La privacidad como aliada de la competitividad
La protección de datos en Europa es una palanca de beneficio a largo plazo, una aliada de la competitividad, el talento y el liderazgo tecnológico
Cada 28 de enero celebramos el día europeo de protección de datos y nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre el estado y evolución de la privacidad en la sociedad, el sector empresarial y la Administración pública; así como los retos que nos esperan en un futuro tan cambiante gracias a los saltos tecnológicos cada vez más rápidos y altos.
En los cuatro años de aplicación del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), sin lugar a dudas, la protección de datos ha pasado a ser un derecho mejor conocido por los ciudadanos y, a la vez, más respetado por el sector empresarial.
Este cambio responde a múltiples factores, entre los que se pueden mencionar: el hecho de que los ciudadanos ejerciten más sus derechos y reclamen servicios más respetuosos con su intimidad; la concienciación en base al ejercicio coercitivo del Estado a través de las multas de la Agencia Española de Protección de Datos; la cobertura e interés de los medios de comunicación por esta temática tan ligada a las nuevas tecnologías; y, por supuesto, a quienes ayudan a impulsar esta cultura de la privacidad en la sociedad y las organizaciones, los profesionales de la privacidad.
Quizás el principal reto que tenemos por delante es extender más esa cultura de la privacidad. Todavía a muchas empresas, pymes y Administraciones Públicas les queda mucho camino por recorrer en este sentido. Siempre hay dos velocidades en lo que se refiere la adaptación a un sistema normativo: quienes lo aprovechan y sacan ventaja y quienes lo evitan y se esconden.
En el caso del Reglamento General de Protección de Datos, es cierto que es una norma de las más duras que existen en el mundo y que su infracción implica sanciones terribles por parte de la AEPD. Pero, como decía Ortega y Gasset, el esfuerzo inútil conduce a la melancolía. En este caso, el esfuerzo de cumplir una ley únicamente porque es obligatoria es peor que inútil; lleva al desinterés y a una falta de respecto social que provocará más problemas que beneficios.
Sin embargo, el RGPD también es lo suficientemente flexible como para permitir y favorecer el desarrollo de los negocios tecnológicos, digitales e innovadores en Europa, permitiéndonos convertirnos en un motor para la competitividad e innovación tecnológica frente a EE. UU. y Asia.
Ello únicamente es posible con una visión estratégica a largo plazo. La única que permite apreciar el valor estratégico de la privacidad como elemento en el que apoyarse y del que beneficiarse, en lugar de centrarse en los problemas que siempre encarna el cortoplacismo. Lanzo una reflexión al aire: si cada vez más los ciudadanos conocemos nuestros derechos, los ejercitamos, los exigimos y buscamos soluciones…, como empresas, ¿qué nos hace pensar que somos inmunes a esa imparable tendencia y que no nos afecta? O dicho de otro modo, ¿cómo podemos aprovechar esa tendencia?
Por otro lado, tenemos el reto permanente de conjugar el desarrollo e impulso de las nuevas tecnologías y su aprovechamiento para los negocios con el derecho fundamental a la protección de datos. De hecho, este 2022 el desafío será mayor por la explosión de digitalización de empresas gracias a los fondos Next Generation de la Unión Europea; por la implantación de la inteligencia artificial y los algoritmos para el análisis de datos en empresas y organismos públicos; por los metaversos como nuevos espacios para el consumo, el ocio, la cultura, los negocios o lo que surja; o por el crecimiento de la ola del uso de la Blockchain, los mercados de NFT o los sistemas de crowdfunding basados en criptomonedas y la consiguiente regulación para la identificación de sus usuarios.
Esta relación entre tecnología y privacidad no es en absoluto una relación excluyente o disyuntiva. Todas estas cuestiones implicarán en mayor o menor medida una incidencia en los datos personales, pero siempre habrá una vía y una oportunidad con la que abrirse camino y destacar, diferenciarse y liderar en el mercado.
Por ello, el otro reto principal recae en los profesionales de la privacidad y en los delegados y delegadas de protección de datos. Somos actores principales en un escenario cambiante y crucial para las empresas y organismos públicos de nuestro país, lo que implica la enorme responsabilidad de estar a la altura de todos estos desafíos.
Para ello, los profesionales debemos dotarnos de conocimiento y capacitaciones adecuadas según el sector y actividad, extender nuestras habilidades y enfocarlas a que las organizaciones no nos vean como obstáculos sino como fieles aliados de sus intereses y, por supuesto, velar por un asesoramiento ético, creativo y, sobre todo, útil para favorecer esa competitividad que necesitan.
Marcos Judel Meléndrez. Presidente Asociación Profesional Española de Privacidad y socio de Audens.