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En colaboración conLa Ley

La nueva generación de notarios ya ha nacido en el siglo XXI y no viene de tradición familiar

Las mujeres son mayoría entre las incorporaciones desde hace dos años

Foto de familia de la promoción 2024 de nuevos notarios en el Centro Tecnológico del Notariado en Sant Cugat del Vallés (Barcelona).
Foto de familia de la promoción 2024 de nuevos notarios en el Centro Tecnológico del Notariado en Sant Cugat del Vallés (Barcelona).Foto cedida.

Las nuevas generaciones de notarios ya han nacido en el siglo XXI y poco tienen que ver con la imagen estereotipada de estos profesionales del derecho privado, un señor serio vestido de negro y rodeado de papeles. La promoción 2024 de notarios es femenina (50 mujeres y 42 hombres), del sur de España (22 provienen de Andalucía, 13 de Valencia y 10 de Cataluña) y entre los aprobados hay tres parejas de hermanos. Es la segunda promoción en la que ellas aprueban más que ellos.

Para ser notario, una de las profesiones jurídicas con más prestigio, hay que pasar unas duras oposiciones que se celebran cada dos años. Cataluña, uno de los destinos más demandados, fue el territorio encargado en celebrar los exámenes el año pasado y Sabadell la ciudad que ha dado la bienvenida a la nueva promoción. Durante tres días, el notariado ha recibido a los noventa y dos nuevos notarios en unas jornadas celebradas la semana pasada entre el 22 y el 24 de enero. Han recibido el saludo de su actual presidenta, Pilar Concepción Barrio Del Olmo, del decano del Colegio Notarial de Cataluña, José Alberto Marín Sánchez, y del coordinador de las Jornadas y secretario de la Junta Directiva del Colegio Notarial de Cataluña, Alejandro Sáez Ripoll.

CincoDías ha entrevistado a algunos de ellos y les ha preguntado por qué han elegido ser notarios y cómo ven la profesión. En las jornadas han podido recibir unas pequeñas píldoras. En tan solo unos días conocerán sus primeros destinos y están emocionados. Se han dejado la piel con jornadas de ocho a diez horas diarias durante años. Los preparadores no cobran, algo que, al menos, facilita el camino. Ninguno de ellos tenía un referente familiar cuando empezó a estudiar las oposiciones. Habrá que empezar a dejar de lado el cliché de que son hijos o nietos de notarios.

De aprendiz a maestro

Alberto Henarejos (notario).
Alberto Henarejos (notario).Foto cedida.

Tiene 41 años recién cumplidos y vive en Hospitalet de Llobregat. Alberto Henarejos empezó hace unas décadas a trabajar desde abajo en una notaría. “Fui aprendiendo la facturación, las pólizas, los testimonios… hasta llegar al puesto de oficial”, cuenta. Entonces, el notario de Cubellas, Tomás Viñal, su mentor, le llamó para ofrecerle abrir juntos una notaría. En esta plaza acumuló cinco años de experiencia y, cumplidos los 35, soñó con ser notario. “Me había enamorado de la profesión. Me picó el gusanillo”, reconoce. Se miraba en el espejo de su jefe: “Veía como él trataba a la gente y cómo las personas se iban contenta de la notaría”, expresa. Los inconvenientes le daban miedo: era relativamente mayor, tenía responsabilidades familiares y no tenía ningún referente familiar. Ni un jurista. Pero su jefe le apoyó (se convirtió en su preparador) y su mujer, que ha sido su refugio durante los años de estudio, siempre ha creído en él. “Después de 4 años y medio lo he conseguido. Parece un cliché… pero a veces los sueños se cumplen”, exclama. Lo primero que hicieron su mujer y él al saber que había aprobado fue “llorar como niños”. Lo más difícil de estos años, cuenta, fue “mantener la fortaleza mental” en la burbuja que se mete el opositor. Las circunstancias personales y la carga emocional le metían más presión. Ahora, a unos días de conocer su destino, cree que la adaptación no será tan difícil. No en vano ha sido cocinero antes que fraile.

El más joven y con la mejor nota

Fernando Frías (notario).
Fernando Frías (notario).Foto cedida.

