La difusa frontera entre inversión y apuesta
El bróker Robinhood ofrece “derivados” sobre las elecciones, un tipo de contrato propio del envite deportivo
Los mercados financieros tienen algo de apuestas; ya lo apuntó Keynes con su concepto del concurso de belleza: el inversor exitoso es el que anticipa los movimientos de otros inversores, y dado que todos intentan anticiparse al resto, “hemos alcanzado el tercer grado en el que dedicamos nuestra inteligencia a anticipar lo que la opinión promedio espera que sea la opinión promedio”.No siempre el mercado funciona como un casino; el grado depende del activo que se compre y venda. Y también del momento. Hay épocas, en particular las de dinero barato, donde el incentivo a asumir riesgo es más elevado y, por tanto, las inversiones tienden a ser más especulativas. Y luego están las tendencias estructurales.
Esta semana Robinhood, el bróker estadounidense que ofrece operaciones sin coste (a cambio de vender la información sobre estas órdenes a grandes inversores) ha anunciado que lanzara “derivados” sobre las elecciones en Estados Unidos que permitan a los clientes “invertir” en las elecciones estadounidenses. El léxico es interesante. La firma habla de event contracts por no decir, abiertamente, apuestas. Un derivado financiero es un contrato sobre un precio
No es nada nuevo. Los derivados son, en realidad, una apuesta por que algo suceda, pero tienen un subyacente financiero y un sentido económico en términos de cobertura (aunque se puede usar como especulación). Los contratos por diferencias (que en España no se pueden publicitar), o las opciones binarias (prohibidas) tienen mucho de apuesta y de operación financiera, solo el nombre. Capítulo aparte merecen los criptoactivos, un estilo de inversión más, pero también una versión del concurso de belleza keynesiano: apostamos a que el mundo creerá en ello (de momento con gran éxito). Y, en una segunda capa están las memecoins, activos que no representan nada ni aspiran a ello; son abiertamente una carcasa vacía. Y los derivados sobre memecoins serían la tercera capa de especulación.
Pero el mercado tradicional no está ni mucho menos libre de la ludopatía. Buena parte de las acciones que se mueven diariamente en los mercados de derivados de Estados Unidos tienen vencimiento a un día, es decir, expiran al cerrar la sesión. “proporcionan a determinados inversores una recompensa similar a la lotería, con rendimientos extremadamente altos pero muy poco probables”, dijo el BIS. En concreto, el rendimiento medio anualizado es de -32 pero, cuando toca, la plusvalía media es 79.000%.
Los mercados financieros tienen algo de apuestas; ya lo apuntó Keynes con su concepto del concurso de belleza: el inversor exitoso es el que anticipa los movimientos de otros inversores, y dado que todos intentan anticiparse al resto, “hemos alcanzado el tercer grado en el que dedicamos nuestra inteligencia a anticipar lo que la opinión promedio espera que sea la opinión promedio”. años en tasas elevadas), ni las redes sociales hayan sido más que un simple acelerador. Quizá el motivo es todavía más simple, y es que buena parte de los participantes del mercado, profesionales pero sobre todo particulares, no ha vivido una crisis. Lehman pasó hace 16 años; cualquier inversor de menos de 35 solo ha visto cómo subía el S&P. Como para no andar apostadno.