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En colaboración conLa Ley

Mabel Klimt (Elzaburu): “Durante estos 160 años, siempre hemos buscado ponernos en los zapatos de los innovadores”

“Enarbolar la bandera de la excelencia al final te permite llegar lejos”. “Somos muy poquitas las compañeras que ejercemos funciones de dirección”

DVD 1267 Madrid,21/05//2025. Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu, fotografiada en las oficinas de la compañía/. Pablo Monge

Mabel Klimt (Lomas de Zamora, Buenos Aires, 1977) lleva cuatro años al timón de Elzaburu, una firma nacida en 1865 y especializada en propiedad industrial e intelectual, que este 2025 celebra 160 años de historia. Su llegada en 2021 a la dirección marcó un punto de inflexión: por primera vez una mujer cogía las riendas de una casa que registró patentes como la bombilla de Edison (1879) o el teléfono de Graham Bell (1881), y que hoy trabaja con el 40% de las empresas del Ibex. Bajo el liderazgo de esta abogada, la firma centenaria ha ampliado horizontes, incorporando nuevas áreas de práctica para responder a los desafíos del presente. Su propósito: que Elzaburu siga dejando huella en la historia del ingenio humano, siempre con la vocación de “ponerse en los zapatos” de quienes crean.

Klimt está orgullosa de una firma que supo estar a la altura en situaciones tan complicadas como las dos guerras mundiales y una civil que ha atravesado a lo largo de su historia. La abogada cuenta que gracias al celo del despacho, que siguió renovando las patentes y pagando de su bolsillo las tasas correspondientes, muchos inventores pudieron recuperar sus creaciones tras los conflictos. “La industria pudo seguir”, comenta mientras mira a través de las ventanas de la oficina en la madrileña Torre de Cristal.

La socia directora de Elzaburu confiesa que, de pequeña, no tenía clara su vocación por la abogacía: “Al inicio del último año del bachillerato, iba a ser veterinaria; a los dos meses quería ser ingeniera química y, finalmente, me decanté por Derecho”. Coqueteó con la idea de ser notaria, pero el destino, vestido de toga, le estaba esperando a la vuelta de la esquina: “Es una de las mejores decisiones que he tomado en la vida”, cuenta en esta entrevista para CincoDías.

Madre de dos hijos, Klimt ha conseguido encontrar el apoyo necesario en casa para volcarse en el proyecto Elzaburu. “Es físicamente imposible sacar adelante todo esto sin ayuda”, reconoce. La abogada lamenta que sean tan pocas las mujeres que ejercen labores directivas en el sector. Cuando necesita desconectar se enfrasca en tareas manuales: cocinar un postre, decorar tartas o hacer un puzzle. Caminar al aire libre es otro de sus hobbies más placenteros: “Salir a pasear un sábado por la sierra de Madrid hace milagros”.

Pregunta. 160 años no son solo una cifra, representan el pulso vivo de la historia. ¿Cuál diría que es el legado más valioso de la firma?

Respuesta. El 160 aniversario de Elzaburu es un hito para el mundo jurídico porque es el despacho más antiguo en activo que existe en este momento. Es una alegría casi compartida de que es posible que una empresa en nuestro sector sea así de longeva. Como legado, quizá el de las cosas bien hechas. Enarbolar la bandera de la excelencia al final te permite llegar lejos.

P. ¿Qué momentos han marcado la evolución de Elzaburu?

R. Cuando Elzaburu se fundó, Isabel II era la reina. Te puedes imaginar de ahí en adelante toda la experiencia vital que puede acumular la firma. Desafíos hemos tenido muchos. Hemos atravesado pandemias, guerras... Hay algún informe que dice que menos de un 25% de las empresas superan el umbral de los 25 años. Llegar a 160 te obliga a haberte reinventado muchas veces, casi necesariamente, por supervivencia.

