MiCA como referencia, pero no como un modelo único
Muchas empresas y bancos no han explorado la tecnología por falta de seguridad jurídica más que por falta de interés

Hablar de regulación en Web3, blockchain o criptoactivos es complejo. No se trata de un producto financiero tradicional ni de un sector con fronteras físicas. Es la primera vez que intentamos regular una tecnología completamente global, donde los activos digitales pueden moverse sin restricciones geográficas. El reto es grande: ¿cómo crear un marco normativo que funcione sin frenar la innovación ni generar arbitraje regulatorio entre jurisdicciones?
Europa ha tomado la iniciativa con MiCA (Markets in Crypto-Assets), un reglamento que busca establecer reglas claras para el ecosistema cripto en la Unión Europea. Este avance beneficia sobre todo al sector institucional, ya que muchas empresas y bancos no han explorado la tecnología por falta de seguridad jurídica más que por falta de interés.
Sin embargo, MiCA no es perfecto y plantea desafíos. Mientras Estados Unidos sigue en un limbo regulatorio, Latinoamérica avanza a distintos ritmos: algunos países apuestan por la innovación, mientras que otros mantienen posturas más conservadoras.
En términos generales, MiCA es positivo. Define reglas del juego, dando confianza a los actores institucionales para participar en el ecosistema. Sin regulación, muchas grandes compañías prefieren mantenerse al margen por el riesgo de operar en mercados sin estabilidad normativa.
Pero también tiene puntos débiles. Deja fuera áreas clave como DeFi y NFTs, lo que demuestra que la tecnología avanza mucho más rápido que la regulación. De hecho, ya se habla de MiCA 2 antes de que la primera versión entre en plena vigencia.
Aunque aporta claridad, también introduce barreras de entrada que pueden frenar la innovación en Europa. No es lo mismo exigir regulaciones estrictas a un gran banco que a una startup Web3 en fase inicial. Si el marco regulatorio es demasiado exigente, muchos emprendedores optarán por desarrollar sus proyectos en regiones con menos restricciones.
Mientras Europa avanza con MiCA, EE UU ha optado por la regulación vía litigios en lugar de normas claras. La Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos (SEC) ha perseguido a múltiples empresas cripto en los últimos años sin proporcionar un marco regulatorio concreto.
Este enfoque ha generado incertidumbre y ha llevado a que muchas empresas migren a países con regulaciones más predecibles. Así, EE UU, a pesar de ser un mercado clave, está perdiendo atractivo para la industria Web3.
Con el cambio de gobierno y posibles nuevas leyes en camino, hay señales de que la situación podría mejorar, pero aún es temprano para saber en qué dirección irá la regulación.
Latinoamérica es clave para Web3, con una adopción masiva impulsada por la necesidad de soluciones financieras alternativas. Pero la regulación es heterogénea. Más allá del caso de El Salvador y su apuesta por Bitcoin, es más interesante analizar lo que ocurre en Argentina y Brasil.
En Argentina, la CNV (Comisión Nacional de Valores) ha lanzado un registro de proveedores de servicios cripto, y se espera un marco regulatorio más definido en los próximos meses. Argentina es uno de los países con mayor adopción cripto, por lo que necesita reglas claras que permitan el crecimiento del sector sin fricciones.
Por otro lado, Brasil está un paso adelante a nivel institucional. La banca tradicional y el Banco Central ya están explorando regulaciones y pilotos de activos digitales, lo que lo coloca en ventaja respecto a otros países de la región. Y por último México, que ha adoptado una postura más conservadora, sin señales claras de que vaya a regular el sector en el corto plazo.
Latinoamérica tiene la oportunidad de aprender de MiCA y adaptar su regulación a su realidad. Mientras que en Europa el foco ha estado en la adopción institucional, en Latinoamérica el desafío es regular el mercado retail, evitar fraudes y proteger a los inversores individuales.
Casos recientes de estafas y esquemas fraudulentos han afectado a miles de personas, lo que refuerza la necesidad de regulaciones que protejan a los usuarios sin ahogar la innovación.
El desafío está en equilibrar seguridad y flexibilidad. No se trata de copiar regulaciones de otras regiones, sino de diseñar un marco que refleje la realidad latinoamericana, donde la adopción cripto es una necesidad más que un lujo.
MiCA es un avance importante, pero no es la solución definitiva. La historia de la tecnología nos ha enseñado que regular demasiado pronto puede frenar la innovación, pero regular demasiado tarde puede generar caos.