¿Es el momento de plantarse y reducir el riesgo en cartera?
Los tambores de guerra, la persistente inflación y el deterioro macroeconómico preocupan a algunos gestores de activos
Los últimos meses han sido complicados para los mercados financieros. Tras un primer semestre de fábula, la tendencia cambió desde finales de julio. Ha caído la Bolsa de Estados Unidos junto con los mercados bursátiles europeos, y los bonos a largo plazo norteamericanos y de la zona euro han sufrido una importante corrección. Además, el entorno macroeconómico se va deteriorando lentamente y a la guerra en Ucrania se ha sumado ...
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Los últimos meses han sido complicados para los mercados financieros. Tras un primer semestre de fábula, la tendencia cambió desde finales de julio. Ha caído la Bolsa de Estados Unidos junto con los mercados bursátiles europeos, y los bonos a largo plazo norteamericanos y de la zona euro han sufrido una importante corrección. Además, el entorno macroeconómico se va deteriorando lentamente y a la guerra en Ucrania se ha sumado ahora una escalada bélica en Oriente Medio. Cada vez son más los gestores de activos que están pensando en plantarse. Tras acumular una buena rentabilidad en lo que va de año, ¿por qué no conformarse y reducir el riesgo en cartera?
De acuerdo con los datos divulgados por Inverco, la asociación de las gestoras de fondos, los inversores en Bolsa internacional habían logrado entre enero y septiembre una rentabilidad media cercana al 10%. En el caso de los dueños de fondos de renta fija, sumaban en los nueve primeros meses del año entre un 1,5% y un 2% de revalorización. Unos y otros han tenido un mes de octubre complicado, pero, teniendo en cuenta las amenazas que aparecen en el horizonte, estos retornos podrían resultar más que suficientes.
“Este año creo que no vamos a oír hablar mucho del famoso rally de Navidad”, concede José Luis Benito, consejero delegado de la gestora True Value Investments y asesor financiero de varias familias. Ver en las noticias los bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza y los movimientos de la Sexta Flota de Estados Unidos en el Mediterráneo no invita a calmar los ánimos. Sin embargo, Benito considera que el precio de las acciones es más que razonable.
“En nuestros fondos estamos muy especializados en invertir en compañías de pequeña y mediana capitalización, que han sufrido mucho en los dos últimos años por las subidas de tipos. Pero, sinceramente, creo que es un momento único para invertir en esta clase de activos. Antes o después van a acabar disparando su valoración”, explica.
El inicio de las correcciones
El desencadenante de las correcciones de verano fue, paradójicamente, la fortaleza de la economía estadounidense. El banco central del país (la Reserva Federal, Fed) empezó hace 19 meses a subir los tipos de interés para tratar de contener la inflación, que se había desbocado. El precio del dinero ha pasado del 0,25% al 5,5%, con la intención de enfriar la economía frenando el consumo y la inversión. Pero los datos de empleo y de confianza del consumidor han sido mejores de lo previsto, lo que ha hecho que el mercado espere que la Fed tenga que mantener los tipos altos durante más tiempo. Esta semana se conoció que el PIB norteamericano creció a una tasa interanual del 4,3%, una cifra más que sorprendente.
El activo que más ha notado este cambio de percepción es la deuda pública estadounidense a largo plazo. En unas pocas semanas, la rentabilidad del bono del Tesoro norteamericano a 10 años escaló del 4% hasta el 5%. En el mercado de la renta fija, las valoraciones se mueven a la inversa de los rendimientos: cada vez se le exige más al Gobierno de EE UU para conseguir financiación y sus bonos valen menos.
Esta deriva en la deuda a largo plazo ha acabado arrastrando a la renta variable. Los beneficios futuros valen menos cuando se descuentan con tipos más altos, y las empresas acaban afrontando costes financieros superiores.
Con todo, para el equipo de análisis de Link Securities los mercados bursátiles han tenido una cierta “sobrerreacción”. Si algunos valores están cayendo más de la cuenta tras la presentación de los resultados trimestrales, esto se debe, más que a la propia evolución de las compañías, a factores externos como la citada crisis en Oriente Medio –”que podría extenderse a otros países”– y a la política monetaria más restrictiva, además de a “la debilidad económica de China y el encarecimiento del precio del petróleo”.
Diego Fernández-Elices es el director de inversiones de la firma A&G Banca Privada, que administra activos por valor de 13.000 millones de euros. Este especialista reconoce que la coyuntura geopolítica y macroeconómica es delicada, pero tampoco opina que sea el momento de reducir el riesgo en cartera. “Mi resumen es que los mercados financieros no tienen unas grandes posibilidades de revalorización en los próximos meses aunque, a la vez, tampoco me parece que haya un gran riesgo de que se produzcan correcciones severas. No veo que vayamos a entrar en un mercado bajista, ni mucho menos”.
¿Y cómo se concreta ese planteamiento en las carteras de sus clientes? Por una parte, recomiendan cautela –”no creemos que sea el momento de tener el máximo riesgo en las inversiones”–, pero tampoco piensan que sea la hora de huir de la Bolsa. “Es el momento de ser selectivos, de tener compañías de calidad que han corregido y que ahora cotizan a buenos precios, como el gigante del lujo LVMH, que ha corregido un 8% desde máximos”.
