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En colaboración conLa Ley
Espacio exterior
Tribuna
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¿Puede Europa liderar el futuro del espacio? EU Space Act 2025 marca el rumbo

En un mundo donde los satélites orbitan a velocidades supersónicas y las constelaciones privadas crecen como redes invisibles sobre nuestras cabezas, Europa ha decidido que no basta con mirar al cielo: hay que regularlo

El espacio no es cosa de astronautas y agencias estatales. En pleno siglo XXI, satélites, datos orbitales y constelaciones privadas transforman nuestra vida cotidiana, desde el GPS hasta la predicción meteorológica. Mientras la tecnología avanza a velocidad de cohete, las leyes que regulan el espacio europeo siguen atrapadas en órbitas nacionales.

Para resolver esta paradoja, la Unión Europea ha lanzado una propuesta revolucionaria: el EU Space Act 2025, un reglamento que busca establecer un marco común para garantizar la seguridad, resiliencia y sostenibilidad de las actividades espaciales en Europa.

En un mundo donde los satélites orbitan a velocidades supersónicas y las constelaciones privadas crecen como redes invisibles sobre nuestras cabezas, Europa ha decidido que no basta con mirar al cielo: hay que regularlo. El EU Space Act 2025, presentado por la Comisión Europea el 25 de junio de 2025, es más que una propuesta legislativa. Es una declaración de soberanía normativa, una apuesta por la seguridad, la sostenibilidad y la competitividad en el espacio.

Actualmente, 13 países de la Unión Europea (UE) tienen sus propias leyes espaciales. Esto ha generado una fragmentación normativa que complica a empresas, investigadores y operadores. La falta de reglas comunes arriesga la seguridad de las misiones, la protección del medio ambiente orbital y la competitividad del sector europeo frente a gigantes como EE UU o China.

La Comisión Europea lo resume así: “Las disparidades nacionales afectan negativamente la provisión de datos y servicios espaciales en la Unión”.

La iniciativa responde a una necesidad urgente. El EU Space Act busca revertir esta situación con un reglamento que armoniza los requisitos esenciales para operar en el espacio desde Europa. Su objetivo es claro: crear un mercado único espacial, donde las empresas puedan crecer sin trabas burocráticas, los operadores estén sujetos a reglas comunes y la infraestructura espacial esté protegida frente a amenazas físicas y digitales.

Este reglamento no pretende crear una “Constitución del espacio”, pero sí una infraestructura jurídica básica para que Europa funcione como un solo mercado espacial.

La propuesta se estructura en torno a tres pilares: seguridad, resiliencia y sostenibilidad.

En seguridad, se introducen normas para el seguimiento de objetos espaciales y la prevención de colisiones. Los operadores deberán suscribirse a servicios de evitación de colisiones y garantizar que sus satélites tengan capacidad de maniobra activa.

En resiliencia, el reglamento establece un régimen de ciberseguridad, que actúa como lex specialis frente a otras normativas europeas. Los operadores deberán implementar sistemas de gestión de riesgos que cubran todo el ciclo de vida de la misión. Esto incluye medidas de protección en la cadena de suministro, protocolos de cifrado y planes de recuperación ante incidentes.

En sostenibilidad, se exige a los operadores calcular la huella ambiental de cada misión y adoptar medidas para reducir los desechos espaciales. Se prevé incluso el desarrollo de servicios de mantenimiento en órbita para prolongar la vida útil de los satélites.

Entre sus principales medidas destacan la autorización y registro de operadores espaciales, incluidos los de terceros países, la creación de un Registro Europeo de Objetos Espaciales, normas técnicas obligatorias sobre seguridad, ciberresiliencia y sostenibilidad ambiental y la creación de una etiqueta espacial europea que certifique su cumplimiento. La norma también prevé el reconocimiento mutuo de autorizaciones entre Estados miembros.

Uno de los grandes retos del EU Space Act será su impacto en las pequeñas y medianas empresas. Por un lado, la armonización normativa facilitará el acceso al mercado y reducirá la burocracia. Por otro lado, los requisitos técnicos —especialmente en ciberseguridad y sostenibilidad— podrían suponer un aumento significativo de los costes operativos. El reglamento contempla regímenes más ligeros para operadores de bajo riesgo, pero la implementación práctica exigirá una adaptación tecnológica que no todos podrán asumir fácilmente.

El EU Space Act no se limita a los operadores europeos. Europa no quiere cerrar sus fronteras espaciales, pero sí exigir responsabilidad. Cualquier empresa que ofrezca servicios espaciales en el mercado interior de la UE deberá registrarse, obtener una autorización y designar un representante legal en territorio comunitario. Además, la comisión podrá reconocer que el marco normativo de un país tercero ofrece garantías equivalentes, a fin de facilitar la cooperación internacional, pues se prevé un sistema de equivalencia normativa, que permitirá operar en Europa si el país de origen ofrece garantías similares.

Esta dimensión extraterritorial convierte al reglamento en una herramienta de proyección geopolítica, alineada con la estrategia de autonomía estratégica abierta de la UE. Europa no solo quiere regular su espacio, sino influir en cómo se regula el espacio a nivel global.

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