Tobias Rommel (DWS): “El mercado de la IA es básicamente una carrera entre EE UU y China”
El gestor del fondo de inteligencia artificial de la gestora de Deutsche Bank confía en el potencial de los siete magníficos por sus recursos y capacidad de investigación pero aboga también por diversificar la cartera
La inteligencia artificial no nació en 2022 con ChatGPT, ni es solo un modelo de lenguaje que redacta e-mails. Su potencial es enorme y se extiende a todos los sectores. Así lo subraya Tobias Rommel, gestor del fondo de IA de DWS (la gestora de Deutsche Bank), lanzado hace ya cinco años y que gestiona más de 1.000 millones de euros, con una rentabilidad en lo que va de año del 15,2%. El gestor destaca, en una conversación con CincoDías, la carrera que se ha lanzado por desarrollo de esta tecnología —cuyo impacto equipara al de la máquina de vapor o de la imprenta—, y que tiene por prota...
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La inteligencia artificial no nació en 2022 con ChatGPT, ni es solo un modelo de lenguaje que redacta e-mails. Su potencial es enorme y se extiende a todos los sectores. Así lo subraya Tobias Rommel, gestor del fondo de IA de DWS (la gestora de Deutsche Bank), lanzado hace ya cinco años y que gestiona más de 1.000 millones de euros, con una rentabilidad en lo que va de año del 15,2%. El gestor destaca, en una conversación con CincoDías, la carrera que se ha lanzado por desarrollo de esta tecnología —cuyo impacto equipara al de la máquina de vapor o de la imprenta—, y que tiene por protagonistas a las dos grandes potencias mundiales: Estados Unidos y China.
Muchas compañías se están lanzando a aplicar o desarrollar herramientas de IA en su negocio, pero asumo que un banco que tenga un chatbot para sus clientes no está dentro de sus objetivos como fondo, ¿en qué empresas se fijan?
Clasificamos los beneficiarios de la inteligencia artificial en tres categorías: primero, los relacionados con datos —los que tienen datos en propiedad que ayuden a mejorar algoritmos o los que los recopilan—. Después, todo lo que tenga que ver con la computación: en los últimos diez años, la velocidad de computación se ha multiplicado por un millón. Esto requiere mucha innovación en tecnología y semiconductores. Por último, están lo que llamamos “casos de uso”: las compañías que aplican la IA de una forma particular e impulsan así sus ingresos y beneficios. Los chatbots de los bancos son ejemplos que uso mucho, porque no creo que sean una forma diferenciada de usar la IA.
La IA es una tecnología relativamente joven. ¿Cómo se están posicionando los inversores? ¿Prima el largo plazo?
Realmente pensamos que la IA es una tecnología de utilidad general que está impulsando una nueva revolución industrial. Este tipo de tecnologías no ocurren a menudo. La imprenta, la máquina de vapor, fueron un par de cientos de años. Ahora ocurre más rápido, con el ordenador, el móvil y ahora la IA. Son décadas, quizá, pero no ocurre a menudo. Nosotros analizamos qué beneficios se pueden sacar de la IA, y qué negocios pueden sufrir por ella. Creemos que en el largo plazo valdrá la pena, y que generará retornos para todo el mercado.
Meta ha sido castigada en Bolsa a pesar de sus buenos resultados porque su informe financiero señala que el desarrollo de la IA será especialmente costoso. ¿Cómo valora la temporada de resultados trimestrales en el sector?
Es difícil explicar la reacción de los mercados a corto plazo. Si uno se fija en lo que reportaron y luego en la acción, a veces no cuadra. En mi opinión, las reacciones a la baja puede que sean porque las expectativas llegaban demasiado altas. Creo que la temporada de resultados ha sido buena en general para los nombres relacionados con la IA y para las grandes tecnológicas que tenemos en nuestra cartera. Las grandes ballenas están sosteniendo los mercados con sus resultados.
No hay una burbuja, entonces.
No lo creo. Para que la haya, tiene que haber valoraciones locas, y las valoraciones ahora mismo son bastante razonables. En nuestra cartera tenemos un ratio de beneficio por acción de 25. Hace un año era, paradójicamente, también de 25, y las acciones han ido muy bien en Bolsa. En la burbuja de internet, en los primeros 2000, Cisco o Microsoft alcanzaron ratios de más de 100. Es otro nivel de valoraciones.
Su fondo es el que mejor se comporta de entre los especializados en IA que se pueden adquirir en España, ¿qué han hecho diferente?
Miramos cada compañía desde abajo hacia arriba: cuál es su exposición a la IA, cómo de diferenciado está su producto y cómo puede afectar a su rendimiento. Hay un factor añadido al proceso clásico de inversión: como con el vapor, habrá industrias que nazcan y que ahora desconocemos, y otras que desaparezcan. Es una cuestión incierta y que provoca debates continuos en el equipo. Es lo que llamamos nuestra “evaluación IA”.
