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'La casa Gucci' o cómo acabar con la empresa familiar

La película reflexiona sobre como algunas empresas familiares icónicas solo pueden perdurar dejando de ser familiares

Lady Gaga en ´La casa Gucci'
Lady Gaga en ´La casa Gucci'

En cuestión de meses Ridley Scott, el director de obras maestras como Alíen, Blade Runner o Gladiator ha estrenado dos películas, a sus 84 años de edad, que no desmerecen al resto de su filmografía. Han sido la muy interesante El último duelo (The last duel), que cuenta desde distintos puntos de vista una historia sobre honor y ordalías en la Edad Media, y la que pretendemos abordar en esta tribuna, La casa Gucci (House of Gucci).

La casa Gucci narra la historia de la familia Gucci, una de las marcas de moda más exitosas del mundo, y como las relaciones familiares incidieron en el devenir de la empresa, llevada a lo más alto de la industria textil de la mano de dos hermanos en segunda generacion, Aldo y Rodolfo Gucci, interpretados por Al Pacino y Jeremy Irons, y como la irrupción del hijo de este último, Maurizio (Adam Driver) y sobre todo de su esposa Patrizia Reggiani (Lady Gaga), deviene en una encarnizada lucha de poderes en el seno de la empresa familiar con un final auténticamente dramático tanto para la compañía como para los protagonistas.

Ridley Scott construye una película visualmente impecable, con una narración pausada que nos permite ir conociendo cómo evoluciona la psicología de cada uno de los personajes tanto en sus relaciones familiares como en su papel en la empresa. La dirección artística recrea con esmero el museo que suponían las creaciones de los Gucci, así como el lujo que rodeaba a todos ellos. La pasión de la familia por la pintura, la ornamentación de sus mansiones, el lujo de sus tiendas y su exquisitez y gusto las contrapone la película al de la recién llegada Patricia, que compensaba su falta de refinamiento con una ambición desmedida y una claridad de ideas acerca de la importancia del control de la empresa familiar. En este punto sería una injusticia no citar que Lady Gaga está inconmensurable en su papel, y roba a sus compañeros de reparto cada escena en la que interviene.

Desde la óptica legal, La Casa Gucci trae a colación algunos temas clásicos en el gobierno de la empresa familiar tales como la necesidad de una sucesión ordenada en la dirección de la empresa, la dificultad de gestionar empresas conjuntas, o participadas de forma paritaria por los socios (cada rama familiar ostentaba un 50 % de participación en la compañía) y la conveniencia de aislar las cuentas de la empresa de las cuentas de la familia. Pero también aborda la película circunstancias que muy a menudo se dan en la empresa familiar como la necesidad de capital externo y la forma en que se le concede entrada al mismo en la compañía. Incluso la búsqueda de talento externo a la familia que permita desarrollar y hacer avanzar la empresa, circunstancia que en la cinta se pone de manifiesto con la contratación de un joven Tom Ford (Reeve Carney) para que desarrolle como director creativo de Gucci su nueva colección, y vuelva a poner a la compañía en el foco de actualidad de la industria de la moda y el lujo.

Es de destacar que La Casa Gucci, a través de los 25 años de historia de la empresa que narra, hace visible cómo la forma en que las relaciones familiares se desarrollan, ya sean diferencias de criterio entre los familiares, discusiones abiertas por el control de la empresa o su crecimiento, divorcios o testamentos, siempre acaban incidiendo en la evolución de la firma y, finalmente, en su desintegración. Y es particularmente interesante la reflexión sobre como algunas empresas familiares icónicas solo pueden perdurar dejando de ser familiares y transmitiendo su capital a terceros, que sean capaces de gestionarlas convenientemente y preservar el legado que un día la familia fundadora consiguió crear pero no supo mantener.

En suma una película muy recomendable sobre un mundo que no suele prodigarse en la gran pantalla, el de la industria de la alta costura, y que aporta en enseñanzas muy variadas sobre la empresa, la familia y las relaciones entre ambas.

Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres.

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