P. ¿Cómo se reinventa una firma con tanto pasado sin traicionar su esencia?

R. La apuesta inicial de Elzaburu en su creación tenía que ver con algo que quizá en ese momento no era tan claro. Sin embargo, Julio Vizcarrondo, nuestro fundador, vislumbró que había una gran oportunidad en la protección de los activos intangibles. Siempre está apareciendo algo nuevo; lo que en 1865 era propiedad intelectual industrial no tiene absolutamente nada que ver con lo que es ahora. Lo bonito que tiene nuestra profesión es que la innovación es algo inagotable. En algún punto de nuestra historia pensamos que no solo deberíamos ser agencia, sino también defender en tribunales. Ahora estamos rotando un poco más a la consultoría, pero siempre buscando ponernos en los zapatos del innovador o creador.

P. ¿Peligra hoy la propiedad intelectual por el tsunami de la inteligencia artificial (IA)?

R. Hay voces autorizadas que ya hablan del jaque de la tecnología a la propiedad intelectual. Va a haber un quiebre innegable y habrá que replantearse una solución. Si se decide que lo que produce la IA no está protegido, entonces va a haber como dos mundos paralelos, el de lo protegido y el de lo no protegido. No sé quién ganaría la carrera, porque también hay un tema de competitividad y costes. Por otro lado, las máquinas todavía no pueden parir ideas originales, y lo que protege la propiedad intelectual, sobre todo, es cómo se expresan las ideas.

Las máquinas todavía no pueden parir ideas originales; lo que protege la propiedad intelectual es cómo se expresan

P. ¿Y qué hacemos con ese contenido que nos da la IA?

R. Es un tema en discusión. Hay quien entiende que se deben desarrollar modelos de algoritmo de pago por uso, con acuerdos directos entre las tecnológicas y los autores. Y hay quien piensa que, como esto no se puede regular por ser un universo inabarcable, la evolución legal implicará la generación de un derecho de remuneración específico tramitado a través de entidades de gestión, igual que pasa con la copia privada. Habrá que ver también la sostenibilidad del sistema. Si la mayor fuente de ingresos de los creadores en un futuro se reduce a la copia privada porque el consumo de las platafomas es mayoritario, nos obligará a replantear muchas cosas.

Una de las claras tendencias del futuro es la hiperespecialización

P. ¿Está la Unión Europea poniendo puertas al campo o hiperregulando la IA? ¿Puede la ley seguir el ritmo de la tecnología?

R. Aquí, y la propiedad intelectual es un ejemplo magnífico para esto, hay dos ideas. La idea de que es mejor remitirse a reglas intangibles o principios generales. Si han durado 2.000 años, ¿por qué vamos a cambiarlas ahora? Y hay quien piensa que, efectivamente, debe haber un acompañamiento, que es la posición de Europa. Es verdad que la velocidad de los avances tecnológicos puede provocar que haya idas y vueltas, y eso ha pasado con el reglamento de inteligencia artificial. Esta es la dinámica en la que hemos entrado, en la que hay una directiva eje y, cada tanto, sacamos una normativa que mejora y corrige. Como consecuencia tenemos una gran cantidad de normativa que exige un grupo multidisciplinar para poder prestar un servicio concreto. Una de las claras tendencias del futuro, de la que soy gran creyente, es la hiperespecialización.

P. Su especialidad son las producciones audiovisuales. ¿Cómo respira la industria tras el anuncio de Trump de un arancel del 100%?

R. Realmente al sector audiovisual directamente no le afecta. Tampoco tenemos demasiado claro cómo se aplicaría, aunque estamos todos expectantes. A quien sí le afecta directamente, y lo habéis visto en Cannes, es a los productores estadounidenses. Cuando empecé a trabajar en el sector hace 20 años era muy pequeño y artesanal. Hoy es el paraíso terrenal para las producciones audiovisuales de mucho presupuesto. Cuando empecé, hace veintitantos años, era un sector muty pequeño y artesanal. Ha sido superbonito verlo crecer, nacer y prosperar, digamos, por decisiones acertadas quizá de mucha gente, pero al final por la fuerza de una convicción común de que había talento y energía para hacer las cosas bien. Tenemos la fórmula perfecta para que nuestra industria prospere. Evidentemente, igual que nosotros estamos haciendo bien los deberes, hay muchos otros territorios en el mundo que lo hacen, con políticas de incentivos, de captación, de inversión ... La reacción del arancel tiene que ver con esto y la migración de proyectos de producción fuera de Estados Unidos.