En el análisis fundamental, nos fijamos en la sostenibilidad del modelo de negocio, lo que significa que queremos invertir en empresas que sean rentables hoy o que tengan un claro camino hacia la rentabilidad en un futuro próximo, que puede ser lo que algunos de los otros compañeros no están haciendo de una manera tan diligente. Además, la valoración es algo que nos importa. Mucho. Quiero decir, es un fondo de crecimiento: pensamos en el retorno que pueda tener en cinco años, miramos sus márgenes y nos preguntamos si la valoración tiene sentido.
¿Esto implica diversificar mucho su cartera?
Es muy importante para nosotros. La gente que invierte en fondos pide diversificación. Lo hacemos en varias áreas: por sectores, primero, porque no todo es fabricar tecnología. Tenemos casos de usos en sanidad o en consumo. También por tamaño: por supuesto, tenemos a las grandes tecnológicas [los llamados siete magníficos representan alrededor del 50% de su cartera], porque tienen más recursos y los mejores científicos trabajando en la IA. Pero nosotros nos guiamos por nuestra evaluación IA. Tenemos unas 60 empresas en cartera. Y esta incluye también nombres más pequeños que están más centrados en un determinado sector o son más disruptivos.
¿Y geográficamente?
Ya cuando lanzamos el fondo, hace cinco años, teníamos claro que no queríamos depender solo de Estados Unidos. El mercado de la inteligencia artificial es básicamente una carrera entre EE UU y China. Tenemos entre un 60% y 70% de nuestras inversiones en EE UU y el resto fundamentalmente en Asia, sobre todo en China y Taiwán. Están desarrollándose oportunidades muy atractivas allí.
¿Cómo valoran el riesgo geopolítico en esa carrera? Hay una tensión presente en Taiwán, el mayor productor de chips del mundo, que amenaza al desarrollo de la IA
Es loco pensar que no podrías ser capaz de fabricar tu móvil sin un chip de Taiwán. Es una dependencia enorme de una isla tan pequeña. Los políticos ya se han dado cuenta: están apoyando proyectos de fábricas de chips. En Alemania, por ejemplo, ya hay proyectos para plantes de Intel y de TSMC, subvencionados con dinero comunitario.
Está claro que en tecnología hay una divergencia entre Occidente y Oriente. EE UU ha limitado las exportaciones de chips a China, lo que ha afectado a su sector tecnológico. Además, Pekín está activa y desarrollando rápidamente su propia cadena de suministro. Esa es la tendencia. Una invasión de Taiwán es el peor de los escenarios, claro, pero creo que estamos más ante una tendencia hacia divergir que ante ese riesgo.
¿Y el normativo? El debate sobre la regulación de la IA está de actualidad
China ha regulado más las compañías de internet que Estados Unidos, porque estaba preocupada por una cuestión de competencia. Eso perjudicó al sector en su momento. En lo que se refiere puramente a la IA, aún tenemos poca regulación, a pesar de que la tecnología ya es muy poderosa. Solo hay que compararlo con, por ejemplo, el sector sanitario: para sacar un medicamento tienes que pasar por todo tipo de controles. Pero si lanzas un modelo de lenguaje, no hay muchas normas. Esto probablemente cambiará, y para ello necesitará de consenso internacional. China ya está en ello: necesitas aprobación gubernamental para sacar o vender un modelo de lenguaje como ChatGPT.
Buena parte de su trabajo se centra en analizar qué impacto puede tener la IA sobre cada sector. ¿Cómo piensa que afectará al suyo?
Suelo pensar en ello, sí. Obviamente, las gestoras están interesándose por tecnologías de IA, que pienso que son básicamente herramientas de productividad. Pueden ser potencialmente beneficiosas para nosotros. Ahora, ¿nos sustituirán? Creo que eso es más complicado: primero, porque necesitas muchos datos para entrenar a esos modelos y si eres un inversor a largo plazo en realidad solo tienes datos de los últimos 50 años. No estoy seguro de que eso sea suficiente: en ese tiempo, por ejemplo, solo has tenido dos episodios de subidas importantes de inflación y tipos. Y, luego, si todos están entrenados con los mismos datos, ¿tendrán todos las mismas conclusiones? ¿Cómo puede existir un mercado entonces? En nuestro negocio lo importante es que la gente confíe en nosotros para darnos su dinero. Y tendrías que convencerles de dárselo a una máquina.
¿Usa Chat GPT?
Uso herramientas de inteligencia artificial todos los días. Es parte de mi trabajo. Están desarrollándose muy rápido: estuve en Silicon Valley hace unas semanas y me decían: “En unos años mirarás a los modelos de hoy como miras a los ordenadores de los 90 ahora”.
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