Fernando Frías va a cumplir 25 años y es el notario más joven de esta promoción. También es el que ha conseguido la nota más alta y ha pulverizado todos los récords al aprobar la oposición en tan solo un año y nueve meses. “Soy el primero nacido en el siglo XXI”, comenta. Está eufórico. “Creo que soy un privilegiado. Pienso que Dios me ha dado unas capacidades y yo lo único que he hecho es ponerlas al servicio de los demás e intentar explotarlas”, piensa. Le picó el gusanillo de la oposición cuando, un día, fue a conocer la notaría del novio de su madre. Empezó la carrera de derecho con esa idea en la cabeza, que confirmó cuando comenzaron las clases de derecho privado. “Al final es el derecho que ayuda a las personas y a mí me gusta mucho el trato directo con la gente”, explica.

Entre los jóvenes de su entorno, cuenta, las oposiciones están de moda, pero a las de notarías se le tiene “bastante respeto”. Tienes que renunciar a la vida social, viajes, y ser muy disciplinado. Nadie te asegura el aprobado. Durante el último año ha hincado codos durante 14 o 15 horas al día, un esfuerzo que, reconoce, le llegó a pasar factura física. La recompensa: la mejor nota de su promoción. Sin embargo, el día que supo que había hecho historia entre los opositores, fue “uno de los más tristes”. Su hermana, un par de años mayor, con la que había hecho el camino estudiando muro con muro a diario, no había conseguido poner la puntilla final. “Fue bastante frustrante”, rememora.

No teme que los clientes recelen de un notario con apariencia juvenil. Las notas demuestran que “no me he colado aquí por casualidad”. “Realmente no me agobia porque creo que la sociedad ya sabe que el conocimiento se demuestra resolviendo los problemas de los demás”, apostilla. Joven y con los pies en la tierra, sus planes más inmediatos pasan por “desarrollar mi vocación de servicio público de la manera más correcta”.

Notarios y hermanos

Juan Pedro y Alejandro Aragón (notarios).
Juan Pedro y Alejandro Aragón (notarios).Foto cedida.

Juan Pedro y Alejandro Aragón son hermanos, oriundos de un pueblo malagueño y, desde hace apenas un mes, notarios. Juan Pedro, el mayor, comenzó a estudiar antes. Alejandro, sin embargo, lo tenía más claro desde el principio. “Yo hice máster por si acaso”, cuenta Juan Pedro. Los dos han vivido horas de estudio, de cante (la forma en que los opositores se refieren al momento en el que exponen o sueltan de viva voz los temas delante del preparador) y de sobremesas con debates jurídicos. Parte del éxito conjunto ha sido el equipo que han formado. Una competición sana, reconocen ambos. “Si no tienes al lado alguien que realmente te anime a seguir, es mucho más difícil. Yo tenía peores notas que mi hermano”, reconoce Juan Pedro. De nuevo, ningún notario en la familia. Ahora, ellos. El apoyo de la familia ha sido fundamental. Nada de poner la televisión alta y comidas dentro de horario. Alejandro reconoce la dureza de estos años: “Paralizas tu vida, la pones en stand by mientras ves cómo tu círculo va avanzando”. Los mejores amigos hicieron un grupo de WhatsApp aparte para que los hermanos no tuvieran tentaciones de apuntarse a los planes del momento.

Están muy agradecidos al colegio por la formación. Alejandro tuvo una beca, todo un “balón de oxígeno”. Los hermanos han estado unidos hasta el final. Idearon un plan para afrontar el día que se daban a conocer las notas. Uno de ellos se quedaría en casa y el otro aguardaría la noticia desde un pueblo cercano. De esta forma, si alguno de los dos no lo lograba, el otro podría celebrar sin pudor su éxito. Pero el momento llegó y solo fue dulce. No hubo nada que les amargara el día. Ambos dieron un salto de alegría a Kilómetros de distancia. Su madre, abogada, y su padre lloraron de alegría. Miran al futuro con ilusión. Una de las cuestiones que más les gusta de su profesión es que pueden innovar. “Podemos hacer una labor creadora”, recalcan.

Opositar en un pequeño pueblo

Nuria Brunsó (notaria).
Nuria Brunsó (notaria).Foto cedida.