P. La mayoría de los clientes de Elzaburu están fuera de España. ¿Qué desafíos plantea esta vocación internacional con el actual clima geopolítico?

R. De un tiempo a esta parte hemos ido teniendo cada vez más presencia en el territorio nacional. Ahora ves los números y es verdad que sigue siendo ligeramente mayoritario el cliente extranjero sobre el nacional, pero estamos jugando a empatarlo. La situación actual nos está haciendo replantear obligaciones en materia de compliance. Hay que estar muy atento a las sanciones internacionales. El arancel nos afecta un poco menos porque se aplica a productos físicos y nosotros gestionamos intangibles, aunque es verdad que a nuestros clientes sí les afecta. Por otro lado, también es previsible que aparezca algo que era muy setentero, pero que va a estar encima de la mesa en tres minutos, que son las medidas de efecto equivalente.

Nuestros clientes internacionales tienen otras necesidades por el hecho, simplemente, de que no pueden tomar un taxi o un avión y acudir en media hora o una hora a una cita. Las diferencias horarias es otro de los desafíos que enfrentamos a la hora de controlar los vencimientos de los derechos registrados. Muchas veces tenemos que trabajar con una red de colaboradores en los territorios locales, pues salvo pocas excepciones, no hemos emprendido una expansión internacional como han hecho otros competidores. Hemos creído en la posibilidad de elegir al mejor en cada territorio para que nos ayudara a presta los servicios. Y tenemos algunas colaboraciones extensísimas. Hay algún despacho o colaborador inglés con el que llevamos casi 100 años de relación.

Hay algún despacho inglés con el que llevamos colaborando hace casi 100 años

P. La firma ha facturado 27,5 millones en el último ejercicio, lo que supone un salto del 6,5%. ¿Está satisfecha con estas cifras?

R. Estamos satisfechos, pero tampoco nos conformamos. Para una práctica profesional tan madura como es la nuestra, un crecimiento como ese está muy bien. El consejo de administración en pleno lo que busca es el crecimiento. Eso siempre es la clave de todo lo que se hace. El desafío es, como mínimo, mantener ese ratio de crecimiento. Y si se puede llegar al doble dígito, como el que hemos tenido en años pasados, mejor.

P. Como mujer al frente de una firma histórica, ¿qué desafíos y aprendizajes le está regalando este camino?

R. Cuando me hacen esta pregunta yo siempre digo que las mujeres han sido incapaces hasta 1975, así que es un honor y un orgullo conseguir estar en este puesto, romper un poco el techo de cristal. Somos muy poquitas las compañeras que ejercemos funciones de dirección en despachos profesionales. Me gustaría pensar que en unos años esto va a ser lo normal, pero vamos despacito.

El sistema es muy endogámico, y hace 50 años no había un espacio para nosotras en el que poder conectar con tus pares. Al final, se tiraba de lo conocido para estos puestos de responsabilidad. Ser consejero es una profesión de riesgo. Luego hubo un grupo de mujeres muy valientes, vanguardistas, que sí que entraron en consejos. Los cambios normativos y las cuotas han ayudado, pero luego hay que tener mucha actividad asociativa y reforzar y cerar tus propias redes donde te puedas ver representada y encontrar a tus pares. Creo que eso es algo que estamos haciendo, que estamos haciendo muy bien.

