Que el colegio no parezca una cárcel: cómo el diseño puede influir en el futuro laboral

La forma de distribución en los centros educativos ayuda a potenciar las habilidades, como el trabajo en equipo o la creatividad, que demandan las empresas

Universidad de la Libertad, en México, de Rosan Bosch Studio.kim wendt (Cedida por la empresa)

Si se comparan, los planos de un colegio y una cárcel se parecen. Así lo asegura Rosan Bosch, fundadora y directora creativa del estudio de arquitectura del mismo nombre. “Las aulas tradicionales responden a un modelo de organización del tiempo y el espacio en el que hay una autoridad que habla y 30 personas que escuchan. Y las empresas ya no quieren gente que solo sepa escuchar”. De hecho, una de las quejas de las compañías especializadas en selección de personal es que a los candidatos les ...

Para seguir leyendo este artículo de Cinco Días necesitas una suscripción Premium de EL PAÍS

Si se comparan, los planos de un colegio y una cárcel se parecen. Así lo asegura Rosan Bosch, fundadora y directora creativa del estudio de arquitectura del mismo nombre. “Las aulas tradicionales responden a un modelo de organización del tiempo y el espacio en el que hay una autoridad que habla y 30 personas que escuchan. Y las empresas ya no quieren gente que solo sepa escuchar”. De hecho, una de las quejas de las compañías especializadas en selección de personal es que a los candidatos les faltan las llamadas habilidades blandas o soft skills, como pueden ser la creatividad, saber trabajar en equipo, tener iniciativa o ser capaz de expresar las ideas propias. A adquirirlas o fomentarlas desde pequeños puede ayudar la arquitectura.

Es lo que defienden tanto Bosch como Javier Calvo y Judith Francisco, cofundadores del estudio PlayOffice, especializado en interiorismo infantil y arquitectura para niños. “Cuando nos reunimos con los centros antes de diseñar un proyecto, lo que nos piden son espacios menos rígidos, que fomenten la colaboración e interacción entre los alumnos, a la par que su autonomía”, explica Francisco. Esto se traduce, por ejemplo, en aulas que se pueden unir para hacerlas más amplias y acoger diferentes actividades, o en las que los pequeños modifiquen la configuración dependiendo de sus necesidades.

Bosch, por su parte, añade que no hay que olvidar que los “espacios hablan”, que la luz, los colores o la disposición como se sientan los alumnos “pueden hacer más profundo el aprendizaje”. No solo de los niños, también en la educación superior. De hecho, uno de los trabajos más recientes de su estudio es la Universidad de la Libertad, en México, donde se ha tenido en cuenta también la cada vez mayor implantación de los medios digitales en las aulas.

Pero no solo hay que tener en cuenta las aulas, “todos los espacios deben ser susceptibles de acoger actividades pedagógicas”, defiende Calvo, quien resalta, además, la importancia de intervenir en los comedores escolares, “para hacerlos menos ruidosos, que sean espacio que potencien la conversación, para comer con tranquilidad, y no sean sitios donde se solo se engulla”.

Proyecto de Next para el colegio Mare de DeuCedida por la empresa

En un momento de natalidad a la baja, las escuelas compiten entre sí por tener más alumnos, y aquí también entra en juego la arquitectura y el diseño. “En ese sentido, los colegios se han vuelto empresas. Lo primero que nos piden, cuando hacemos un proyecto por fases, es intervenir en el recorrido que los padres hacen durante las jornadas de puertas abiertas”, cuenta Núria Vílchez, socia fundadora de Next Arquitectura. Tras estas peticiones se encuentra una de las trabas con la que se topan muchas instituciones educativas, ya sean públicas o privadas, cuando quieren llevar a cabo reformas: la falta de presupuesto.

“La humanización de los espacios es algo sobre lo que todas las comunidades autónomas tienen planes. La parte de creérselo está. Otra cosa es la parte del dinero. Manejan presupuestos ajustados, por lo que les cuesta implementar las ideas. Lo normal es hacerlo por fases, teniendo, eso sí, una estrategia clara”, asegura Calvo. Una opinión que coincide con la de Vílchez, que explica que en algunos casos se empieza por llevar a cabo intervenciones más sencillas, y por tanto más baratas, como hacer zonas de sombra o colocar jardines verticales para enmascarar el hormigón que puebla muchos patios de recreo a lo largo de la geografía española.

Sin ánimo de generalizar, Bosch sostiene que las instituciones privadas apuestan más por este tipo de arquitectura, “porque de ellos se espera una educación de excelencia, y porque es más complicado cambiar la escuela pública, que es como girar un barco gigante, lleva tiempo”.

Hospitales más acogedores

También hay planes de humanización de los espacios en hospitales, “después de muchos años en los que la sanidad se había centrado en curar y se había olvidado de cuidar”, sostiene Patricio Martínez, socio fundador de PMMT, un estudio especializado en arquitectura hospitalaria, donde también se investiga sobre cómo influye en el bienestar de los pacientes. “La arquitectura y el diseño pueden ayudar a mejorar el estado de ánimo no solo del enfermo, también de la familia y del personal del centro. Por ejemplo, en una zona pediátrica, poner un vinilo con una sopa de letras consigue que los niños estén menos aburridos y que los padres, que suelen estar entre asustados y estresados por lo que le ocurre a su pequeño, estén un poco más tranquilos jugando con sus hijos”.

Martínez explica que algo que puede parecer tan sencillo como cambiar la forma de una mesa, consigue trasmitir la sensación de que la enfermedad no es cosa solo de la persona que la padece, sino que está acompañada en el proceso con su familia y el médico. “Ya hemos puesto en las consultas externas de varios hospitales lo que llamamos la mesa del rey Arturo, que es redondeada. Todos los que se sientan alrededor aportan su grano de arena para solucionar el problema, trabajan en equipo. La mesa deja de ser una frontera en la que de un lado se sienta el médico y del otro el paciente”, cuenta.

Recreación de una de las mesas diseñadas por PMMT para una consulta externa en un hospital.Cedida por la empresa

Hay proyectos que van más allá de cambiar la forma de los muebles, el color de las paredes o los materiales. Relata Martínez que cuando recibieron el encargo de proyectar en Cataluña varios edificios hospitalarios polivalentes durante la pandemia, decidieron reunirse con el personal sanitario para ver qué necesidades tenían. “Nos pidieron que hubiera una habitación, a poder ser insonorizada, donde pudieran entrar a llorar o gritar y luego darse una ducha para poder seguir trabajando. Así no tenían que andar escondiéndose en escaleras o rincones alejados cuando necesitaban soltar lo que llevaban dentro”.

Por su parte, Vílchez pone el caso de una habitación pensada para contar a los padres que sus hijos han fallecido. Diseñaron un espacio con tonos suaves que recuerdan al cielo, estrellas en el techo y una cama donde pudieran descansar hasta haberse repuesto un poco. Otro de los proyectos en los que está inmerso el estudio que fundó es recrear parte del interior de una casa en una sala de partos, para que la mujer pueda sentirse como si estuviera en su hogar y estar acompañada de su familia si el proceso se alarga.

“Nosotros, como arquitectos y diseñadores, intentamos crear espacios que sean proactivos, que generen en las personas esa sensación de estar mejor, más acogidas y cuidadas. No sé si lo conseguimos, pero es lo que intentamos con nuestros proyectos”, sentencia Martínez.

Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días

Sobre la firma

Más información

Archivado En