Las razones de por qué la recesión económica acecha a Europa
El hecho de que no se hayan producido caídas en las valoraciones bursátiles sugiere un riesgo que podría ser inminente para la Bolsa europea
Europa afronta en la actualidad un escenario económico complejo, porque están apareciendo síntomas de que la región podría haber entrado ya en una recesión. En esta tribuna vamos a analizar los diversos factores que contribuyen a esta situación, desde la presión sobre el euro, hasta la inflación elevada, explorando cuáles pueden ser sus consecuencias, tanto para las economías europeas como para los mercados financieros. Los puntos clave a vigilar comprenden tanto el papel de la curva de tipos de interés, como las limitaciones del BCE, el impacto de las exportaciones, los costes laborales, los ...
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Europa afronta en la actualidad un escenario económico complejo, porque están apareciendo síntomas de que la región podría haber entrado ya en una recesión. En esta tribuna vamos a analizar los diversos factores que contribuyen a esta situación, desde la presión sobre el euro, hasta la inflación elevada, explorando cuáles pueden ser sus consecuencias, tanto para las economías europeas como para los mercados financieros. Los puntos clave a vigilar comprenden tanto el papel de la curva de tipos de interés, como las limitaciones del BCE, el impacto de las exportaciones, los costes laborales, los precios de los productores y la efectividad de las medidas de política monetaria.
El euro ha estado bajo una presión constante, lo que refleja la incierta perspectiva económica en Europa. Un euro débil puede tener consecuencias tanto positivas como negativas: por una parte, puede impulsar las exportaciones al hacer que los productos europeos sean más competitivos a nivel global; pero si el período en el que la moneda se deprecia se prolonga demasiado, puede llevar a una inflación importada, con el consiguiente aumento del coste de vida para los consumidores, lo que supondría un lastre a la economía a la vez que mayor presión sobre el BCE.
La inflación sigue siendo una preocupación importante en Europa. Los niveles de inflación por encima del objetivo del BCE podrían limitar su capacidad para reducir los tipos de interés y estimular, con una política monetaria expansiva, la economía europea. De hecho, los costes laborales han contribuido a la subida de la inflación, ya que a medida que los salarios siguen aumentando, las empresas pueden trasladar estos costes adicionales a los consumidores, incrementando aún más las presiones inflacionarias. Esta situación podría convertirse en un desafío importante para las economías europeas y para los bancos centrales, a la hora de gestionar la espiral inflacionaria. Por el momento, los costes laborales siguen creciendo a tasas entre el 4% y 5%, avivando esa espiral inflacionista, y dificultando a los bancos centrales implementar políticas monetarias necesarias para combatir la recesión.
Mientras los costes laborales continúan creciendo, los precios de los productores muestran una tendencia deflacionaria. Esta aparente contradicción sugiere que las empresas podrían estar absorbiendo parte de las presiones de costes en lugar de trasladarlas a los consumidores. Cabe recordar, que además del incremento de los costes operativos, los costes financieros de las empresas endeudadas también han crecido, a consecuencia de la subida de los tipos de interés. Así, un período prolongado de presiones deflacionarias y costes financieros altos podría socavar la rentabilidad de las empresas y la estabilidad económica. Y al mismo tiempo, las ventas al por menor en el continente europeo se encuentran en caída desde 2022.
Este entorno de perspectivas que van empeorando, lo podemos encontrar también en otros indicadores económicos. Los PMI en Europa se encuentran por debajo de 50, lo que podría suponer una contracción de la actividad como parte de un escenario recesivo. Los PMI manufactureros y de construcción se han mantenido por debajo de 50 desde 2022, y el PMI de servicios se ha unido al resto de indicadores que se han situado por debajo de dicho nivel. En resumen, los indicadores de confianza económica en Europa están alcanzando nuevos mínimos con respecto a 2022, confirmando este entorno de debilidad.
Tras la pandemia de COVID-19, se ha afianzado el aumento de las exportaciones europeas, que han superado con creces los niveles de la tendencia anterior a la pandemia. Aunque este dato podría ser a priori positivo, también podría indicar un riesgo a la baja. Porque la excesiva dependencia de las exportaciones puede hacer que una economía sea vulnerable a las fluctuaciones económicas globales, lo que podría provocar una interrupción significativa de la actividad, si la demanda se debilita en los principales mercados para la exportación. Además, una simple reversión al nivel de exportaciones anterior al Covid, ya supondría otro lastre para el crecimiento europeo.
¿Fue el BCE demasiado agresivo?
La pregunta que surge llegados a este punto es si la respuesta del BCE a la espiral inflacionista ha sido demasiado agresiva. La tasa de crecimiento de la oferta monetaria (M2), cuando se ajusta por la inflación, está muy por debajo de la tendencia iniciada en 2014. Esto podría indicar que el BCE ha realizado un cambio en la política monetaria demasiado profundo y sugiere una desaceleración intensa en el crecimiento económico.
Históricamente, las acciones han tendido a tocar fondo después de la reversión de la curva de tipos. Pero la curva, un indicador crucial, aún no ha mostrado signos de revertirse en el entorno económico presente. En recesiones anteriores, como las de 2001 y 2008, las acciones experimentaron caídas sustanciales. Pero el hecho de que no se hayan producido caídas en las valoraciones bursátiles plantea dudas y sugiere un riesgo que podría ser inminente para las Bolsas europeas.
Mirando al pasado, podemos ver la naturaleza de dicho riesgo, porque durante una recesión, un porcentaje significativo de acciones tiende a estar un largo tiempo en niveles por debajo de sus medias móviles de 200 días. Aunque en 2022 se produjo un breve periodo con las acciones en dicha situación, el hecho de que todavía no haya llegado una fase en la cual las acciones se encuentran de forma consistente por debajo de este umbral, plantea incertidumbres acerca de los riesgos ocultos para el inversor en las Bolsas europeas.
Por otro lado, es cierto que las valoraciones de las acciones no parecen excesivamente caras en la actualidad, pero su desempeño depende de los beneficios empresariales futuros, no de los actuales. Por tanto, si los beneficios cayeran significativamente, las valoraciones actuales podrían dejar de ser atractivas.
Todos estos factores tienen implicaciones relevantes tanto para las economías europeas como para los mercados financieros. Europa se encuentra ante un panorama económico complicado, con varios indicadores que muestran una posible recesión. Las consecuencias para los mercados financieros podrían llegar y ser intensas, y por ello los inversores deberían preguntarse cuáles son los riesgos que pueden aparecer al invertir ahora en acciones europeas.
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