Los bonos de EE UU se sacuden las pérdidas y regresan a los niveles previos a las elecciones

La rebaja de tipos de la Fed actúa como bálsamo y la deuda a 10 años baja al 4,3% frente al 4,4% del miércoles

El presidente Donald Trump el 20 de enero de 2017, su primer día en el Despacho Oval.Pool (Getty Images)

La victoria de Donald Trump sacudió a los mercados. Mientras la renta variable estadounidense subía con fuerza, la deuda aceleraba las caídas. Siguiendo la estela de octubre, las rentabilidades prolongaron los ascensos. Esta tendencia se dejó sentir más en los plazos largos, los más sensibles a las perspectivas inflacionistas. En la jornada postelectoral, el bono a 10 años se anotó el mayor ascenso abril, cuando el dato de inflación aceleró el reajuste de las expectativas de tipos, y subió al 4,43% con la deuda a 30 años en el 4,6%.

Un día después, la decisión de la Reserva Federal de bajar los tipos en 25 puntos básicos ayudó a aliviar la presión. Los rendimientos deshicieron parte de los ascensos y la deuda con vencimiento en 2034 se sitúa en el 4,31%. Es decir, en los niveles previos al triunfo republicano. Los inversores miran de reojo el comportamiento de la deuda, pues si bien la rebaja de impuestos y la política proteccionista recogida en el programa electoral de Trump ayudarían a impulsar el crecimiento, también ponen contra las cuerdas los esfuerzos de los dos últimos años por devolver la inflación al objetivo del 2%. Además de ejercer presión sobre los precios, una política fiscal expansiva sin reducir el gasto es gasolina para la salud de las finanzas públicas. Según datos de Mirabaud, el plan fiscal de Donald Trump podría añadir 7,5 billones de dólares a la deuda nacional para 2035, llevándola al 142% del PIB.

El propio Jerome Powell se sumó a los inversores que han alertado del riesgo fiscal que acecha a EE UU. “La deuda pública no es insostenible. La senda de crecimiento, sí”, remarcó. El presidente de la Fed, eso sí, no quiso mojarse sobre el impacto concreto de los planes de Trump. Y remarcó que ni dimitirá ni permitirá que Donald Trump le expulse. No va a estar dispuesto a doblegarse a los deseos de la Casa Blanca. La estabilidad de los precios y el pleno empleo regirán sus decisiones. Pero tampoco despejó las dudas sobre los próximos pasos a seguir: el consenso cree que la rebaja de tipos no será tan acelerada ni profunda como se llegó a descontar. Eric Winograd, economista de AllianceBernstein, baraja como escenario central recortes de 25 puntos básicos en cada reunión hasta que sitúen la política monetaria por debajo del 4%, frente al 4,5-4,75% actual. Los futuros son más escépticos: calculan una probabilidad del 68% de que bajen los tipos en diciembre y apenas un 26% de que lo hagan en las dos próximas reuniones (y un 20% de que no recorte en ninguna de las dos).

En esta línea se mueve, Vicent Mortier, director de inversiones de Amundi, quien considera que si las promesas electorales se hacen realidad, la Fed podría desacelerar el ritmo de los recortes de las tasas en 2025. El experto advierte que a medida que la deuda nacional se expanda, la prima que exigirán los inversores para financiar el déficit será mayor. Es decir, espera que los rendimientos sigan subiendo. “Mientras la subida siga siendo ordenada, las tendencias actuales deberían continuar si el aumento del déficit no provoca una reacción como la que siguió al presupuesto de Lizz Truss en Reunido en 2022″, remarca François Rimeu, estratega senior de Crédit Mutuel AM. Hace dos años y medio la rebaja agresiva de los impuestos llevó a los inversores acelerar la venta de libras, bonos y acciones británicas.

Desde Amundi ven el 5% como el nivel de alerta. Aunque las Bolsas han aguantado el repunte de las rentabilidades, Mortier cree que si el bono lo toca, los inversores acelerarían el trasvase de fondos de la Bolsa a la renta fija. Es decir, Wall Street que esta semana marcado nuevos máximos retrocedería. Este escenario se podría producir antes de lo previsto porque la deuda a 10 años está solo 69 puntos básicos por debajo de esa cota, prácticamente todo lo que han repuntaron las rentabilidades el pasado octubre.

La renta fija de la zona euro se mantuvo relativamente estable con la excepción de Alemania. La destitución del ministro de Finanzas y líder del partido liberal, Christian Lindner, agravó la crisis del gobierno de coalición. Las dificultades para aprobar un presupuesto y el previsible aumento de la deuda impulsó al bund a máximos de julio. Con la moderación de la deuda estadounidense los inversores relajaron la presión y la deuda alemana, activo refugio por excelencia, cae al 2,36%, por debajo del 2,4% de la semana anterior. En los últimos tiempos los sobresaltos en la zona euro no han sido protagonizados por los países de la periferia sino por los países del centro de Europa. Las débiles perspectivas de crecimiento en consonancia con unas finanzas públicas más inestables (el déficit de Francia subió al 5,5% en 2023 frente al 3,66% de España) están invirtiendo las tornas. A la fragilidad de las cuentas públicas se suma la inestabilidad política. El 15 de enero, el canciller alemán se someterá a un voto de confianza, que podría desembocar en la celebración de elecciones anticipadas en marzo, en lugar de septiembre como estaba previsto.

Sobre la firma

Más información

Archivado En