Una de las personalidades del mundo financiero que ha alertado sobre el panorama económico es el gestor de hedge funds Bill Ackman. Hace unos meses había abierto una posición corta sobre la deuda norteamericana a largo plazo, al considerar que esos bonos se iban a devaluar más, ante la persistente inflación y la solidez de los datos económicos. Esa corrección llegó en agosto y septiembre, así que Ackman ha deshecho la posición para hacer caja y ahora asegura que la situación en Oriente Medio y el deterioro macroeconómico le hacen ser más cauto y pensar que los tipos han podido ya tocar techo.
Las señales de alarma aún son moderadas. Por un lado, las familias norteamericanas han gastado ya casi todo el ahorro embalsado que tenían tras la pandemia. Por otro, este mes se han reanudado las devoluciones de préstamos concedidos a estudiantes universitarios tras una moratoria de tres años, lo cual podría reducir el gasto discrecional de los hogares. Y además se está viendo un aumento de la amortización de deudas de tarjetas de crédito, “lo cual sugiere que algunos consumidores se están preparando para una tormenta”, apuntan desde el equipo de análisis de M&G.
Fernández-Elices, de A&G Banca Privada, añade un factor de preocupación más: la sostenibilidad de la deuda pública de Estados Unidos y de otros países occidentales. “Mientras que las familias y empresas sí que se han desapalancado, los Gobiernos cargan con deudas muy pesadas, sobre todo por los programas de reactivación puestos en marcha para combatir los efectos económicos del Covid-19; y esto puede provocar algunos sustos”, sugiere el experto. “No creo que sea razonable otorgar una probabilidad del 0% a que Estados Unidos tenga problemas con su deuda pública”.
Para el equipo de inversión de Bestinver –una de las gestoras de activos más veteranas de España–, el escenario de un panorama de altos tipos de interés durante más tiempo no tiene por qué ser negativo para los inversores. Tomás Pintó, responsable de Bolsa internacional, argumenta que “unos tipos elevados son una buena noticia si tienen que ver con que haya un crecimiento económico alto”.
Señales de alarma
- Mercado inmobiliario. La subida de tipos de interés en Estados Unidos ha puesto cuesta arriba la compra de vivienda. El tipo de interés fijo en nuevas operaciones ya está rozando el 8% TAE, cuando hace un año estaba aún por debajo del 2%. Esto ha provocado una importante corrección en los precios. Por término medio, las nuevas casas se estaban vendiendo en EE UU por 418.000 dólares a finales de septiembre, lo que supone una caída del 12,8% respecto a los datos de un año antes. Se trata de la mayor corrección desde el año 2008, justo después de la gran crisis financiera.
- Morosidad en el crédito. A finales de 2021 se registró en Estados Unidos el mínimo histórico de impagos en las deudas de tarjetas de crédito, con un 1,57% del saldo total. Desde entonces, esta variable no ha dejado de crecer y, al cierre del primer semestre de 2023, había alcanzado el 2,77%. Es el dato más alto en más de una década, pero aún está muy lejos del ratio logrado en 2009, cuando se situó el 6,77%.
- Deuda corporativa. La subida de tipos también se ha dejado sentir en los bonos emitidos por compañías. Estas cada vez tienen que refinanciarse a tipos más altos. En aquellas que no tienen la máxima solvencia el coste financiero ya supera el 10% anual, lo que ha provocado que, poco a poco, esté aumentando la proporción de empresas de este tipo que no pueden atender sus compromisos con los bonistas. Si en 2021 solo el 0,5% del importe de bonos emitidos por compañías de segunda línea estaba en impago, en Estados Unidos esa cifra había escalado hasta el 2,6% del total a cierre de julio (según datos de la agencia de calificación Fitch), y su previsión es que termine el ejercicio por encima del 4,5%.
Para él, “el mundo está ahora mucho más despejado que hace un año, se atisban menos tormentas en el horizonte”. Aunque reconoce que las tensiones en Oriente Medio impactan en un primer momento en la Bolsa, “los mercados financieros tienden a olvidarse muy pronto de las guerras”. Él y su equipo observan que las empresas están ahora en mejor forma que hace unos años, con menos endeudamiento y con unas valoraciones bursátiles que “en general consideramos ajustadas”.
Desde la firma de gestión de activos Value Tree recuerdan que tratar de entrar o salir del mercado bursátil en el momento justo es una quimera, y además es irrelevante para aquellos inversores que tienen una vocación de largo plazo. Ahora bien, la medida que sí se adopta en momentos de mayor tensión es “poner en marcha algunas estrategias de cobertura utilizando derivados financieros sobre índices, que consiguen reducir la volatilidad”, sostienen desde el equipo de gestión, capitaneado por Lucas Monjardín. Con todo, después de las correcciones de los índices, que ya superan el 10% desde julio, no creen que sea el momento de bajar el peso en Bolsa de las carteras. Tampoco ven un exceso de valoración en renta variable desde la firma Cartesio, sino “más bien lo contrario”.
Lejos de pensar en una fuerte subida para Acción de Gracias o Navidad, como otros años, la mayoría de los inversores opta ahora por una perspectiva de “esperar y ver”.
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