P. ¿Qué es lo que más le gusta de dirigir el Elzaburu?

R. Mi elección tuvo que ver con una refundación de la firma. Salíamos de una situación tremendamente tradicional y creía positivamente que con todo nuestro talento éramos capaces de llegar al siguiente nivel. Si queríamos otros 160 años de historia teníamos que ser valientes y abrazar ese cambio. Como decía Disney, si trabajas en aquello que te gusta, no trabajarás un solo día de tu vida. Pues yo me lo aplico, lo disfruto mucho. Me gusta mucho dar ideas, escuchar y aprender cada día.

Somos como la banca suiza de los despachos

P. ¿Qué significa dirigir una firma que cuida el alma de las ideas de las empresas?

R. Es un grandísimo honor. Cuando viene alguna cartera de marcas de esas legendarias, o nos paseamos por nuestro museo, en el que están la bombilla, la electricidad, o haber trabajado para Juan de la Cierva, .... es como poder escribir en el libro de historia una línea o dos palabras. Pero es también una gran responsabilidad. Por eso, un poco en broma, un poco en serio, decimos que somos como la banca suiza de los despachos.

P. ¿Cuánto puede llegar a valer un intangible de algunos de vuestros clientes?

R. Es incalculable. Cuando se registra una marca, se registra por su coste de regisro que, claro, es una tasa, un honorario. El libro de contabilidad no incluye el valor incalculable de muchas de las marcas que gestionamos. Llevamos el 40% de las del IBEX. Si se me pasa el vencimiento y pierdo una marca famosa de refrescos o de vino o de ropa, tengo un problema muy gordo. De ahí que nos tomemos tan en serio nuestro trabajo.

P. Los profesionales que forman el Elzaburu también han evolucionado durante todos estos años. ¿Cuáles son los nuevos roles y habilidades que busca la firma hoy?

R. Sí, sin duda, han evolucionado. Al principio, uno entraba y tenía compañeros con 50 o 60 años de trayectoria porque empezaron a trabajar con 14 años. Algunos incluso haciendo labores súper administrativas. Luego les hemos visto crecer, completar su carrera de Derecho y llegar a la cumbre. Desde esa perspectiva seguimos apostando por talento joven que se pueda incorporar para hacer carrera con nosotros. Hacemos apuestas a largo plazo. Pero es verdad que la lucha por el talento en este momento está en lugares en donde antes quizá no estaba, algo que, para mí, es parte de la evolución normal del mercado laboral. Nuestro desafío es seguir siendo igual de atractivos que lo hemos sido en el pasado para tener, como Top Gun, lo mejor de lo mejor.

P. Para atraer y retener talento, ¿tienes que pagar más que la compentencia?

R. En otra época, no muy pasada, vamos a decir cuando yo era padawan, sí que el tema del salario económico influía decisivamente. Ahora sigue siendo imporante y parte de la ecuación, pero creo que las nuevas generaciones ahora buscan también otro tipo de cosas, más un salario emocional. Por ejemplo, tener tiempo para salir a pasear a mi perro, estar más con mis hijos, que haya una mayor flexibilidad o que si un día tengo que teletrabajar, esto no sea un problema. Las cosas se ven con un cariz diferente. La carrera por ser socio ya no es la prioridad de todos los profesionales que entran a la firma. Buscan una resalización personal. Al final, el balance de todo esto es lo que consigue hacer funcionar el modelo.

P. Si pudiera dejar un mensaje a las futuras generaciones de abogados de Elzaburu, ¿qué palabras les escribiría?

R. Que sean valientes, que se atrevan. No sabemos lo que pueda pasar mañana, pero hay que seguir apostando por crecer, por explorar esos límites de la innovación o de la creación para seguir ayudando y estando a la altura.

P. ¿Cómo imaginas la firma cuando llegue a sus 200 aniversario?

R. Seguramente tendremos tres o cuatro grupos de trabajo más, con nuevas disciplinas, porque, efectivamente, el mundo de la tecnología y la inteligencia artificial tiene que despegar. Y, por supuesto, más grande y dando guerra.

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