Topografía de las joyas de la viña en España
De los 240.000 euros pagados por Tempos Vega Sicilia por hectárea de uva blanca en la zona de Rías Baixas a los 175.000 de viña vieja de La Rioja


Olviden los fuegos, olviden el aumento de las tasas un 10% a Estados Unidos, olviden la crisis climática, olviden la subida del precio de los materiales. El vino español se mueve a dos velocidades. Por un lado, las joyas y por otro el vino más “común”.
Los analistas sitúan a las Rías Baixas como la denominación donde encontrar la hectárea de vino más cara de España, por encima de la viña vieja de La Rioja. La atomización, que suma 4.000 hectáreas y 16.000 propietarios, contribuye a unos precios que cruzan la bóveda celeste en un claro de luna.
Pablo Álvarez, consejero delegado de Tempos Vega Sicilia, ha lanzado su bodega Deiva, situada en Crecente, en el Condado de Tea, en la parte alta del río Miño, en torno a Salnés, Sanxenxo, Cambados y O Grove. El clima no es la dificultad, ni las plagas del mildiu o el oídio. Es otra. “Juntar una hectárea aquí no resulta nada fácil. En Condado tenemos diez unidas y hemos desembolsado entre 170.000 y 240.000 euros por hectárea. Una pasada. Incluso nos han pedido 300.000 euros y les hemos dicho que no. Aun así, no han variado el precio lo más mínimo”, narra Pablo Álvarez. La situación ha llegado a un lugar que entronca con lo impensable. Semeja un cuadro surrealista de Maruja Mallo. Imaginen. Es un caso real. “Un señor es dueño de una viña que es el jardín de su casa y si la quieres tienes que comprarle también el inmueble”, comenta Álvarez. Sólo esa decena de hectáreas costaron entre 1,7 y 2,4 millones de euros. Nunca una viña había costado, de media, tanto en esa región. Ha habido casos excepcionales de 300.000 euros por hectárea de vid vieja y de enorme calidad en La Rioja. Única. Pero una golondrina nunca hace primavera.
Cada finca es un mundo y cada hectárea un país propio. La D.O. de Rías Baixas desciende esta media, que analizaba Álvarez, y fija el precio entre 110.000 y 140.000 euros. Y tarda unos cuatro años en producir, mientras todos son gastos. “Este precio incluye la compra del suelo, las autorizaciones de plantación y la preparación de la tierra. Si los racimos crecen en espaldera oscilan entre 95.000 y 125.000 euros”, sintetiza un portavoz de la Denominación de Origen. Hay infinidad de razones para el descenso, si el suelo es fértil producirá más, y si se busca un vino “exclusivo” quizá no encajen viñas de tanto volumen. Pero los expertos hablan de las aristas de un triángulo equilátero para determinar la calidad de cualquier hectárea. Tomen nota. Suelo, exposición (solar) y tipo de clon.
El problema de las reglas de la topografía del vino español es que no existen. Cualquier aficionado hará sus distingos. Si la vendimia es a mano o a máquina, la dificultad para cosechar en zonas escarpadas (Canarias, Ribeira Sacra, Priorat), la moda (primero el albariño y después la godello) o, como hemos visto, la segregación parcelaria. “La clave reside en la oferta y la demanda junto a un vino espectacular”, describe Lalo Antón, gerente de Bodegas Izadi (Villabuena de Álava, Rioja Alavesa), Vetus (Toro), Finca Viñacreces (Ribera de Duero) y Orben (Rioja). Y como si estuviera despalillando, separa los racimos. Existen dos “terruños”. Los viñedos viejos (50-80 años) y espectaculares, y los jóvenes (15 años con un rendimiento alto). En los primeros, irse más lejos de los 120.000 euros es inusual. Aunque algunas operaciones han llegado a 175.000 euros. Y en la rareza hemos visto alcanzar hasta 300.000 euros. “Otra cosa es que necesites media hectárea y tengas que pagar 40.000 o 60.000 euros”, detalla. Pero hay un comportamiento que demuestra que la tierra y sus vides crecen caras. Antes, cualquier agricultor estaba feliz por venderlas, ahora —sí son buenas— prefiere arrendarlas y conseguir unos ingresos anuales. Comprar vides de calidad, cada vez resulta más difícil.
