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En colaboración conLa Ley

Así forman las escuelas de negocios y las universidades a los abogados del futuro

Los nuevos letrados deben ser internacionales y tecnológicos

En los últimos años, el sector legal ha evolucionado de forma sustancial, poniendo de manifiesto una serie de competencias y habilidades que los abogados deben dominar si quieren desenvolverse con éxito en la profesión. Esta realidad ha puesto en guardia a los profesionales de la enseñanza jurídica, que han tenido que mejorar y ampliar sus métodos y su plan de estudios para adaptarse a estas nuevas demandas.

Internacional

Uno de los principales cambios que ha influido en el sector es la globalización. No obstante, la forma en la que está diseñada la enseñanza del Derecho en nuestro país obstaculiza la inclusión de los letrados en un mercado internacional, ya que se encuentra anclada a una única jurisdicción. “Debemos adaptarnos a las necesidades de un mercado laboral que, cada vez con más frecuencia, pide que los abogados sean globales”, señala Patricia Saiz, directora de relaciones internacionales de Esade Law School.

En este sentido, la escuela lanzará el próximo curso un nuevo programa que combina el máster de acceso a la abogacía con su equivalente en Estados Unidos. De esta forma, los nuevos letrados podrán ejercer tanto en España como en las jurisdicciones con las que la universidad tiene convenio. De momento, están abiertas las de California y Nueva York. Además, como subraya Saiz, “este modelo también repercute en una atracción y retención del talento”. Y es que las nuevas generaciones de abogados son cada vez más globales y optan por oportunidades que les permitan realizar una carrera más dinámica y con expectativas más altas.

Digitales

La transformación digital también ha desempeñado un papel determinante en la abogacía del siglo XXI. En este sentido, Federico Montalvo, director del Centro de Innovación del Derecho de Icade (CID ICADE), defiende que esta cuestión debe ser abordada desde dos perspectivas diferentes.

Por un lado, “los futuros abogados deben conocer y aprender a manejar las nuevas herramientas tecnológicas que se usan en los despachos”. Asimismo, estos conocimientos son relevantes desde el punto de vista externo, en el ámbito de los negocios. Así, la formación jurídica debe incluir el aprendizaje del idioma técnico que hablan los clientes, que será necesario “sobre todo al asesorar a empresas espe­cializadas en el terreno digital”.

En esta línea, la institución oferta un doble grado de Derecho y Business Analytics, cuyo plan de estudios incluye, además de la formación jurídica y empresarial, asignaturas como programación, álgebra, marketing digital, fintech y blockchain. El objetivo, dice Montalvo, es el de “formar juristas tecnólogos”.

Magistral o práctica

Los métodos de enseñanza también han sufrido grandes variaciones a lo largo de los años. En este sentido, Soledad Atienza, vicedecana del IE Law School, explica que las fórmulas más tradicionales, como la lección magistral, “no se adecúan demasiado bien a las nuevas tendencias de formación de abogados”.

En su lugar, los centros apuestan por sistemas más interactivos que exigen una mayor participación por parte de los alumnos. Un ejemplo es el método del caso, a través del cual los estudiantes deben resolver un caso hipotético.

Para Atienza, la resolución de problemas de índole jurídica es uno de los aspectos fundamentales en la formación. De hecho, la universidad cuenta con un programa llamado Clínicas Jurídicas, en el que los alumnos de los primeros años prestan asistencia jurídica a entidades sin ánimo de lucro bajo la guía de un profesor y un abogado.

No obstante, para convertirse en un buen abogado no basta con realizar simulaciones de juicios y muchos casos prácticos, “sino que también hace falta estudiar”, apunta Ángel Ruiz de Apodaca, profesor titular de Derecho Administrativo de la Universidad de Navarra.

A pesar de las ventajas manifiestas de este tipo de modelos, “la memoria sigue siendo un requisito indispensable en la carrera de Derecho”, subraya el docente, quien explica que el secreto está en “combinar la capacidad de retención con las actividades prácticas”. De esta manera, se logra dominar con mayor facilidad habilidades tan básicas en la abogacía como la de relacionar conceptos y aplicar argumentos jurídicos.

Otras habilidades

Resolver problemas. Un informe del Foro Económico Mundial recoge cuáles serán las habilidades más relevantes en el mercado legal profesional en el año 2022. De acuerdo con el documento, las más valoradas son el pensamiento analítico y crítico y la resolución de problemas complejos.

Creatividad. Asimismo, el informe destaca la importancia de la creatividad en los abogados del futuro. Y es que se trata de un factor esencial a la hora de buscar y plantear posibles soluciones a los problemas jurídicos que se presentan.

Oratoria. Por otro lado, las tareas del día a día en la profesión ponen de manifiesto otro tipo de competencias. Así, la oratoria es una de las cualidades que ayuda al abogado a defender con más seguridad y convencimiento sus argumentos durante un juicio.

Negociación. Es una de las habilidades básicas en la abogacía. Y es que conseguir llegar a un acuerdo que satisfaga al mismo tiempo los intereses del cliente y los de la contraparte es una meta que no solo requiere de conocimiento técnico, sino de las habilidades negociadoras del letrado.

Idiomas. El dominio de los idiomas es otro de los requisitos indispensables de los juristas del futuro, sobre todo teniendo en cuenta el perfil global que se demanda cada vez con más frecuencia desde las empresas.

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