Actuar hoy para evitar mañana posibles responsabilidades por impagos
En situaciones de insolvencia no hay que perder de vista que el principal riesgo a evitar es el de la responsabilidad de los administradores
A lo largo de los últimos años, y especialmente a partir de 2007, hemos visto cómo algunos altibajos o vaivenes de nuestra economía provocaban situaciones de crisis en determinadas áreas. Sin embargo, con haber representado coyunturas complicadas para nuestras empresas, poco o nada se parecen a la crisis que actualmente padecemos. Sin duda, esta es mucho más grave y tiene además una característica propia: afecta indiscriminadamente a todos los empresarios de aquellos sectores que por sus características son incompatibles con el consumo en tiempos de distancia social y mascarillas.
Muchas de las empresas hoy afectadas por las limitaciones de actividad impuestas por la pandemia son empresas que hace unos meses explotaban negocios sumamente prósperos que han pasado a ser ruinosos de la noche a la mañana, sin culpa además de quienes los gestionan y sin una solución a corto plazo que pueda detener su derrumbe.
Es difícil ofrecer un consejo acerca de cómo actuar a todas las empresas que lo están pasando mal y que están dejando deudas impagadas. Cada empresa atraviesa una situación propia y específica, diferente de la del resto, y lo que es bueno para unas puede resultar contraproducente para otras. Sin embargo, lo que sí se les puede decir es que se preparen y se pongan en manos un buen especialista.
En situaciones de insolvencia, no hay que perder de vista que el principal riesgo a evitar es el de la responsabilidad de los administradores. Por eso, resulta aconsejable empezar a analizarlas por el final, que es la parte relativa a las posibles responsabilidades derivadas de los impagos. Llevar a una empresa a concurso sin pensar en cómo se va a desarrollar el procedimiento y cuál va a ser su final puede acabar con concursos culpables en los que los administradores son condenados a pagar todo o parte de la deuda impagada por la empresa.
Asimismo, debe tenerse en cuenta que el concurso no siempre es la mejor solución para la empresa, hay otras opciones como los acuerdos de refinanciación, que se conocen y emplean poco.
En cualquier caso, el tiempo corre, y el momento de tomar medidas y explorar soluciones es ahora. Cuando el 14 de marzo de 2021 se agote la prórroga para incoar el concurso de acreedores (anteriormente ya se había ampliado el plazo hasta finales de este año), sin que se haya arbitrado ninguna medida que sirva para tratar de dar alguna solución al problema, todas las empresas que aún sean insolventes deberán solicitar el concurso o adoptar alguna otra de las medidas legales alternativas.
Lo más seguro es que, entonces, asistamos a una avalancha de procedimientos concursales que va a colapsar aún más nuestros juzgados. Los empresarios que no hayan hecho los deberes durante estas prórrogas y se hayan limitado a dejar pasar los plazos pueden incurrir en responsabilidad, y quienes elijan mal la medida a adoptar, pueden ver cómo acaba liquidado y cerrado un negocio que, una vez llegue la vacuna y se supere la pandemia, quizás podría haber salido adelante si hubiera elegido una solución más adecuada.
Por tanto, es ahora cuando deben tomarse las decisiones, y para ello, la mejor opción es ponerse en manos de especialistas que, a partir de un buen análisis de cada situación, adopten la mejor solución ante una situación tan dura y compleja.
Jaime Mairata es abogado socio en RSR Asesores y profesor de derecho mercantil en la Universidad Complutense de Madrid.