Todo se complica cuando se elabora en varias denominaciones. Bodegas Mauro produce en cuatro D.O. y en una fuera del marco. Maneja 13 vinos y 260 hectáreas de viñedo propio. El patriarca de Ribera de Duero, Mariano García, 82 años, a quien le avalan 32 añadas de Vega Sicilia, y vinos indispensables, como Mauro, San Román o Aalto, debe completar todos los años su particular lego para alcanzar una producción de unas 750.000 botellas. Cortas para la demanda que tienen. “Pero la tierra da lo que da”, apunta García. La compra es tarea de sus hijos: Alberto y Eduardo. Y, si resulta posible, ni aparecerán por la viña. Un nombre reconocido —al igual que Pablo— es una disculpa para subir los precios. Aun así, la familia García dibuja, a partir de varias horquillas, la orografía del coste de las vides donde cosechan. Ribera (40.000-80.000 euros), Rioja (60.000-100.000), Bierzo (50.000-70.000) y Toro (20.000-30.000). De forma independiente, una bodega busca su equilibrio y sus valores. La misma zona tiene precios muy distintos dependiendo de las características de la hectárea. El valor, por ejemplo, de Alión (Tempos Vega Sicilia) criado en el Duero oscila —acorde con Pablo Álvarez— entre 60.000 y 80.000 euros la hectárea. “Es mucho más barato que las Rías Baixas”, admite.
Cada elaborador (lo hemos visto) traza su equilibrio y sus costes, pero Galicia ha plantado un imperio económico. Quizá en minifundios, pero un imperio. Tal vez, por la distancia, la poca producción y la entrada de plagas este año, la viña no arraiga tampoco barata en Canarias. El Ministerio de Agricultura aporta el dato de 71.767 euros la hectárea. Las islas son afortunadas —en épocas normales— también para los viticultores.
Otras latitudes son las de Peter Sisseck. Hace años que con Pingus forma parte ya de la historia enológica de España. El ingeniero agrónomo danés que llegó en los años noventa a tierras vallisoletanas siempre ha sido sincero. “Como mi forma de elaboración es nueva, ignoro qué guarda tendrán mis vinos en 30 años”, sostiene. Cuando una botella de Pingus supera los 1.400 euros es un acto de fe darle tiempo. Pero es la materia que da forma al vino. El pasar de las manecillas del reloj. Un constante tic-tac. Sisseck es directo. “El precio lo marca la tierra, el viñedo. Si es bueno y se consigue un gran vino, tiene que ser caro. Pero en España, a diferencia de Francia, no está regulado. Esto es la jungla. La ley de la oferta y la demanda”, se queja. En Burdeos —hay plantadas unas 220.000 hectáreas, estima el enólogo— no han levantado ninguna de las 2.000 hectáreas que están clasificadas. Prescinden de las de baja calidad. “En Ribera se han pagado 100.000 euros por una hectárea estupenda y otras ni siquiera sirven para plantar patatas”, admite Peter. Y añade: “Nunca he obligado a nadie a vender a un precio concreto”. Y zanja: “España necesita una ordenación como Burdeos”.
La mejor analogía es entender una hectárea como un país soberano con sus propias fronteras. En Sanlúcar de Barrameda elabora (hasta 40.000 euros, la hectárea gaditana) su jerez Finca Corrales y en Quintanilla de Onésimo (Valladolid) el clásico Pingus. Aquí una hectárea de calidad, para un gran vino, puede rondar los 80.000 euros. En el priorato una viña vieja anda en los 60.000 euros y si se quiere algo excepcional se llega a los 120.000 euros. Y en el Bierzo oscila entre 40.000 y 30.000 euros. El problema —para un bodeguero, que pide no ser citado— es que son laderas, y la recolección, difícil. Y andan arrancando la Mencía para plantar, por ejemplo, godello, que es la moda. Estamos tan cerca de Francia y tan lejos de Dios. En Borgoña se han pagado 80 millones de euros por una hectárea de Grand Cru. Mientras, los compradores de chateaux chinos de cuarto o quinto nivel —antaño abundantes— desaparecen de Burdeos como sombras. De todas formas, confirma Quim Vila —fundador de Vila Viniteca, una de las firmas más prestigiosas del negocio vitivinícola—, este año Burdeos ha bajado un 30% los precios, el pasado el 20%.“La gente tiene que adaptarse al mercado, menos consumo, y zonas limítrofes como Jumilla o Yecla están más preocupadas por vender que por adquirir viñas”, zanja. Y avisa: “No subirán los precios, los bodegueros van a asumir la pérdida del margen”. Veremos. El Sol sale para todas las vides.
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