Ir al contenido
_
_
_
_
En colaboración conLa Ley
OTAN
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Crecimiento industrial nacional: ¿cómo afecta a las empresas la cumbre de la OTAN?

La incertidumbre geopolítica actual, confirmada durante la reunión de la OTAN celebrada en La Haya, potencia la necesidad de la táctica y la estrategia en la gestión

“La sociedad que separa a sus intelectuales de sus guerreros hará que cobardes tomen las decisiones y tontos luchen las guerras”, Magistral Tucídides, año 400 antes de Cristo. En toda gestión, lo que no son cuentas, son cuentos. Hagamos números. El sector de seguridad y defensa en España se ha convertido en referencia y referente para la industria, tanto nacional como internacional. Es, por sus propios hechos y números, sector estratégico nacional.

Este sector genera un total de 211.921 empleos en España. Un año más, la facturación batió un nuevo récord, situándose en los 14.101 millones de euros. En definitiva, por cada euro que el Estado invierte en este sector, la Industria genera dos y medio.

A su vez, el 70% de la facturación corresponde a exportaciones, lo que confirma el prestigio y reconocimiento de este sector en el ámbito internacional, con la consiguiente gran aportación a nuestra balanza de pagos.

En este contexto geopolítico actual, todas las miradas del mundo se centran ahora sobre el Golfo Pérsico, en una vigilia trenzada de incertidumbre, tensiones geopolíticas y promesas de guerra. La posibilidad de una escalada bélica entre Israel e Irán, alimentada por la intervención efímera pero contundente de Estados Unidos, ha eclipsado la cumbre de la OTAN, celebrada esta semana en La Haya. Desde el pasado 13 de junio, el rumor de un conflicto abierto flotaba en el ambiente, y muchos temían (no sin motivos) que se invocara, tarde o temprano, el temido artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Antes del alto fuego, todos los escenarios eran posibles.

En medio de este escenario cargado de simbolismo y realismo político, ha llamado la atención el cruce de declaraciones entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Sánchez afirmaba el pasado domingo que España no destinaría el 5% del PIB en defensa, limitándose a un 2,1%.

Apenas veinticuatro horas después, el neerlandés desmentía estas declaraciones y esa pretensión, situando la contribución española, por el momento, en un 3,5% del PIB. Lo firmado en el acta final en La Haya dice así: “inversión del 5% del PIB anual en necesidades básicas de defensa, así como en gastos relacionados con la defensa y la seguridad, de aquí a 2035“. España lo hará, en un principio, a través del Plan Industrial Tecnológico para Seguridad y Defensa, potenciando capacidades humanas y técnicas. Veremos y confíemos. Eso sí, se trata de saber invertir y no de gastar por gastar para decir que se está cumpliendo. Eso requiere planificación financiera, humana y logística.

Este desencuentro, más que anecdótico, ha proyectado una sombra sobre la credibilidad política internacional de España, retratándola (una vez más) como un socio OTAN vacilante dentro del engranaje atlántico. No es un hecho aislado y contamos con varios episodios en nuestra hemeroteca. El último episodio lo hemos vivido este mismo martes, cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, avivó la polémica declarando que “España se ha convertido en un problema”. Tales palabras pesan como una losa sobre nuestra imagen exterior y siembran dudas sobre el papel real que España quiere (o puede) desempeñar en el tablero estratégico global.

Ante estas incertidumbres evidentes en el plano geopolítico, aportemos fortaleza, templanza y capacidad de gestión para potenciar nuestro crecimiento industrial continuado. Analicemos riesgos y evaluemos impactos. Un aspecto clave actual en el ámbito de la seguridad nacional es, sin ninguna duda, la ciberdefensa. A día de hoy, los ciberataques constituyen la segunda amenaza real para España según el último informe del Departamento de Seguridad Nacional. Hablamos, por lo tanto, de la gestión eficaz de riesgos como eje de crecimiento, tanto nacional como industrial. Hablamos, por lo tanto, de la aplicación de la ISO 31000. De esta manera, potenciamos la mejora real en la toma de decisiones estratégicas, así como en la eficiencia operativa. Sin gestión, no hay cumplimiento de la misión.

Tres fases componen dicha gestión de riesgos legales. En primer lugar, hay que establecer el criterio motriz y el contexto real de la empresa. Este paso es clave para afrontar una gestión eficaz. Para ello, toda la corporación tiene que asumir dicho patrón como eje vertebrador. Sin fisuras interpretativas.

En segundo lugar, identificación, análisis y evaluación. Es decir, errores, aciertos, metodología y cuentas. Este paso fortalece, tanto la táctica como la estrategia, desde un punto de vista legal y comercial, porque se trabaja a corto y largo plazo, sobre el mismo escenario fáctico y operacional.

En tercer lugar, el plan de tratamiento legal. Como todo plan, requiere una realidad exhaustiva del presente para saber cómo se debe actuar en el futuro. Tendrá un carácter vertical y horizontal, abarcando todas las áreas de la empresa y a todos los empleados de esta. En su defecto, pudiera derivar responsabilidad penal de dicha empresa (artículo 31 bis del Código Penal), en caso de que no existiera dicho modelo de cumplimiento normativo previamente establecido. Sin seguridad jurídica no hay seguridad del proyecto ni de la inversión en el mismo. La seguridad legal es síntoma de madurez operacional y credibilidad corporativa.

En definitiva, necesitamos seguir afianzando el binomio industria-nación, sin complejos pusilánimes, potenciando la geguridad nacional de la mano del crecimiento industrial nacional. La gestión de riesgos es clave para ello. Vista, suerte y al reto.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Archivado En

_
_