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En colaboración conLa Ley

De las Oreo al gazpacho Alvalle: así protegen las empresas alimentarias sus productos

La patente y el secreto industrial son algunas de las vías más frecuentes

El pasado mayo, el Tribunal General de la Unión Europea publicó una sentencia en la respaldaba a la Oficina de Propiedad Intelectual de la UE (Euipo) en su negativa de registrar como marca las galletas Twins de Gullón por las numerosas semejanzas que presentan estas pastas con las célebres Oreo. El tribunal entiende que la firma española podría “aprovecharse de la notoriedad de la marca estadounidense” para comercializar su producto.

El fallo ha sido muy aplaudido entre las grandes firmas del sector, ya que reconoce la validez de las marcas tridimensionales; es decir, las consistentes en la forma del propio producto (en este caso, el diseño físico de las Oreo). “El tribunal deja atrás la posición del sector más conservador de la jurisprudencia española, que defendía un marquismo fundamentalmente denominativo”, comenta Cristina Duch, socia de propiedad intelectual de Baker McKenzie. La justicia europea, subraya la abogada amplia la protección de este tipo de signos distintivos y le da amparo a nivel comunitario.

Ahora bien, conseguir que la forma de un alimento sea reconocida como marca no es algo en absoluto sencillo, ya que exige un requisito difícil de cumplir. “La forma del producto tiene que ser lo suficientemente potente como para que cuando los consumidores lo vean sean capaces de identificar inmediatamente a la empresa”, explica Duch. Esta figura de protección legal, por tanto, es accesible principalmente a las grandes compañías con artículos muy característicos con gran presencia en el mercado. Otros ejemplos de marcas tridimensionales de comida son el chocolate piramidal de Toblerone o las botellas punteadas de zumo de Granini.

Patente

¿Qué otras vías legales de protección existen? Nuestro ordenamiento ofrece prevé figuras legales de blindaje más asequibles que la marca. Una de las más frecuentes es la patente. “Muchas empresas recurren a este sistema para defender la fórmula o receta de un alimento”, detalla la letrada. La Oficina Española de Patentes y Marcas alberga recetas de platos tan típicos como la tortilla de patata, la salsa brava o el gazpacho Alvalle.

Esta figura legal es un título que reconoce el derecho de su creador a explotar un determinado invento, e impide la fabricación, venta o utilización por parte de terceros sin consentimiento. Para poder acogerse a este modelo, la creación debe cumplir tres requisitos: que sea algo novedoso, industrializable y original (que esté revestido de una actividad inventiva).

La patente, no obstante, presenta varias desventajas. La primera es que esta vía “exige hacer público lo que se busca proteger”, detalla la abogada, por lo que la competencia tiene total acceso al producto o sistema en cuestión. Segundo, que la protección que ofrece es limitada (expira 20 años después de ser concedidas). Y, por último, el precio. “Las patentes son bastante caras y van país por país”, apunta Duch.

Secreto industrial

Frente a todos estos inconvenientes se encuentra otra figura jurídica: el secreto empresarial. Alguno de los ejemplos más remarcables protegidos bajo esta fórmula son el de Coca-Cola con su bebida gaseosa o Kentucky Fried Chicken (KFC), que guarda en una caja fuerte la receta de las especias que dan sabor a su pollo.

“Se trata de una alternativa legal muy buena porque sortea muchas de las desventajas de la patente”, señala Duch. Así, el secreto empresarial tiene un plazo de blindaje prácticamente ilimitado, ya que dura el tiempo que se mantenga oculto la fórmula o elemento objeto de protección. Además, las condiciones para acogerse a este sistema son mucho más laxas, “dando cobertura a un abanico más amplio de productos”, completa.

Para proteger algo bajo secreto no es necesario hacer ningún trámite especial, “solo hace falta demostrar que se intentó proteger el producto en cuestión”, subraya. La ley también exige que el elemento sea secreto y tenga valor empresarial.

Diseño industrial o cómo proteger la apariencia

Forma. ¿Qué ocurre cuando la novedad de un producto no reside en sus propiedades (sabor, sustancias, etc.) sino en su apariencia estética? En este caso, la ley ofrece una vía jurídica específica: el diseño industrial. Algunos de los ejemplos más conocidos en este sentido son las patatas Pringles o la pizza de nachos del Telepizza.

Requisitos. Para que un producto pueda acogerse bajo este modelo, debe cumplir dos requisitos establecidos por ley: que sea novedoso (es decir, que no exista nada parecido) y cause una impresión singular sobre el consumidor. De cumplirse, el diseño queda registrado públicamente. Puede inscribirse en el registro nacional o el europeo, y de ello dependerá la extensión del blindaje. Como en la patente, la protección también tiene un plazo limitado, pero en este caso es de 25 años.

Diferencias. ¿Qué diferencia hay entre el diseño industrial y la marca tridimensional? Cristina Duch, de Baker Mckenzie, explica que el mientras que el primero se usa únicamente para proteger el diseño de un producto, “la segunda está orientada a identificar a la compañía”. Es decir, debe ayudar a reconocer a la empresa que lo comercializa.

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