloni ofrece una calma relativa y rendimientos atractivos que sirven de gancho a los inversores. “Sin una solución política rápida, la convergencia de los rendimientos franceses hacia los italianos parece inevitable”, destacan. La rentabilidad de la deuda transalpina con vencimiento en 2034 ronda el 3,24%, frente al 2,89% de la francesa.
El plan original de Barnier, que en un principio fue aplaudido por los inversores, preveía recortes de gastos de 60.000 millones de euros y subidas de impuestos para llevar el déficit al 5% el próximo año. El partido de extrema de derecha de Marien Le Pen, la primera fuerza de la Asamblea Nacional, exige cambios para frenar el gasto en pensiones, reducir el reembolso estatal de los medicamentos y rebajar el impuesto a la electricidad. Si Barnier no consigue sacar adelante los presupuestos, los analistas temen que el déficit podría dispararse al 6,1%, más del doble de que los que establecen las reglas fiscales de la UE que empezarán a aplicarse en 2025. En un in
Los analistas de Citi destacan que la consecuencia directa de la crisis política es el fortalecimiento de la idea de que gobierne quien gobierne la supervivencia del ejecutivo va a depender de que no se cruce las líneas rojas establecidas por al menos dos de las tres principales familias políticas representadas en el Parlamento. Esto en la práctica deja sin margen de maniobra al Gobierno. “Cada vez está más claro que esta situación durará al menos hasta que se puedan convocar elecciones legislativas. Esto contribuye a nuestro escepticismo sobre la posibilidad de que Francia pueda cumplir incluso sus nuevos objetivos fiscales, menos ambiciosos, y a nuestra preocupación de que la parálisis de las políticas en el corto plazo y la incertidumbre política en el mediano plazo pesen sobre el crecimiento”, destacan desde la entidad estadounidense.
Este lunes el presidente de Reagrupamiento Nacional, Jordan Bardella, ha sido particularmente explícito: “Activaremos el voto de censura a menos que se produzca un milagro de última hora”, señaló durante su intervención en la emisora francesa RTL. “Tengo pocas esperanzas de que Barnier cambie su texto antes de las 15.00 horas, dado que hemos sido ignorados y despreciados durante meses”, remarca Bardella. El ministro de Finanzas, Antonie Armand, ha señalado en una entrevista a Bloomberg TV que el Gobierno no acepta ultimatums y que no se dejarán chantajear. En un último intento para sacar adelante las cuentas y evitar la moción de censura, el gobierno de Barnier se ha comprometido a no recortar los reembolsos de los medicamentos tal y como venía pidiendo la extrema derecha. Este lunes es la fecha límite para que la oposición inicie el proceso para convocar la moción de censura. El Gobierno puede aprobar los presupuestos por decreto, pero ello desataría la moción de censura.
Edmond de Rothschild AM señala que la caída del Gobierno desataría una crisis institucional. “Macron podría nombrar un gobierno técnico, pero sin ninguna certeza de que consiga aprobar un nuevo proyecto presupuestario. Y, por ley, no se pueden convocar nuevas elecciones parlamentarias antes del próximo verano. Sin embargo, no hay riesgo real de un cierre al estilo estadounidense, ya que el Gobierno podría prorrogar el presupuesto del año anterior como último recurso. Pero pase lo que pase, esta incertidumbre política seguirá haciendo que los inversores -así como las agencias de calificación- desconfíen de la deuda francesa”, señalan desde la gestora. Los expertos de la firma reconocen que las tensiones políticas en Francia y Alemania, las dos grandes economías de la zona euro, están pesando sobre el PMI que se sitúa en los 48,1 puntos, zona de contracción. En el pasado Francia y Alemania eran considerados los países más estables de la región y con las finanzas públicas más saneadas. En la actualidad las menores perspectivas de crecimiento, los desequilibrios fiscales y la inestabilidad política están pasando factura. De hecho, el último informe del BCE apuntaba al ruido político, elevada deuda y el bajo crecimiento como las principales amenazas.
A pesar del nerviosismo del nerviosismo que vive el mercado en las últimas semana, Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers, considera que Francia podría capear con mayor holgura la venta de activos porque la base de inversores nacionales francesas es lo suficientemente profunda como para absorber la salida de los inversores extranjeros. “La elevada dependencia de Francia de los inversores internacionales para la financiación de su deuda pública (el 54% de la deuda pública está en manos de no residentes) coexiste con un elevado coeficiente de ahorro interno. Es relativamente fácil sustituir a los inversores internacionales por inversores locales en tiempos de crisis. Esto es lo que faltaba en España o Portugal en el momento de la crisis periférica de hace 15 años: sus bancos estaban ellos mismos en un estado lamentable y los inversores institucionales eran demasiado débiles para sustituir a los actores extranjeros”, sostiene Moéc.
El otro país del euro en el que los inversores nacionales ocupan un papel destacado en la financiación es Italia. Desde AXA IM afirman que aunque contar con un colchón de inversores locales reduce el riesgo de paradas repentinas en la financiación, a medio plazo tiene consecuencias macroeconómicas negativas. “Un riesgo clave es una lenta italianización de la economía francesa: en Italia, la financiación del Estado ocupó una parte cada vez mayor del balance de los bancos, reduciendo la capacidad de conceder créditos al sector privado”, apunta desde la gestora.