Nuria Brunsó es una de las 50 mujeres que han superado la oposición. Atrás quedaron las generaciones más masculinizadas. Ahora la mujer está totalmente normalizada en el colectivo. El camino para llegar a ser notaria no ha sido tan directo como el de otros compañeros, ha tenido que ir encajando las piezas poco a poco. Empezó estudiando criminología, pero se dio cuenta de que no era lo suyo y lo cambió por derecho. Había encontrado su vocación: “Me encantaba lo que estudiaba”, cuenta. Las prácticas universitarias estaban orientadas al ejercicio de la abogacía, una profesión que no encajaba con ella. Nuria fue atando cabos: prefería el derecho privado al público, tenía ganas de seguir estudiando y nunca le habían asustado los retos. “No vengo de familia de notarios, pero como había decidido complicarme, antes de empezar a estudiar, hablé con varios de mi municipio y de poblaciones próximas”. Ese fue el primer paso para empezar a estudiar la oposición. Un camino que ha durado ocho años y medio.

El temario es extenso y complejo, pero no fue lo más duro. “Yo vivo en un pueblo de menos de 2.400 habitantes, Cornellà del Terri. Me pasaba el día en casa aislada”, relata. “Lo más duro es lo que llaman la soledad del opositor”, reconoce. También hay que tener mucha fuerza de voluntad para mantener la disciplina de horarios. El cable a tierra han sido su familia, amigos y, sobre todo, su novio, hoy marido. En ocho años y medio ha habido días y semanas malas, pero nunca pensó en tirar la toalla. Eso sí, “tenía claro que este era el último intento”. Por eso el sabor de la victoria es más dulce si cabe: “Nos abrazamos todos, mis padres, hermana, sobrina, mi marido… y lloramos de felicidad”. Aún hay días que se levanta y duda de si lo ha conseguido… le parece un sueño. Su marido le acompañará a su primer destino como notaria. Las ventajas del teletrabajo.

En el pueblo, enclavado en la provincia de Girona, todos se conocen. Han seguido su trayectoria y ahora se alegran porque su paisana ha aprobado. “De hecho, el otro día el alcalde me felicitó a mí y a otro vecino que también las ha sacado”. Doble alegría y orgullo para el municipio.

Novios y opositores

María Oliveros (notaria).
María Oliveros (notaria).Foto cedida.

María Oliveros está pletórica. Ha sacado unas oposiciones durísimas y ha tenido la suerte de aprobar al mismo tiempo que su pareja. Lo más difícil para ella ha sido aguantar nueve años sin tirar la toalla. “A mí siempre me ha gustado saber para poder ayudar a la gente y solucionar sus problemas”, cuenta. El estudio ganaba una dimensión práctica para ella. Su padre había sido opositor, “pero para algo completamente distinto”. Su madre se dedica a la abogacía. Pero, aun sin referentes familiares, a María siempre le llamó la atención las profesiones de notario y de registrador. “Opositaba a las dos”, explica. Durante estos nueve duros años, su pareja ha sido su gran baluarte. “Cuando escuchas que alguien se lo ha sacado en unos pocos años te mete mucha más presión”, comenta. Por eso, María anim a los opositores a que confíe en su trabajo. La clave para no desfallecer, opina, es fijarse en los avances: “Si antes no aprobabas y luego pasas el primer examen, ya has subido un escalón y eso te da fuerzas para seguir”. La mujer, opina, se ha ganado su sitio en el mundo profesional: “somos igual de válidas”.

Durante cuatro o cinco años ha formado equipo con su novio, al que conoció estudiando. Hasta se cantaban los temas el uno al otro. “Teníamos claro que los dos luchábamos por una meta conjunta”, asegura. Un día viendo una película romántica, su madre le preguntó si tenían una canción especial. “Mamá, si no tengo vida, cómo voy a tener una canción”, respondió. No han podido tener una relación “normal”. Hasta ahora.

Esta convocatoria ha sido de infarto. Iba aprobando uno a continuación del otro. Y llegó el día de la nota final. “Las mías salieron primero. La media hora que tardaron en salir las de él se me hizo eterna”, cuenta. Cada vez que lo recuerda llora de emoción. “Conseguirlo juntos es el mejor regalo que nos ha dado la vida hasta ahora”, asegura. No le preocupa la distancia si les toca un destino en poblaciones separadas. “Bendito problema, hace seis meses soñaba con él”, zanja.

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